Un pequeño tratado, único en su clase, altamente doctrinal, diseñado para ayudar a los creyentes a entender cómo convertirse en un discípulo de Cristo Jesús.
La Biblia es el libro más vendido en el mundo hasta el grado de contarse por cientos de millones de ejemplares su producción anual para satisfacer la demanda, esa demanda aumenta cada año. Esto signifca que por su constante incremento en número de ejemplares distribuidos cada año como por las lenguas a que es traducida, las palabras proféticas del Señor Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo. Mateo 24.14, están siendo cumplidas.
Por otra parte, podría parecer curioso que el contenido de la Biblia sirva para todo, principalmente para validar creencias doctrinales de cada organización menos para uno de sus propósitos fundamentales, es decir, para enseñar a los cristianos cómo ser feles creyentes en Cristo Jesús y enseñarles a confar plenamente en sus enseñanzas. Que tal cosa es verdadera está testifcado por el modo tan variado cómo las miles de organizaciones religiosas cristianas desarrollan sus programas de crecimiento numérico y económico.
Se organizan colegios, universidades, centros de adiestramiento misionero, se enseña griego y hebreo como las lenguas principales para leer directamente los manuscritos, etc. Pero en lo que menos se piensa es en cómo hacer de cada centro de predicación un lugar de adiestramiento discipular y cómo aprender a tener control sobre las dificultades que golpean el alma.
Enseñar a la persona cómo librarse del peligro de ser destruido por una mente indisciplinada para convertirse en discípulo del Mesías no forma parte de las enseñanzas del cristianismo por curioso que parezca.
En el campo de la comparación entre la Religión Cristiana y el Budismo, el segundo lleva la delantera seguido de la primera a gran distancia.
El Budismo tiene como meta orientar a sus seguidores hacia la paz, dominio propio y bienestar mental, en cambio a la Religión Cristiana basta con darle una mirada para conocer las razones por las cuales la gente, otrora fel, emigra hacia otras disciplinas religiosas.
Buda signifca Iluminado, y Budismo iluminación; a los budistas se les enseña que ellos son iluminados por su apego fel a las enseñanzas de Buda. Esa iluminación no se refere a tener ideas brillantes o gnósticas o esotéricas sino a entender el valor de vivir libre de la amenaza del peor enemigo del humano,—la mente sin disciplina. Claro que el Budismo carece del conocimiento de la salvación por Cristo Jesús, además, como otras, religiones paganas, da valor al karma que no es otra cosa sino un modo de signifcar que en la vida presente el budista refeja aspectos de lo que fue su vida anterior, o sea creen en que la persona muere y resucita para ser otra persona con rasgos de la vida anterior.
Breves definiciones de esa religión lo proporcionan sus devotos conversos, una de esas es la siguiente:
La iluminación no es un estado místico o trascendental. Más bien es una condición en la que uno disfruta de la más alta sabiduría, la vitalidad, la buena fortuna, la confanza, y otras cualidades positivas, y en el que uno tenga su pleno cumplimiento en las actividades de un día, y la hora de entender la propia finalidad de estar vivo... El budismo como religión es una búsqueda para desarrollar los mejores métodos que nos ayuden a alcanzar el estado más elevado de la vida. Ser budista es una búsqueda por descubrir y poner estos métodos en práctica y es un esfuerzo constante por desarrollar y crecer desde adentro.
Desde este ángulo el Budismo, como se dice arriba, lleva la delantera al Cristianismo el cual con dificultades le sigue a gran distancia. En una somera comparación acerca de la importancia de los valores morales en ambos sistemas el budismo pone atención en ayudar a la persona a vivir en paz consigo mismo y con los demás lo cual en el Cristianismo no se hace.
Los programas de evangelismo están diseñados a comprometer a las personas a convertirse a una religión con propósitos materiales pues los programas internos centran su meta en que la persona sea bautizada, llene un formulario de membresía y cumpla con sus obligaciones monetarias que se le asignarán. Los programas de entrenamiento hacia la regeneración y novedad de vida no existen sino que son dejados para que la persona, por iniciativa propia, los diseñe para sí misma si es que se le ocurre.
Las organizaciones religiosas han errado en no disponer de programas para educar a sus feles respecto a los pasos cómo nace la fe y cómo crecer espiritualmente, tampoco los sermones son diseñados a enseñar cómo dar los pasos para llegar a ser un genuino discípulo de Cristo Jesús. Los sermones son más comerciales que espirituales.
Cada organización se empeña en adoctrinar a sus convertidos respecto a sus prácticas, creencias y políticas; a las personas se les hace saber que deberán ser feles a los reglamentos internos y normas de las organizaciones a que pertenecen en caso contrario perderán su membresía. En lo que menos se piensa es en enseñar las doctrinas que convierten a las personas en genuinos discípulos de Cristo.
Atento a esa necesidad este estudio está diseñado para brindar pequeña información cómo aprender a llevar el yugo de Cristo y despojarse de las cargas que agobian al alma y llegar a ser discípulo de nuestro glorioso Salvador.
28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, 30 porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.
Si se observa cuidadosamente el modo en que el Señor empezó a proclamar su mensaje se concluirá en que no comenzó atacando el modo de creer implantado por los escribas y fariseos sino acercando al Padre al corazón del pueblo que lo escuchaba. Su mensaje tenía como meta tocar la sensibilidad de las personas, esa parte donde el humano guarda su dolor, sus quejas y lágrimas, sus frustraciones y penas, sus miserias e incapacidad de rebelarse contra las fuerzas que lo atan fuertemente y lo imposibilitan robándole violentamente las fuerzas anímicas hasta debilitarlo en la miseria. Por eso, las Bienaventuranzas, que fueron declaradas al inicio de su ministerio, fueron una caricia para el alma sin esperanza.
¿Quién hoy en día no siente fe y esperanza al leer las Bienaventuranzas?, su mensaje no conlleva presión psicológica ni compromiso hacia determinada obligación, por el contrario, son la vitamina que el alma angustiada pide para sobrevivir; esas palabras del Señor son el toque perfecto del Padre para fortalecer a la persona ante el dolor.
El propósito de ese mensaje fue mitigar el dolor del alma oprimida por el pecado, por las políticas despóticas de los líderes, por las estrecheces económicas y por la esclavitud en que se encontraban. Su propósito fue promover en la conciencia de las personas la oportunidad de buscar a Dios para alcanzar la solución a todas sus dificultades.
Las confrontaciones del Señor con los líderes no eran la base de su mensaje, ni les hablaba para acercarlos a Dios sino para reprocharles su ceguera voluntaria proyectada a la desobediencia a la Ley con propósitos de beneficio material, conociendo Él que esa era la posición de ellos no les hablaba de consolación ni esperanza. Pero con el pueblo el mensaje era difierente, lo cual incluía evitar hablar a espaldas de los líderes sino de hablar del beneficio de entender su mensaje que era el paso correcto para establecer la comunicación con el Altísimo, para sentir su presencia y gozar de todos sus beneficios.
Si se examina su modo de tocar el corazón del pueblo se concluirá que las Bienaventuranzas no fueron un mensaje aislado del cual nunca más volvió a hablar, al contrario, ese mensaje era sólo una pequeña porción del conjunto de enseñanzas diseñadas a ayudar a la gente a encontrar paz interna, esperanza y apoyo consolador ante el dolor causado por las penas.
Sus enseñanzas han estado allí desde hace muchos siglos como un oasis en medio del desierto de la vida, y son fuertemente apoyadas por el contenido de los libros de Job, Salmos, Proverbios y Eclesiastés que coadyuvan perfectamente como trasfondo para alcanzar la libertad del dolor, de las penas y de la frustración que el humano mismo se infige ante su falta de control emocional. Lamentablemente esos libros no son tenidos como base para fortalecer el alma, más bien están alejados de la atención de las almas sedientas de la doctrina que llena el vacío que sienten de Dios.
Hace algunas décadas se puso de moda un término que a muchos pareció ser la fórmula perfecta para el éxito del neocristianismo. Aunque el concepto cristocéntrico apostólico se acerca a los dos mil años de edad, el nuevo signifcado estaba diseñado para atacar a organizaciones tradicionales que aparte de creer en el Señor Jesús afrman la necesidad de obedecer las leyes morales de Dios. El éxito del nuevo concepto cristocéntrico fue rotundo pues al escuchar ese término a millones les pareció ser una novedad maravillosa descubierta allá por la década de los 80´s.
Pero claro, el propósito no fue conocer qué signifcaba en realidad ser cristocéntrico sino irrumpir violentamente contra el orden de culto tradicional estimulando en nombre de Cristo a abandonar los himnos tradicionales para abrazar la nueva modalidad de canciones cristianas de índole comercial acompañadas de instrumentos musicales estridentes y manifestaciones corporales según la nueva flosofía lo mandaba. Lo novedoso no tuvo dificultad en vencer a lo tradicional, al contrario, lo tradicional fue presentado como obsoleto, obtuso, incompatible con el nuevo modo de ver el evangelio y el público ávido de lo novedoso inmediatamente la dio la bienvenida.
El nuevo esquema cúltico fue artísticamente disfrazado con una máscara a la cual se le identifcó como mensaje cristocéntrico y la obediencia a las doctrinas fundamenta les de Cristo fue sustituida por la música rock, las manos levantadas y el baile. Hasta el día de hoy ni sus precursores ni sus seguidores consiguieron entender el verdadero signifcado cristocéntrico pues la nueva visión estaba centrada más en elementos comerciales que en conocer la verdadera naturaleza de la doctrina del Redentor del mundo, con todo, el nuevo sistema se impuso.
El mensaje de los Apóstoles se centra en el origen, muerte y resurrección y ascenso a los cielos del Señor, pero eso no es todo, sus vidas libres de confictos mentales y emocionales claramente refejan las enseñanzas de Cristo; su sencillez de vida es claro refejo del impacto de la infuencia del Señor.
De esa manera los escritos griegos del nuevo pacto exponen el verdadero mensaje cristocéntrico que ha estado allí claramente por casi dos mil años. Con todo, hoy en día nada de eso es tomado en cuenta como elemento base para vivir el verdadero discipulado cristiano.
A pesar de la necesidad visible de corregir los desequilibrios morales que están destruyendo al Cristianismo moderno la indiferencia es extrema, a los convertidos no se les enseña cómo despojarse de la carga que abate sus almas ni cómo vivir en el mundo sin ser del mundo sino que en nombre de Cristo se les enseña a vivir como el mundo vive; sus sentimientos, pensamientos, y acciones son dejados sin orientación sobre qué hacer después del bautismo. El discipulado cristiano no existe porque las enseñanzas de Cristo carecen de valor.
¿Quién no ha leído que Lucas era médico? Su profesión es conocida por los lectores de las Escrituras Griegas del Nuevo Pacto, pero en lo que posiblemente pocos meditan es en la razón personal que tuvo para abandonar su lucrativa profesión, su mundo social y su posición económica simplemente para seguir a Pablo dondequiera que iba, durmiendo muchas veces al aire libre por no tener dinero para pagar una habitación en una posada, ayunando frecuentemente a la par de Pablo unas veces con propósitos específcos y otras por no tener dinero para comprar alimentos, y más.
¿Abandonó su profesión, porque no tenía clientela, o por que su conocimiento sobre medicina era insufciente, o alguna pena lo frustraba? Seguramente esas, o similares, no fueron la causa, más bien al igual que Pablo, lo dejó todo por el eminente conocimiento de la doctrina de Cristo Jesús.
Así como Pablo y Lucas otros hombres educados lo abandonaron todo para convertirse en discípulos y servidores del Señor, todo por que entendieron la esencia de las enseñanzas del Maestro.
Para aquellos hombres Cristo no sólo había venido del cielo, murió y resucitó y volvió al lado de su Padre sino que entregaron su voluntad a vivir como Él vivió y enseñó.
Todos ellos aprendieron a mirar con el corazón el dolor ajeno y las incapacidades morales y materiales. Aprendieron a mirar que además del pan material los humanos necesitan de algo mucho más importante que los haga fuertes en medio de las limitaciones, y así enseñaron.
Indiscutiblemente, la Religión Cristiana cree en que Jesús es el Hijo de Dios, que descendió del cielo para morir para abrir la oportunidad de la salvación a quien la desee, que murió crucifcado por presión de los judíos al gobernador romano, resucitó y ascendió a los cielos y que desde allá será enviado nuevamente por su Padre. Sí, en el Cristianos no se duda en lo absoluto acerca de estas verdades.
Lamentablemente, se cree en Él pero no se cree en sus enseñanzas, de hecho no se cree en el alto valor que poseen. Se cree que Él es el salvador del mundo e incluso se llega a pensar que en su segunda venida va a levantar a todos los Cristianos (miles de millones) para llevarlos al cielo sin que la obediencia a sus enseñanzas sea relevante.
Aquí precisamente está el grave error puesto que la fe sin creer en sus enseñanzas es nula, después de todo, ¿cómo se puede ser un verdadero discípulo del Señor si no se obedece lo que Él dice? Mientras sus enseñanzas permanezcan ausentes de la vida personal la comunión con Él no puede existir pues no hay ningún lazo que establezca el discipulado. Se sobreentiende que ser discípulo del Señor es ser su pueblo, su iglesia.
Es obvio que el budista lo es no sólo por creer que Buda existió sino porque su vida se rige por sus enseñanzas. Lo mismo se puede decir de los confusianistas o confusionistas. La vida de los discípulos de estos hombres refeja claramente una estrecha relación espiritual y psicológica con sus doctrinas porque las viven felmente todos los días. El budista lo es por que no sólo cree en las enseñanzas morales de Buda sino que las vive en entrega total, son parte esencial en su vida y con verdadero propósito medita en ellas todo el día; alejado de las enseñanzas de Buda el budista no se considera a si mismo budista.
En el Cristianismo lamentablemente las enseñanzas básicas del Señor que convierten a la persona en su discípulo permanecen en un rincón obscuro donde apenas pueden mirarse, perdiéndose la oportunidad personal de llegar a ser uno con Él, desperdiciándose la oportunidad de gozar el bienestar moral y espiritual tan necesaria para el alma. Cualquier otra enseñanza es digna de ser tomada como base para el siguiente sermón: las profecías, las bienaventuranzas, las parábolas, su muerte y resurrección y su ascenso a los cielos, excepto sus enseñanzas renovadoras de la mente y alma.
Sus enseñanzas espirituales son aquellas que tocan los sentidos y el alma con un contenido destinado a elevar a la persona hasta alcanzar relaciones cercanas con el Padre Eterno. De esto se puede citar como ejemplo a los Profetas hebreos y a los Apóstoles del Señor quienes en sus escritos y modo de vivir claramente exponen su alto grado de relación con el Padre y el Hijo a quienes servían. Su mente estaba centrada en relacionarse con el Altísimo, y sus sentimientos, pensamientos y acciones evidenciaban clara comunión con Él.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
La entrada al discipulado de Cristo Jesús comienza aquí con su invitación a establecer comunión de sentimiento y de pensamiento.
Si se observa cuidadosamente, estas palabras no fueron una invitación a las personas que ya estaban aprendiendo de Él sino dirigidas a quienes aún no lo seguían; al final de su ministerio terrenal el número de discípulos sumaron ciento veinte; notorio éxito si se toma en cuenta que tres años y medio fue el tiempo en que se dedicó a enseñar su doctrina.
Los siglos han pasado y hoy en día este aspecto crítico para el bienestar personal y la salvación no recibe la importancia que merece, nadie pone reparos en el verdadero motivo que el Señor tuvo al hacer este llamado, más bien estas palabras únicamente son citadas como llamamiento a las personas para que acepten al Señor como personal salvador ignorando que su invitación posee un signifcado más profundo y provechoso para las almas necesitadas de disponer de una fuerza que se haga cargo de las penas y pensamientos agobiantes.
El sufrimiento de las almas necesitadas de auxilio continúa sin recibir atención, las cosas han empeorado gravemente y el Cristianismo ha venido a ser irrelevante, incapaz de proporcionar la paz pues el verdadero mensaje de Cristo es desconocido, debido a esa ausencia millones están emigrando hacia las religiones alternativas, rechazando a Dios y al sacrifcio del Salvador del mundo, todo, por el resentimiento de no haber encontrado en la Religión lo que su alma necesita y busca. Esto no signifca otra cosa sino resentimiento hacia la religión incapaz de coadyuvar con las necesidades agobiantes que no se atreve ni puede mostrar al mundo el verdadero propósito de ser discípulo de Cristo.
El líder celestial que las almas buscan sobre el cual depositar sus cargas emocionales y que les ayude a solventar los problemas del alma es cubierto con un grueso velo de indiferencia; de modo que para muchos si ese líder no existe en el Cristianismo lo mejor es buscar otro por otra parte, y de esa manera las almas golpeadas por los sinsabores de la vida continúan gimiendo por no haber sido enseñadas en el verdadero signifcado de Mateo 11:28-30.
Enseñar las palabras del Maestro no depende de teologías sino de genuinos pastores que se interesen en orientar sabiamente a las ovejas a tener un encuentro personal con su Redentor, enseñándoles que el propósito del Señor Jesús a favor de las almas es completo, es decir, no sólo tiene el propósito de salvar a sus discípulos sino de capacitarlos para manejar exitosamente sus problemas emocionales hasta alcanzar una vida de libertad, de fortaleza para manejar las angustias y las dificultades.
Todo discípulo de Cristo debe ser enseñado acerca del signifcado correcto de sus palabras, es decir, poniendo atención a lo que Él ofrece: “yo os haré descansar” lo cual no signifca que Él haya prometido impedir que las dificultades vengan sobre sus discípulos sino enseñarles cómo impedir que las dificultades triunfen sobre ellos. Sí, el Señor enseña que confando en Él sus discípulos aprenden a dominar sus pensamientos y emociones negativas.
Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi. Mateo. 11:29
¿Signifcan estas palabras que sus discípulos deben echarse encima otra carga además del cúmulo de dificultades que ya van cargando? No, en realidad no. Cargar su yugo sólo signifca asimilar sus enseñanzas para aprender cómo manejar las dificultades.
Nadie ganaría nada si tuviera que echarse encima otra carga además de la pesada que ya viene cargando, por eso se debe entender que Él desea remover de la persona el yugo agobiante que viene cargando antes de conocerlo a Él. Aceptando la invitación la persona puede caminar dentro del evangelio evitando al máximo que las dificultades le impidan alcanzar la vida eterna.
Dicho de otra manera yugo no signifca carga sino aceptar las enseñanzas del Señor que son la clave para una vida psicológica saludable y próspera; esto no quiere decir que las dificultades se mantendrán alejadas, sino que la persona, teniendo a Cristo como guía, aprende a evitar los resultados destructivos que sobrevienen cuando no se tiene dominio sobre las dificultades que destrozan al alma y la mente.
Luego Él declara el beneficio de esa aceptación: Hallareis descanso para vuestras almas.
Descanso para el alma signifca librarse de la carga agobiadora que la perturba y agita frecuentemente haciendo que la persona reaccione con enojo, ira, frustración, desaliento, negatividad, confusión, miedo, nerviosismo, inseguridad, desesperanza, insomnio, falta de positivismo, desconfanza duda, enemistad, resentimiento, rencor, enfermedades psicosomáticas y cientos de desequilibrios similares por las cuales el crecimiento espiritual se vuelve infructuoso y el verdadero discipulado se vuelve imposible de alcanzar.
Descanso del alma signifca serenidad ante la incapacidad de vencer las dificultades de la vida como enfermedades incurables, divorcio, pérdida del empleo, muerte de los seres queridos, falta de recursos económicos, incapacidad de controlar las reacciones violentas. El descanso del alma libera a la persona de todos esos golpes que se asesta a sí misma sin ninguna misericordia creyendo que con eso va a solventar sus problemas.
Esto signifca que el fin último del descanso ofrecido por el Señor tiene el propósito de controlar las emociones con lo cual se controla cualquier desequilibrio promovido por la mente.
El segundo paso después de entender el correcto signifcado de sus palabras es aprender a confar en lo que Él dice, la realidad muestra que desde su infancia las circunstancias de la vida enseñan a la persona a desconfar del mundo que la rodea incluyendo en esa desconfanza al mismo Señor Jesús.
Aprender a cimentar la confanza en el descanso ofrecido por el Señor es imprescindible para producir frutos de de paz y estabilidad emocional, pero esa cimentación es un proceso que ha de durar según la fuerza mental y emocional de cada persona.
Cimentar esa confanza es un proceso en cuyo desarrollo alternan dos fuerzas de atracción opuestas muy poderosas que determinan qué dirección ha de tomar la persona; esas fuerzas son la confanza, y la desconfanza, la duda y la seguridad; las cuales se oponen entre sí como se mira un poco más abajo.
Confar signifca no dudar, tener seguridad plena en que las palabras del Señor son ciertas, son vivas, actuales y con virtud para aliviar al máximo las penas de sus discípulos. Cuando la confanza está bien cimentada en la persona existe la seguridad de que quien prometió es fel e invariable y cuanto dice en su palabra está plenamente garantizado con grandes beneficios mentales y espirituales.
El tercer paso es mantener viva y con fuerza la seguridad de que las palabras del Señor no son para todos sino exclusivamente para quienes en verdad las creen y las obedecen, o sea exclusivamente para sus discípulos, esto naturalmente excluye al diablo quien según Santiago 2.19 no sólo cree quién es Cristo Jesús, sino también tiembla ante Él; también excluye a los muchos que sólo cuando necesitan de Él se le acercan con oraciones intensivas, con lágrimas, con ayunos y promesas, pero cuando la fuerza de la necesidad ha desaparecido vuelven a su estado normal de insensibilidad e indiferencia hacia la vida espiritual. En realidad el Señor es el Hijo de Dios y por lo tanto no se presta a ningún manipuleo ocasional.
La fdelidad en el discipulado requiere mucha fuerza de ánimo y entusiasmo, o como podría decirse: ambición, entusiasmo y constancia pues la persona tiene que enfrentarse ante un enemigo poderoso que intentará impedirle lograr sus aspiracios7nes, ese enemigo es su misma mente carente de control de las emociones destructivas.
Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo
Mirando más de cerca la situación, es decir, acercándonos al signifcado de las palabras del Señor para tomarlas en el sentido en que Él las dirige a cada invitado a seguirle, se entiende por qué Él se declara como el camino, el Maestro, la luz, la verdad, etc. Estos modos de identifcarse como el guía e instructor de sus discípulos no deben pasarse inadvertidos pues contienen la esencia de todo cuanto se está diciendo respecto a sus enseñanzas y al discipulado del cual los redimidos forman parte.
Para alcanzar la satisfacción de ser discípulo la persona debe aprender a negarse a sí mismo, que es una recomendación del Maestro, y signifca sostener una batalla interna para no ceder ante la presión de la incitación que la mente sin disciplina ejerce sobre la conciencia para hacer lo que causa daño. Quien logra controlar estos impulsos en verdad ha aprendido a negarse a sí mismo.
Seguramente el camino del discipulado en Cristo no es fácil, es largo, escabroso, resbaladizo y hacia arriba, pocos lo caminan ya sea por incapacidad o por desconocer su importancia; lo maravilloso de este camino es que para nuestro Maestro no cuentan las veces que fallemos en el propósito puesto que los pasos, pocos y buenos, aunque sean sumamente pequeños nos hacen avanzar de modo que poco a poco se va hacia adelante; mediante el ejercicio, el momento vendrá en que llegaremos a ser conforme a nuestro Maestro.
Negarse a uno mismo requiere determinación; es el reto más fuerte puesto frente a cada persona que desee convertirse en seguidor del Señor; lo interesante es que esa negación contra uno mismo de ninguna manera puede obviarse, rechazarse o relegar un lugar sin importancia. Las instrucciones no fueron dadas por el Maestro para que la persona considere tomarlas o rechazarlas. Están allí como parte del paquete de requisitos para alcanzar la vida eterna.
He allí una de las más grandes cualidades que el pueblo del Señor debe llenar si es que desea afrmar fehacientemente ser pueblo del Señor. Seguramente mediante la aceptación en pleno de estas instrucciones, o su rechazo, la persona puede entender por sí misma si está califcada para alcanzar la vida eterna o no.
Lamentablemente el Cristianismo está demasiado ocupado moviendo información irrelevante referente al Señor Jesús y a su invitación para que quienes deseen convertirse en su pueblo sigan sus instrucciones. Sencillamente no se estima importante centrar la verdad de sus enseñanzas en la conciencia de las personas
Los “talk shows” como se les llama a esos espectáculos televisivos en los cuales el predicador presenta el evangelio acomodado al gusto de las corrientes populares mayoritarias está demasiado lejos de ser el mensaje de Cristo.
El popularismo comercial religioso es novedoso y atractivo a las masas a las cuales se les induce a creer que con levantar la mano para “aceptar a Cristo como salvador” se alcanza la meta de la salvación.
En fin, la modalidad ha irrumpido arrolladoramente contra la sana doctrina de Cristo y en vez de enfatizar que el paso siguiente es luchar contra los impulsos destructivos de la carne empeñados en mantener a la persona sin abandonar el mundo, el mensaje insulso se centra en la fantasía creada por el cristianismo comercial.
Lo crítico de la negación de sí mismo no tiene cabida en las predicaciones populares pues eso suena demasiado duro, agresivo, ofensivo, intolerable, legalista, falto de amor y de compasión y desencaja con la teología de la moderna interpretación bíblico-social predominantes en las diferentes esferas sociales del cristianismo. Esa falta de énfasis acerca de la necesidad de obedecer la ley de Cristo claramente señala la enorme defciencia de valores morales predominantes con resultados imposibles de ocultar como la pederastia, la promiscuidad sexual, el enriquecimiento a costas del nombre de Cristo, y cientos de proyecciones con las cuales comprobar que el discipulado de Cristo es inadmisible por desencajar con las estrategias de la religión.
Haciendo un repaso de lo dicho anteriormente, creer en Cristo no sólo signifca tener seguridad de su identidad y de su origen y propósito, sino que es necesario e imprescindible creer y obedecer sus enseñanzas, si este segundo factor es desestimado el primero carece de toda virtud, después de todo, el diablo también cree, y tiembla, pero no por eso va a alcanzar la salvación. La salvación se alcanza mediante el discipulado fel al Señor Jesús.
Ser discípulo de Cristo signifca cambiar la proyección mental promotora de los impulsos destructivos de la carne para modelarla conforme a las enseñanzas del Maestro; eso representa un gran reto difícil de realizar para lo cual es necesario determinación y fortaleza de ánimo; la popularidad imagina poder gozar de los beneficios de la paz mental, tranquilidad y equilibrio emocional sólo con “aceptar a Cristo” sin pensar que el reino de los cielos se hace fuerza y los valientes lo arrebatan debiendo luchar tenazmente contra los diferentes elementos mentales que tratan de impedir alcanzar esas triunfo.
Si aceptar a Cristo según la modalidad predominante fuese sufciente para alcanzar la salvación prescindiendo de ser su discípulo entonces todo mundo tendría ganada la salvación. Lamentablemente, aunque esta es la creencia de millones la verdad declara que las cosas son totalmente diferentes. Aquí está el peligro al cual millones y millones están gravemente expuestos sin tener a quién acudir como guía que con sabiduría y paciencia les enseñe a luchar hasta aprender a dominar los pensamientos muchos de los cuales golpean continuamente la estabilidad emocional.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan.
La desconfanza del hombre hacia Dios ha sido notoria a través de los siglos y sin ningún beneficio. El diluvio vino debido a la desconfanza e incredulidad predominantes en el mundo y aunque Noé tardó 120 años en construir el arca el mundo de entonces no fue impresionado por la magnitud de la obra.
Muchos siglos más tarde la desconfanza causó que millones de israelitas cayeran en el desierto y no pudieran entrar a la tierra prometida.
La pregunta sin respuesta es: ¿Por qué el humano desconfía de Dios? sabiendo que Él nunca miente, que cumple cuanto promete, que frecuentemente nos regala sus milagros misericordiosos incluso sin que se los pidamos. Él en su Palabra ha ofrecido bendiciones ilimitadas a quienes le obedecen, y aunque la obediencia falle Él nunca deja de cumplir sus promesas tal como se comprueba leyendo las Escrituras y como nosotros mismos podemos testifcar. ¿Por qué el humano manifesta una tendencia marcada de incompatibilidad hacia el Señor?
Pero la pregunta continúa sin encontrar sólida respuesta: ¿Por qué el humano desconfía de Dios? ¿Será por que los errores que frecuentemente cometemos quiebran nuestra confanza? Eso parece ser una razón aunque seguramente no es la respuesta definitiva pues Israel erró repetidas veces y el Altísimo nunca cesó de bendecirlos. ¿Porque nunca nos ha hablado? Tampoco, pues su voz fue escuchada varias veces por Israel y sin embargo la desconfanza siempre salió victoriosa ¿Hay que desconfar de Dios porque no escucha las oraciones? Nadie, sea judío o gentil, puede blasfemar diciendo semejante cosa. ¿Por qué pues aun cuando la misma experiencia testifca de sus repetidas misericordias la desconfanza es Dios prevalece? Realmente esto es un misterio del cual nunca conoceremos la verdad aunque los siguientes subtítulos ofrecen algunas posibilidades de conocer el origen. Por el momento podría decirse que todo empieza con la declaración de Hebreos 11:6, pues creer en Dios no sólo signifca creer que Él es amor, que es misericordioso y más. Creer en Dios como señala Hebreos tiene alcances más signifcativos que la simple fe apuntada a recibir milagros.
Tanto en los escritos hebreos del Antiguo Pacto como en los griegos del Nuevo está claramente expuesto cómo aquellos hombres entendieron la fe, y la persona que escudriña esos escritos pronto lo descubre.
¿Qué pues involucra tener fe en Dios? Existen varios elementos básicos, entre ellos: La obediencia a sus leyes morales. Aprender a entender que siendo Dios todo cuanto hace es correcto aunque sus designios sean contrarios al modo en que los humanos vemos las cosas. Tener confanza en que todo cuanto la Escritura dice fue escrito para nuestra enseñanza. Aprender a desear el castigo cuando se hacen las cosas que le desagradan, pues la corrección es una forma de conocer si hemos califcado para ser sus hijos. Platicar con Él en todo momento abriendo el corazón ante su presencia. No creer que su respuesta a las oraciones de petición serán siempre a como se espera. Amarle con todo el espíritu, alma y cuerpo. Etc.
Estos son algunos aspectos de la fe mencionados en la Santa Escritura, todos ellos deben estar totalmente definidos en la conciencia como la norma por la cual vivir.
Ni aun sus hermanos creían en él.
Creer en el Señor es un sentimiento fundamentado en la convicción personal de que su sacrifcio no tuvo otro propósito sino el de dar oportunidad de salvarse a quien lo desee; de esa manera aquél cruento sacrifcio beneficia a toda persona que desee sus beneficios.
Entendiendo la magnitud del sacrifcio en la cruz y el terrible dolor sufrido para hacer realidad ese propósito la gratitud debe estar acorde con la intensidad del padecimiento; esto signifca hacer de la gratitud profunda una joya inseparable guardada celosamente en el espíritu, alma y cuerpo.
Seguramente millones conocen las palabras del Señor declaradas en Juan 4:24 Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren. Lo cual constituye la piedra angular de la verdadera adoración hacia el Padre Eterno, sin embargo, no es menos cierto que adorar al Señor Jesús quede relegado a segundo término, después de todo, después de su triunfo en la cruz le ha sido dada toda autoridad en los cielos y en la tierra lo cual inequívocamente los ángeles conocen de la misma manera que los redimidos.
Si el Señor está revestido de toda esa categoría otorgada por el Padre entonces la autoridad y respeto que merece es exactamente la misma, y sus palabras de invitación a descansar en Él contienen el mismo signifcado de las palabras dichas a Israel en Isaías 1:18. Si bien en Israel las palabras de Dios no alcanzaron el efecto esperado queda por ver si entre los redimidos gentiles las palabras del Señor lo alcanzan.
Con todo, la poca importancia acerca de sus palabras dichas en Mateo 11:28-30 han venido a ser un dilema difícil de vencer, es decir: Confar plenamente en el Señor o no confar pero tenerlo como Señor. O creer en su origen y propósito omitiendo hacer de sus enseñanzas el patrón por el cual modelar la conducta personal. O confar en Él hasta donde la fe alcance y desde allí dar lugar a la inseguridad esperando la próxima situación para volver a probar suerte hasta ver quien triunfa si la confanza o la desconfanza. Las tres opciones son parte de la persona que no ha recibido ninguna enseñanza acerca del verdadero discipulado en Cristo.
Claro que las opciones no las ha proporcionado el Señor sino la persona, despojando de esa manera su alma de la frmeza de una verdadera aceptación de Cristo como personal salvador.
Todo lo cual acontece por que en el ambiente cristiano se cree que con sólo aceptar a Cristo, sin el cuidado de obedecer sus enseñanzas, es sufciente para alcanzar la salvación, desperdiciando, por falta de orientación, la gran oportunidad de aprender cómo alcanzar los beneficios de una disciplina efectiva en el ejercicio del bien al prójimo.
La falta de motivación acerca de la importancia de aceptar la invitación del Señor Jesús (Mateo 11:28-30) es causa de dolor, luto, y otras demostraciones por parte de personas inocentes que son víctimas de reacciones indeseables de personas cristianas cuya mente carece de dominio mental por no haber sido instruidas al respecto.
La confanza en el Señor se cimienta mediante el aprendizaje en cuyas etapas el creyente va alcanzando madurez por medio de la guía de sus pastores y por la misma experiencia personal que cada día le proporciona mayor solidez a sus convicciones. Adquirir confanza será para unos una labor más fácil que para otros, todo depende del empeño y grado de familiaridad con Cristo.
Si el Señor es evocado sólo en momentos de apuros entonces la misma conciencia expone a la persona a la verdad innegable de resultados infructuosos; esto lleva a concluir sobre la necesidad de mantener relaciones de padre a hijo, de Señor a siervo, de benefactor a beneficiario.
A Israel le fue dicho que sus relaciones con el Altísimo serían fuertes únicamente mediante el ejercicio mental constante de todo cuanto se les mandó, así, hablando de las leyes de Dios Deuteronomio 6:8 dice:
Las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos.
Todos sabemos que para aprender el cerebro debe ser sometido a intensa práctica de memorización hasta conseguir que los resultados formen parte de la vida personal.
De la misma manera sucede con los redimidos por Cristo los cuales deben hacer de sus enseñanzas motivo de memorización y de meditación diaria si es que se espera alcanzar los resultados de un discipulado verdadero.
Las enseñanzas del Maestro no deben relegarse exclusivamente a los cultos.
porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais.
Esto viene siendo como un caso de conficto doble de atracción en donde la persona necesariamente debe decidir entre dos alternativas que le atraen. El hecho de que la palabra Espíritu haya sido escrito con mayúscula por los editores de Biblias de ninguna manera signifca que sea una referencia de Pablo al Espíritu de Dios. El espíritu aquí referido es el espíritu humano que mantiene pugna contra las fuerzas exteriores que incitan a la carne hacia el pecado y, en tal situación necesariamente una de las dos fuerzas predomina dependiendo de la fuerza de voluntad personal. Determinarse hacia cualquier dirección no es cosa de convicción sobre asuntos doctrinales y de la fe en Cristo Jesús, ni de cuánto tiempo se dedica a la oración ni de la frecuencia o puntualidad a los cultos, sino de voluntad determinada a hacer o seguir lo que conviene sea positivo o negativo. Esto signifca que hacia donde la fuerza de carácter determine hacia allí se conduce la persona.
La lucha mental de cada persona puede ser fuerte o débil: ceder a lo moralmente correcto o a lo que es incorrecto; la batalla, como dice Pablo en Gálatas 5:17 mostrará la capacidad personal de avanzar hacia adelante hasta el triunfo o continuar imaginando que con sólo creer que Cristo murió por los pecadores es sufciente. Dependiendo de la voluntad, y de la fuerza para conquistar los deseos de la carne, así será de fácil o difícil triunfar sobre el bien o el mal.
El fracaso en alcanzar la victoria contra los impulsos de la carne dice claramente que la invitación del Señor a tomar su cruz ha sido rechazada debido a que la voluntad personal se inclina más hacia el lado negativo y la persona no puede abandonar esa situación porque se siente cómoda satisfaciendo la carne. Difícilmente esta verdad es confrontada para pelear por un cambio de ese patrón, y entretanto la persona no tome una determinación definitiva de rebelarse contra aquello que siendo malo le proporciona placer es imposible agradar al Señor, es imposible convertirse en su discípulo, es decir que ser miembro del cuerpo de Cristo y pueblo del Señor es un vano intento
La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto
¿Qué signifca que va en aumento? ¿Cómo es que aumenta? ¿Se aplica esto a los discípulos del Señor? ¿Cómo se aplica esto a los discípulos de Cristo?
A semejanza de lo cual el niño siente el reto de aprender a caminar despojándose de la ayuda de la madre o del padre: un paso, dos o tres, de repente vacila y girando sobre sus pies por la inseguridad apresuradamente vuelve a los brazos protectores. Así la persona indecisa continuará intentando confar plenamente en las palabras del Maestro pero las circunstancias e inseguridad le harán volverse a su punto de origen, de esa manera irá pasando el tiempo con el consabido peligro de pasar toda la vida intentando confar en el Señor pero a la vez vacilando.
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Quienes leemos la Santa Escritura sabemos que el Señor nos invita aser sus discípulos, esto signifca aceptar ser enseñados por Él cómo manejar nuestra vida con sus confictos y dificultades. El siguiente paso es la permanencia en el ambiente formado por sus enseñanzas, fracasar en entrar en ese ambiente es vivir bajo el gobierno del sufrimiento psicológico, una vida de esclavitud en donde las pasiones destructivas manipulan y dominan a la persona.
La fuerza proveniente del poder de nuestro Maestro es más que poderosa para alimentar el deseo de permanecer en sus enseñanzas; es aquí donde puede surgir la interrogante ¿En realidad el creyente ha adquirido ese poder? Y la respuesta es personal, cada quien posee la virtud espiritual de conocer si lo tiene o no. Si no lo tiene puede obtenerlo pues el Señor a nadie se lo niega, pero claro, para que Él lo otorgue debe haber un deseo fuerte y sincero.
Los Apóstoles y la iglesia del siglo I fueron discípulos convertidos sin mostrar evidencias extravagantes o amuletos cabalísticos como la estrella de David, las tablas de la Ley, el kippah (un gorro pequeño usado por los judíos ), o el talit (velo para los hombres judíos cuando oran) o introduciendo entre los gentiles el barbarismo de usar palabras hebreas en el vocabulario local; más bien la iglesia del primer siglo lo mostraba por la sencillez de su vida cotidiana, siendo fuertes contra las pasiones vergonzosas.
Pablo, que recibió instrucciones del verdadero discipulado de parte del Señor lo declara diciendo:
La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad, 12 y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente (Tito 2:11–13)
Ese poder vivo que moraba en su pensamiento y en su alma les hizo fuertes ante el infortunio, ante las pruebas y persecuciones, les capacitó para ser victoriosos sobre el terror de convertirse en espectáculo de los sangrientos actos barbáricos romanos, les hizo dominar el miedo y el nerviosismo. De verdad fueron genuinos discípulos del Señor
Así, la permanencia en Cristo (Juan 15:4), que no es otra cosa sino la práctica de sus enseñanzas, muestra cómo la fortaleza mental fue una de las demostraciones más sorprendentes de las enseñanzas del Maestro. Al acostarse, mientras el sueño hace reposar el cuerpo para renovar fuerzas físicas, al levantarse y lanzarse a confrontar los retos de la vida cotidiana las enseñanzas de Cristo siempre deben estar presentes la mente, más bien deben ser parte de la vida, de otra manera el enemigo aprovecha para sembrar desconfanza en el discípulo. El discipulado en Cristo es de veinticuatro horas, siete días a la semana, todos los días de la vida. El discipulado en Cristo es de entrega total.
En esto difere la iglesia del siglo I con la falsedad de la religión cristiana que a través de los siglos no ha tenido tiempo para mostrar al mundo ser fel a las enseñanzas de Aquél de quien falsamente se proclama ser su pueblo.
Véase pues, cómo los evangelios proporcionan palabras abundantes del Señor de llamamiento a reposar, a ser sus discípulos y a triunfar en la vida contra el sufrimiento material y psicológico. Todo lo que se necesita es leer las Escrituras como un manual de adiestramiento al discipulado.
¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién lo instruirá? Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.
¿Qué es la mente? Filósofos, Teólogos, Psicólogos, Moralistas y profesionales en otras ramas del saber han propuesto lo que consideran ser la mente, y aunque no ha sido posible determinar qué es en realidad todos concuerdan que es un conjunto de virtudes entre las cuales citan la conciencia, la emoción, la memoria, la imaginación, la inteligencia, el pensamiento, la voluntad, el propósito, el intelecto, el razonamiento, la percepción y mucho más.
Todo esto señala a que la mente forma parte de algo más grande y complejo, es decir, a aquello que la Palabra de Dios llama espíritu, después de todo, el Creador nos ha dotado de ese cúmulo de virtudes poderosas con las cuales se forma lo que llamamos nuestro espíritu.
Aunque generalmente la mente se circunscribe a los pensamientos, se hace necesario entenderla como la fuente de muchas otras manifestaciones que requieren atención para evitar los desequilibrios emocionales que frecuentemente son la causa de dolor, frustración y desesperación.
La mente de Cristo debe necesariamente llenar nuestra mente puesto que eso representa poder, sabiduría y dominio propio. Dicho de otra manera, los discípulos de Cristo lo son porque tienen sus enseñanzas y viven por ellas, sin tener su mente no es posible creer en Él.
El control de nuestra mente es algo que se aprende como parte del discipulado, y para facilitar el aprendizaje es que el Maestro nos advierte que alejados de Él es imposible alcanzar esa meta, o lo que es igual a decir que si no se logra controlar la mente no es posible que la mente de Cristo nos gobierne.
Desde que fuimos creados en Adán nuestra mente es nuestra y nadie la puede gobernar sino nosotros mismos.
Nadie conoce lo que pensamos o las intenciones sino sólo nosotros mismos, ni siquiera el diablo. Más bien el diablo sólo percibe pero carece de conciencia, esto es comparable como el tiburón en el agua capaz de percibir el olor de la sangre a cinco kilómetros y por el olor es atraído hacia la presa. Así el diablo es atraído por la mente cuando se desequilibra por la fuerza de los deseos contrarios a la comunión con Dios.
Los únicos capaces de conocer nuestra mente son el Altísimo Padre y su bendito Hijo, con todo, ellos son tan morales que no se posesionan de ella si no se les permite.
De esto Pablo dice:
Pero gracias a Dios que, aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina que os transmitieron; 18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. 19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad: así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la impureza y a la iniquidad, así ahora para santifcación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
20 Cuando erais esclavos del pecado, erais libres con respecto a la justicia. 21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22 Pero ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santifcación y, como fin, la vida eterna, 23 porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 6:17–23.
Nuestra mente está en medio de dos fuerzas, la del bien y la del mal, advertimos eso cuando algunas virtudes del espíritu trabajan juntas para exponernos dónde estamos cuando viene a la conciencia el peligro de vivir en la esclavitud del pecado, o sea a merced del diablo al cual los impulsos carnales atraen.
La mente advierte esa situación por medio de la conciencia poniéndonos en conocimiento que hay otro poder, contrario al del mal al cual podemos optar pero para eso la voluntad debe rebelarse contra los impulsos de la naturaleza viciada por los deseos de error. Así, la voluntad se rebela contra el dominio desordenado de la mente y acepta someterse a la voluntad de Dios. El proceso personal es el mismo, es decir, así como voluntariamente aceptamos vivir bajo la fuerza del mal así debemos aceptar vivir bajo la fuerza del Espíritu de Dios. Desprenderse del uno para optar por el otro causa un fuerte conficto (conficto doble de atracción en donde la persona necesariamente debe decidir entre dos alternativas que le atraen). En tal determinación nadie interviene para ayudar, ni siquiera el Señor pues es un asunto muy personal en donde uno mismo es quien debe decidir a cuál de ambas fuerzas someterse
Notoriamente sólo hay dos fuerzas, y son opuestas entre sí, y es la persona quien voluntariamente debe decidir a cuál servir, sin coerción sino por convicción, aquí es donde se toma la decisión de convertirse en siervo de Dios o continuar como siervo de la mente disoluta a la cual el diablo fácilmente manipula. Así, aunque el Maestro invita a convertirse en su discípulo, uno mismo es quien decide aceptar o rechazar.
renovaos en el espíritu de vuestra mente
Habiendo expuesto en breve lo que es la mente proyectada al incalculable beneficio de abrirla para permitir la entrada a las enseñanzas de nuestro Maestro, abordemos ahora el mismo tópico desde el ángulo peligroso de una mente sin la debida orientación proporcionada por Cristo.
Como se acaba de decir, nadie en lo absoluto tiene dominio sobre nuestra mente excepto nosotros mismos; esto, aunque refeja exactamente la perfección de la Creación, ha venido ser una seria dificultad para cada persona, de ella la experiencia bíblica muestra cómo el hombre a sido dominado y subyugado completamente ante esa terrible fuerza descontrolada hasta destruirlo.
Una mente sin la guía de Cristo es el más acérrimo enemigo interno de cada ser humano, esperando a cada instante los descuidos para golpear fuertemente al alma.
Nuestra mente es enteramente beneficiosa para alcanzar la vida eterna, pero en el lado opuesto puede ser la causa de la perdición eterna en el lago de fuego; todo depende de cómo la orientemos.
Conocí a una persona, de creencia pentecostal, quien en cierta oportunidad, existiendo algún grado de confanza entre ambos, me contó algo que no se me olvida a pesar de habérmelo contado hace más de cuatro décadas.
Él estaba en el culto, en el tiempo de las alabanzas, cantando alegremente; la parte de la narración que le causaba risa es que no tenía conciencia acerca de lo que en el momento del canto estaba pasando, según su narración, él comenzó a cantar la misma alabanza que el resto de asistentes, de repente entre palmoteos y glorias a Dios, se dio cuenta que había cambiado y en lugar de la alabanza que había comenzado era una canción vernácula mexicana la que estaba cantando.
Varios factores psicológicos se unen a la mente para hacer que la persona se pierda por algunos instantes y al volver a la realidad se encuentre con resultados que exponen aquello que de otra manera no se atrevería a revelar.
No es posible determinar cuál pudo haber sido la reacción de las personas junto al cantante de rancheras que imaginaba estar alabando a Dios en el culto de su congregación, pero sí es enteramente demostrable cómo una mente sin control es capaz de colocar a la persona en situaciones desagradables no sólo delante de otras personas sino ante los ojos de Dios.
Otra cosa que seguramente no aconteció fue que esa experiencia pudiera haberle servido como un reporte personal acerca de la necesidad de educar su mente por el camino de la vivencia con Dios. Digo que no aconteció por que tiempo más tarde abandonó su congregación para volver a su sociedad de donde había salido.
La falta de dominio mental hace a la persona caer en situaciones realmente embarazosas como aquel profesional en artes gráfcas que antes de iniciar el trabajo ordenado se acercó ante su jefe a presentarle la prueba final; no puso atención a que el jefe estaba platicando con un cliente. Presentó la prueba pare recibir el visto bueno pero en vez de sentirse satisfecho de la aceptación optó por comentar diciendo: —qué nombre tan horrible el de esta persona—, refriéndose dueño del trabajo cuyo nombre aparecía en la orden. Inmediatamente el jefe lo miró con sorpresa y rubor y le dijo: él es esa la persona, señalando a su interlocutor. Días más tarde aquél hombre contó que en ese momento no hallaba dónde “poner la cara” debido a la vergüenza.
Seguramente quien lee estas líneas puede testifcar por experiencia personal lo que una mente sin una dirección orientada hacia el bien es capaz de hacer.
¿Dominamos nuestra mente o ella nos domina? La respuesta es fácil de encontrar haciendo un examen introspectivo y en la mayoría de casos la respuesta nunca será positivamente favorable a lo que normalmente se piensa La mente se enseñorea de la persona las veinticuatro horas del día. Yendo por el camino, o manejando un vehículo, caminando a cualquier lugar la persona es dominada por la mente. Planes, soluciones, compromisos, discusiones, peleas, enojos, triunfos, inundaciones, grandes incendios, grandes batallas épicas, declaraciones de amor, éxito en cada predicación, una voz inigualable, siempre ganadores en las competencias, capacidad para resolver los problemas más intrincados y miles de pensamientos son producidos por la mente incesantemente cual nutrida lluvia de meteoritos. Cada pensamiento teniendo una duración bastante corta pero sin que la mente fuera de control se detenga tan siquiera por breves minutos. Tras un pensamiento viene otro, y otro, y otro en una secuencia imparable.
Tan horrible es la mente fuera de control que incluso frecuentemente su poseedor, de cada pensamiento, fabrica un mundo que exterioriza, generalmente, con graves consecuencias para sí misma y para quienes le rodean. ¿Por qué la persona actúa con molestia de ánimo, resentimiento y hasta con ira en contra de otra? Sencillamente porque aunque la víctima sea inocente, la mente fuera de control del agresor ha estado pensando tan negativamente en su contra hasta el grado de traer a la realidad física su mundo mental confictivo.
Mientras la persona celosa está en su lugar de trabajo desarrollando sus actividades su mente está agitada severamente dudando de su pareja, llenando su alma de resentimiento, rencor y enojo. No importa cuán falto de razón sea en sus pensamientos, la persona celosa nunca será capaz de satisfacer las dudas generadas por su mente. Indudablemente, la mente sin la virtud de Cristo es asesina y despiadada si no se le controla.
La mente sin control es un amo déspota de quien el diablo se sirve a su entero antojo hasta acortarle los días de vida a la persona quien irá a la tumba creyendo haber sido víctima de los demás, de un mundo desigual e ignorando que fue su propia mente la que le condujo a la total miseria moral.
Harto de días y hastiado de sinsabores es el estigma que portan las almas cruelmente golpeadas y despóticamente manipuladas por su propia mente. Desconfando de todos, tramando siempre vengarse contra quienes su propiamente le ha predispuesto; haciendo sentir a los inocentes sus frustraciones y amarguras.
Seguramente ninguna organización religiosa ha tomado en cuenta mantener programas de enseñanza moral tomando como base la Santa Escritura. Al feligrés se le enseña a obedecer al cuerpo directivo, a colaborar económicamente y con su esfuerzo físico para el bienestar de la organización a la cual pertenece, pero modelar su alma y espíritu según el modelo de nuestro Salvador es algo que a nadie se le ocurre o nadie toma con la debida importancia.
Seguramente, “nadie nace sabido” es una máxima conocida por todos, pero aprender es una labor a la cual todos tenemos acceso, incluyendo aprender a orientar la mente por el camino del beneficio personal. Aprender a orientar la mente no es cosa propia del budismo o de cualquier disciplina flosófca asiática, sino parte de lo que debiera ser la enseñanza que comienza con la aceptación del llamado de Dios a vivir una vida libre y desligada del compromiso de servir a los impulsos de la carne.
(El budismo ha aprovechado los beneficios del control mental para beneficiar a sus seguidores, en cambio la religión cristiana está tan ocupada beneficiándose de las almas y cargándolas con políticas de tolerancia hacia el desenfreno de la carne que no tiene tiempo para interesarse por enseñar los pasos básicos de la enseñanza de Cristo. En la religión cristiana se prefere la explotación que el discipulado en Cristo).
¿Ha intentado usted centrar su mente sobre un punto específco y mantenerlo enfocado por varios minutos sin permitir que la atención se pierda cediendo lugar a otro punto? ¿Por cuanto tiempo lo ha logrado? Por lo general la mente enfoca a un punto, de repente lo quita para pasar a otro sin que necesariamente la conciencia tome parte.
La mente sin adiestrar corre sin “programación voluntaria”, es decir, sin coordinar sobre qué pensar ni por cuanto tiempo; sin que la conciencia intervenga el siguiente punto reemplaza al punto en turno y así transcurre el día y la mente viene a ser como una fábrica en donde las ruidosas máquinas trabajan sin cesar. Mantener la mente apacible, sin trabajar, no es fácil mientras no esté disciplinada, la mente sin control manipula a la persona promoviendo diferentes sensaciones estimulantes o dolorosas y haciendo que el estado de ánimo sufra innecesariamente.
Llegar a advertir este fenómeno de dilución mental así como su frecuencia es un gran triunfo en el propósito de conseguir dominio mental. Advertir el momento cuando el punto en turno va a ser reemplazado es excelente pues es señal de triunfo sobre el desorden mental; el momento vendrá cuando la voluntad alcanzará su objetivo con insospechados beneficios como ahorro de energías físicas, mejor memoria, paz, felicidad, etc.
Otro aspecto sumamente necesario es aprender a encauzar la mente hacia lo positivo, a lo que hace descansar el alma.
Pensamientos negativos como: “La verdad es que yo regreso de mi trabajo tan cansado que ni deseos de leer la Biblia me dan”, podría revelar una verdad oculta, es decir, la apatía frente a las cosas de Dios. En cambio ver el programa favorito de televisión no causa el mismo desgano sino por el contrario se le espera con ansia para verlo y el agotamiento físico desaparece. Esto signifca que entretener la mente en las cosas de Dios carece de motivación.
Algunas personas tienen problemas para llegar temprano a los cultos ya sea por la distancia o porque hay que ayudar a los niños a vestirse, o más, sin embargo, el horario de trabajo se respeta meticulosamente y siempre se hacen esfuerzos por evitar las llegadas tarde. Cuando la excursión requiere de salir temprano ninguna dificultad se antepone, pero llegar temprano al estudio bíblico causa dificultades.
La lista fácilmente puede alargarse pero estos ejemplos demuestran cómo la mente predispone o condiciona a la persona; esto podría decir lo que la voz no se atreve, es decir, el rechazo hacia Dios.
Siendo que el problema estriba en que el pensamiento negativo bloquea las buenas intenciones, entonces no se debe permitir al negativismo continuar con el bloqueo aunque envíe mensajes negativos a la persona entre ellos el desgano, el pesimismo, la falta de deseos, etc. Si hay que hacer lo que conviene lo aconsejable es no pensar vacilando sino simplemente hacerlo, dar lugar a pensar sobre si o no es buscar excusas justifcativas para para no hacer lo que conviene.
Proceder a hacer lo que se debe sólo es efectivo si se bloquean los impulsos negativos. A esto es lo que nuestro Señor llama rebelarse contra uno mismo (Mateo 16:24). Pues la autonegación es un proceso en el cual se invierten energías psicológicas que determinan si estamos aptos para gobernar la mente negativa.
Por supuesto que las palabras de Mateo 16:24 niéguese a sí mismo, son una condicionante, es decir, no se puede aceptar el descanso ofrecido por el Señor si primero no se toma decisión de rebelarse contra uno mismo.
Si la lucha contra uno mismo no alcanza la sufciente fuerza vencedora los factores negativos se desarrollan sin obstáculos y entonces el discipulado de Cristo y el reposo por Él ofrecido no alcanzan su desarrollo, de allí sucede que millones de cristianos viven como si en realidad no lo fueran siendo golpeados por las vicisitudes de la vida y sin la fuerza de Cristo para saber cómo manejarlas sabiamente. Todo apunta a concluir en que para muchos es desconocido cómo manejar la fuerza descontrolada de las emocionales y de los pensamientos negativos pues sus líderes no se preocupan por enseñarles.
Si esta etapa de negativismo es vencida entonces aparecen los beneficios conduciendo a la persona no sólo a leer diariamente con gozo la Santa Escritura sino a gozar de una larga lista de beneficios resultantes. En fin, la opción por excelencia es hacer lo que trae provechos beneficiosos. Lo bueno se bebe hacer sin dar oportunidad al desgano.
Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.
Las palabras de Pablo están orientadas a llenar cualquier vacío de comunión espiritual entre los creyentes. Por supuesto que sus recomendaciones no tienen el propósito de que los redimidos aprendan a fingir buen afecto por medio de gestos de cortesía hacia los demás mostrando alegría superfua exenta del verdadero interés de participar de los momentos felices de otros; él habla de genuino interés.
Asimismo el interés por el dolor ajeno tiene el propósito de unir a los redimidos en una misma mente y sentir, pues las demostraciones de hermandad debían nacer con presteza, con verdadero sentido, sin fingimiento.
Estas demostraciones reciben el nombre de empatía.
Empatía es lo mismo que compasión, afecto, afinidad, comprensión en las circunstancias que empañan la vida. Empatía es la virtud de sentir como propios los triunfos de otros, es decir sentir una felicidad genuina, algo así como “tu triunfo es mi triunfo”.
Del mismo modo sucede con el dolor o cualquier desventaja que impida o limite a otros el derecho a la felicidad; en otras palabras, la empatía es una virtud del alma que mueve a la persona a sentir como propia la felicidad ajena, o a sentir compasión por el dolor ajeno.
Un gran ejemplo de esto lo constituye nuestro Salvador cuando vio la miseria espiritual de Israel (Mateo 23:37), o cuando fue profundamente conmovido por la muerte de Lázaro (Juan 11:38)
Mirar el dolor, la miseria, las desventajas físicas ajenas y meditar y sentir compasión nace de la capacidad espiritual y psicológica de la cual los humanos estamos dotados, pues somos la semejanza de Elohim (génesis 1:26). En no pocas veces Israel se salvó de morir debido a las transgresiones a la Ley porque Él es Dios de compasión frente a la miseria humana. Pero no sólo Israel sino el mundo entero está resguardado bajo la misma conmiseración, después de todo, El amor de Dios está activamente moviéndose en toda la humanidad como está declarado en Juan 3:16.
Por ser el humano creado a imagen y semejanza de su Creador es que la empatía forma parte del conjunto de virtudes que poseemos.
Todos nacemos con la virtud de la empatía en mayor o menor grado, cultivarla depende de cada uno, con todo, las mujeres son más aptas para desarrollarla posiblemente debido al instinto materno, con todo, eso de ninguna manera signifca que el hombre sea insensible, más bien en ambos casos depende del interés y empeño que se ponga en cultivarla. El Altísimo ha declarado
Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Ezequiel 36.26.
El pueblo de Dios debe aprovechar al máximo esta promesa que no sólo atañó al Israel de la Biblia sino a los redimidos por Cristo ya que ellos tienen la opción de despojarse de la vieja criatura para adquirir la nueva lo cual Israel no pudo alcanzar.
El corazón de piedra, o dicho de otra manera, la dureza de sentimientos, únicamente puede ser removida viviendo en la sensibilidad de Cristo: Llorar con los que lloran, reír con los que ríen, compadecerse del dolor ajeno, es una de las virtudes del verdadero discipulado en Cristo. Es evidencia de la ternura nacida en la conciencia personal que ha desalojado la dureza de sentimientos que no tienen cabida en la mente del pueblo de Dios.
Pero aunque la compasión es sublime y por ella manifestamos el dolor, el amor y la felicidad del Maestro hacia el dolor humano, una cosa es muy importante tomar en cuenta: es decir, la compasión hacia uno mismo.
El humano se compadece del grito del alma ajena, de las angustias, del dolor y las dificultades de otros pero carece de capacidad de pensar acerca del valor de sí mismo. Es encomiable escuchar frases como “pobre persona, da lástima ver cómo sufre”. “Si yo pudiera ayudarle, con gusto lo haría”. Ante el dolor ajeno la compasión reacciona con rapidez incluso en las personas de corazón insensible.
Con todo y que esas demostraciones de compasión son sublimes, seguramente con facilidad hacen saltar a la vista las evidencias acerca de la falta de compasión y de amor hacia uno mismo ¿cierto? Para lo que menos tiene tiempo la persona es para pensar en lo necesario que es tener compasión de sí misma.
Pareciera como que pensamientos como: “pobre yo, soy digno de lástima”, “qué compasión siento por mis miserias emocionales y desequilibrios psicológicos que me abaten”, “no soy digno de padecer tanto y lo más conveniente es buscar auxilio”, “pobre de mí porque las circunstancias me golpean fuertemente y no tengo fuerzas para poder evitarlas”, “soy víctima de mi propia impaciencia que me golpea sin misericordia”, “pobre yo porque soy víctima de la intolerancia que siento contra otras personas lo cual me aisla de ellos y me convierte en hipócrita cuando les hablo”, “a la verdad yo soy digno de lástima porque los malos pensamientos, el odio, el rencor, la avaricia, la envidia, me tienen encadenado y no puedo librarme”, “pobre de mí porque soy víctima de mis propios impulsos carnales”, “pobre yo porque soy esclavo de mi misma mente destructora”. Etc. son pensamientos excluidos de la conciencia. ¿Por qué la persona se detiene a considerar y compadecerse de las miserias y dificultades ajenas mientras las personales son desestimadas? ¿Por qué el dolor ajeno impacta mucho mientras que el personal carece de importancia?
Es aquí precisamente donde la proyección mental ha errado por no haber puesto la debida atención a las enseñanzas de Cristo Jesús para ser su discípulo, que si pensara en el valor personal y el derecho a la felicidad ofrecido por Cristo la persona evitaría muchos males para sí misma.
En el cristianismo se enseña el valor del egoísmo y del personalismo, o sea, se le proporciona a la mente sin Cristo la libertad de golpear sin límites a la persona. Quien quiera conocer simplistas ideas hogareñas acerca de “cómo vivir feliz” debe ir a la venta de libros a comprar el título que más le atraiga pues sus líderes en la iglesia están demasiado ocupados para proveer ese tipo de entrenamiento.
Al budista se le llama así porque el budismo es su vida y con toda devoción sigue las enseñanzas del Buda sometiendo sus impulsos negativos hasta dominarlos (Buda signifca, despierto o iluminado), en cambio al cristiano se le llama así no por seguir las enseñanzas de Cristo, sino por declararse cristiano. Notoria diferencia.
Alcanzar dominio sobre las pasiones negativas es un gran triunfo, pero para alcanzarlo se necesita más que tener conciencia del mal que acecha sino que se necesita amor y compasión.
Si el amor y compasión hacia uno mismo no están presentes entonces el propósito de buscar la ayuda que Cristo ofrece (Mateo 11:28-39) será innecesario, y ese hermoso texto continuará siendo leído por años y años sin impactar la conciencia,
Literalmente, introspección signifca mirar adentro de uno mismo, pero esto no debe entenderse literalmente sino en sentido lato (lato es el sentido que por extensión se da a las palabras, sin que exacta o rigurosamente les corresponda), de esa manera, introspección corresponde con varios procedimientos mentales llevados a cabo por la persona para examinar sus emociones y sentimientos. La explicación de introspección dada por el diccionario es observación interior de los propios actos o estados de ánimo o de conciencia.
La introspección frecuente es necesaria e incluso encaja con la máxima griega “conócete a ti mismo” lo cual no signifca otra cosa que estar atento a los diferentes movimientos del alma y del espíritu y las causas que las originan y los efectos que producen. ¿Por que desesperamos? ¿Qué origina la desesperación? ¿Cómo afecta negativamente la desesperación? ¿Cómo afecta a otros nuestra desesperación? Cuando la desesperación domina la mente la concentración se vuelve muy difícil trayendo pesadez y molestia de ánimos e inestabilidad emocional.
Mientras no se conozcan los beneficios de la introspección, o no se tomen como necesarios, no se puede tener conciencia de los desequilibrios emocionales ni se puede conocer la necesidad de protegernos contra los sucesos que desequilibran la mente ni mucho menos podemos frenar los impulsos destructivos que mueven a la carne a actuar contra el deseo de bienestar de nuestro espíritu.
El problema más grande de esto es que cada desequilibro emocional se caracteriza por ser ascendente, o sea, cada vez que se presentan se hacen más difíciles de remover y muchas personas llegan a la tumba sin haber conseguido dominar sus impulsos destructivos.
Seguramente la invitación de Cristo en Mateo 11:28-30 no ha sido tomada con la debida atención y por eso aunque los cristianos religiosos se cuentan por miles de millones los verdaderos discípulos posiblemente apenas puedan contarse.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece
¿Todo qué? ¿A qué se refere el trasfondo de sus palabras? ¿Acaso se está refriendo a ser poderoso en fuerza física, en capacidad para dominar mentalmente a otros, o en capacidad para ganar discusiones sobre asuntos doctrinales, etc? Ciertamente no. Su referencia está orientada a declarar el alto éxito alcanzado en el aprendizaje de las enseñanzas de Cristo. Por su sumisión voluntaria Pablo había aprendido a dominar los impulsos negativos de una mente sin control.
1 Corintios 13:11 es una breve referencia a sus logros alcanzados en el discipulado a que fue sometido por el Maestro. Su primera experiencia fue encontrarse frente a frente con Él, el segundo fue bautizarse, el tercero recibir la enseñanza no sólo de los misterios del evangelio sino lo concerniente a qué signifca ser un verdadero discípulo cuya enseñanza la recibió directamente del Señor como sugiere Gálatas 1:17. Dados estos tres pasos Pablo estaba capacitado para predicar las enseñanzas de Cristo Jesús.
La persona cuya mente está adiestrada en las enseñanzas de Cristo a aprendido a no dañarse a sí misma, ni a los elementos naturales que le rodean. Ha aprendido a no dañar los sentimientos del prójimo. A entendido el grave y altamente nocivo efecto del chisme. No busca aprovecharse de la buena fe de los demás. Jamás menosprecia a nadie.Nunca busca el momento para ridiculizar a nadie con hechos ni con palabras. Nunca aprovecha el momento para sacar ventaja de los descuidos y errores de otros. No espera recompensa por los favores que hace. Jamas se burla de nadie. Nunca impone su opinión sobre otros. Nunca guarda resentimientos contra el prójimo. Nunca se venga. Su honradez es en alta categoría. Nunca habla sin sentido. Siempre refrena sus impulsos para no dañar los sentimientos ajenos. Guarda silencio para no emitir palabra cuando la mente se desequilibra. Siempre actúa con sencillez ante el ataque verbal en su contra. Su mirada es siempre serena y sencilla. Nunca habla con doble sentido. Siempre perdona de corazón. Y más.
Hablando del amor nacido de las mente de Cristo él aprendió que el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios 13:4–7. Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;. Gálatas 5:22–23.
¿Hacia dónde conduce la práctica de todas estas virtudes? Primero, conduce a demostrarnos a nosotros mismos que en verdad somos discípulos de Cristo y que no sólo creemos que Él es el Hijo de Dios sino que creemos en sus enseñanzas inundados del gozo de vivir en obediencia a ellas.
También conduce a descansar emocionalmente habiendo aprendido a aceptar las cosas como vienen y no como se las desea. Esto último evita el sufrimiento y muchas lágrimas. Porque el dolor y las lágrimas provienen del egoísmo, rebelión, inconformidad y oposición a la voluntad de Dios.
El Maestro nos enseñó la posición correcta a esperar pacientemente frente a lo que viene al decir “hágase tu voluntad y no la mía”. Lucas 22:42. Él ha declarado que la presión psicológica que el humano se impone sobre su alma no remedia nada “Y quién de vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a su estatura un codo” Mateo 6.27.
Nadie ha dicho que sea fácil aceptar la invitación del Maestro (Mateo 11:28-30), sin embargo ante la opción del sufrimiento sin esperanza y vacío de socorro, la ayuda moral ofrecida por Él es la opción por excelencia.
La declaración “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” no sólo signifca sentir fuerza contra la incertidumbre sino a entender que cualquiera que sean los resultados a enfrentar la mente estará segura en no dejarse inundar por la inseguridad.
Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santifcados, ya habéis sido justifcados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios.
El propósito de este pasaje es mostrar cómo la vieja personalidad ha sido destruida por la práctica del discipulado en Cristo. Aquellos hombres a quienes Pablo se dirigió habían estado vendidos a esclavitud voluntaria sirviendo felmente a los diferentes impulsos de la naturaleza degenerada por el pecado hasta que por fin llegó el mensaje de la buena nueva de salvación. Pero el mensaje no sólo estaba circunscrito a la salvación del pecado llevada a cabo por el Hijo de Dios, el mensaje de esta buena nueva incluía seguir al pie de la letra las enseñanzas del Maestro sobre cómo vencer los sentimientos que dañan a la misma persona.
El ladrón había abandonado la adicción al robo con lo cual no sólo su moral había crecido positivamente sino que sus intenciones de dañar al prójimo habían desaparecido. Ahora se sentía positivo, y podía levantar su cabeza por que su conciencia estaba tranquila. Ahora estaba en capacidad de sentir en su corazón el dolor de otros que estaban hundidos en esa desventaja y de orar por ellos y de buscar la manera de entregarles el mensaje que a él lo había sacado de esa esclavitud.
El adicto a la borrachera no más se golpeaba contra las piedras, ni su presencia era evitada por la gente sobria, su atracción hacia la bebida ahora había desaparecido y la vergüenza de andar pidiendo algunas monedas para mantener la borrachera se había ido, todo porque el poder del reposo ofrecido por Cristo era la poderosa fuerza que lo fortalecía para no volver atrás. Y así, cientos de personas en el siglo primero de nuestra era fueron favorecidas por el simple hecho de haber sido enseñadas que el beneficio de aceptar a Cristo para evitar la muerte eterna era sólo una parte del paquete de beneficios disponibles. El programa de enseñanza incluía aprender a dominar los pensamientos, los sentimientos y las acciones destructivas. Los beneficiados ahora descansaban de la pesada carga psicológica de creer que las cosas deben ser como uno piensa y no como deben ser. Habían cedido lugar al ejemplo de su Maestro despojándose de todo egoísmo, pues el dolor del alma nace del egoísmo que se estrella contra la realidad.
La disciplina del Señor rindió magnífcos frutos que los redimidos disfrutaban.
¿Cómo aprender si no hay quién enseñe? Así se podría cambiar el sentido de las palabras del esclavo que viajaba de Jerusalén hacia la tierra de su residencia (Hechos 8:31). Las escenas mostradas en ese capítulo signifcan más que la lectura del texto que menciona su respuesta a la pregunta formulada por Felipe: Signifca que para aprender debe haber alguien capacitado para enseñar.
Los doce hombres escogidos por el Maestro fueron identifcados por los judíos como discípulos, y es claro que el discípulo es uno que entrega su mente y voluntad incondicionalmente a aprender las enseñanzas de su maestro. Posteriormente a la muerte redentora aquellos hombres fueron identifcados como Apóstoles, es decir, como comisionados a enseñar todo lo concerniente al mensaje de nuestro Santo Maestro.
Así, Felipe, siendo de los doce, estaba plenamente califcado para enseñar las profundidades proféticas y las enseñanzas morales aprendidas de su Maestro.
Aunque las páginas de las Escrituras Griegas del Nuevo Pacto muestran la abundancia de enseñanzas morales que la primera iglesia aprendió es lamentable que nadie hoy día se preocupe por enfatizar todo el verdadero propósito de Cristo Jesús. En los evangelios se lee que Él se declara Maestro y Señor (Juan 13:13) pero de estas dos declaraciones sólo la segunda encuentra alguna resonancia; la otra declaración no impacta y ha sido relegada al pasado, a su misión de adiestrar a los doce.
La gran comisión, muy famosa en seminarios, colegios y universidades, es enfocada a sugerir que Él envió a los suyos a predicar el evangelio como exclusiva prioridad. Entretanto evangelizar es necesario su contenido está encerrado dentro de algo mucho más signifcante como lo es el discipulado, obsérvense cuidadosamente sus palabras:
“id y haced discípulos a todas las naciones”. Mateo 28:19
Tan claro como que no hay necesidad de explicaciones extras; la orden que Él dio fue ir y hacer discípulos, esto es, ir por el mundo predicando las enseñanzas del evangelio las cuales no se limitan a predicar quién es Jesús y su propósito salvífco sino que van más allá principalmente cómo revertir la vida de vicisitudes hacia la tranquilidad mental.
La salvación ofrecida por el Maestro está contenida en las Escrituras Griegas del Nuevo Pacto, aguardando, pero es inalcanzable entretanto se desconozcan las bases que la hacen efectiva.
Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos
Mirando de cerca el signifcado de estas palabras es fácil entender cómo la ilusión de millones se estrella ruidosamente contra la verdad. Fácil es imaginar que se es pueblo del Señor, después de todo la imaginación es gratis y es personal: “yo ya acepté a Cristo como mi salvador, por tanto ya soy salvo” es un sonsonete bastante popular en el ambiente cristiano pero vacío de verdad.
Lo beneficioso de meditar acerca de las enseñanzas del Maestro no sólo conduce a gozar de una vida mejor, libre de presiones psicológicas, sino a entender la necesidad de hacer de ellas el alimento diario para la mente.
Dios prometió al Israel bíblico toda clase de abundantes bendiciones a cambio de la obediencia a sus leyes, esa es la razón por la cual el Salmo 1:2 dice:
sino que en la ley de Jehová está su delicia y en su Ley medita de día y de noche.
Esta era la clave para una vida tranquila y llena de bienestar diseñada para los israelitas, sentir que cada ley era una delicia para el alma, y sentir necesidad y deleite en su meditación. Tal es la situación dentro del Cristianismo pues las enseñanzas del Maestro están ahí, siempre presentes para que cada persona las haga propias. La simple lectura carece de beneficios, pero la que se hace con pleno propósito de alimentar el alma y de instruir la mente rinde copiosos beneficios.
La ausencia de este propósito es la razón de que en el Cristianismo no sean erradicados cientos de males que exitosamente golpean a la persona sin ninguna compasión teniendo que beber sus lágrimas muchas veces en silencio y a solas por la imposibilidad de dominar las fuerzas internas negativas que le despedazan sus sentimientos. Cuán necesario es vivir las enseñanzas de Cristo y sentirlas que son un pleno gozo, incluso nadie puede ser su discípulo si no toma sus palabras para meditar en ellas de día y de noche, al caminar y al descansar.
Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios Algunas veces este texto es interpretado en el sentido de referencia a la vigencia de la observancia del Sábado por parte del pueblo de Dios.
Aunque guardar el séptimo día está comprendido dentro del Nuevo Pacto concertado por Cristo y que esa observancia es exclusiva para el pueblo de Dios y no para quienes lo rechazan, Hebreos 4 no se refere al reposo del Sábado sino al reposo en Cristo al cual este pequeño tratado viene haciendo referencia.
Hebreos 4:1-11 guarda estrecha relación con Mateo 11:28-30, mejor dicho, ambos se referen exactamente al mismo asunto.
Vagando por el desierto los israelitas estaban a merced de peligros de ejércitos enemigos, de serpientes venenosas, falta de agua y más hasta que finalmente las fronteras de la tierra prometida aparecieron; por fin iban a gozar de la tierra prometida.
Todo parecía ir desarrollándose normalmente; de repente, algo inesperado sucedió que les impidió alcanzar sus ansiados anhelos: —la duda, la resistencia a no confar en Dios, el desinterés a heredar la tierra y la inclinación a vivir según el estilo de los egipcios se interpuso entre el Altísimo y ellos. En otras palabras, la resistencia mental que evita dejar lo que es inconveniente para pasar a una posición de progreso, apareció en ellos. Su peor enemigo no eran los moradores de aquellas tierras sino interior y lo llevaban consigo sin descubrirlo.
Durante su trayecto hacia la tierra prometida habían presenciado diez milagros (Números 14:22), pero ninguno de ellos tuvo fuerza para modificarles la mente hasta hacerlos confar en su Dios. Con cada milagro se alegraban, se animaban a seguir adelante y todo era confanza; pero con el transcurrir de las horas volvían a su estado de incredulidad como si nada maravilloso hubiera pasado.
La duda se apoderó de ellos precisamente cuando menos la necesitaban, justamente cuando todo estaba a su favor y sólo necesitaban el estímulo de la seguridad para alcanzar la victoria; dolorosamente no pudieron sobreponerse a su propia mente y por ello fueron castigados a vagar durante cuarenta años hasta que todos perecieron y la siguiente generación heredó la tierra.
El relato que ofrece Números 14 sugiere que Israel rechazó heredar la tierra porque tuvieron temor de sus enemigos a quienes consideraban muy superiores, sin embargo, yendo a fondo de la situación se conoce la verdadera razón de su fracaso. Estando Dios de su parte no existían enemigos capaces de causarles daño; pero había, uno más poderoso, un poder interno al cual el Altísimo no se comprometió a combatir puesto que a todo humano le ha dado el sufciente poder para combatirlo. Ese enemigo era mente, la duda e incredulidad consiguió vencerlos hasta aniquilarlos a todos los adultos de 20 años para arriba.
Ante la presión de la duda se volvieron negativos, agresivos, violentos, blasfemos y enemigos de Dios. El resultado fue enteramente amargo pues el Altísimo no les perdonó su reacción y como respuesta tuvieron que vivir con el dolor de saber que la tierra que tanto añoraban nunca sería de ellos.
Hebreos 4 declara que por su incredulidad no pudieron entrar en la tierra que les iba a dar reposo tanto de su largo y penoso caminar desde Egipto hasta Canaán, como reposo mental, libre del dolor de ser esclavos pues dentro de poco iban a estar al mismo nivel de otras naciones con tierra propia donde cultivar y tener su ciudad y su Dios nacional.
El caso sucedido a Israel habla tan claro del peligro de la duda acerca de la ayuda bondadosa del Altísimo la cual a menudo es despreciada debido a la inseguridad a la cual los humanos nos enfrentamos. “Quien sabe si Dios quiera ayudarme”. “Dios ni siquiera sabe que yo existo”, y cientos de dudas como estas ensombrecen el horizonte impidiendo gozar del beneficio de la paz mental.
1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2 También a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; a ellos de nada les sirvió haber oído la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. 3 Pero los que hemos creído entramos en el reposo,
El Nuevo Pacto tenía para los israelitas el propósito de darles una segunda oportunidad gozando de los beneifcios de una relación cálida con su Dios y reposo mental y psicológico nacido de una mente libre de preocupaciones destructivas.
Para alcanzar esos beneficios el único requisito era reconocer a Jesucristo como Hijo de Dios y vivir sus enseñanzas, lamentablemente su perspicacia no estaba orientada a entender esas condiciones y los resultados nuevamente les fueron fatales.
Curiosamente el pueblo casi en su totalidad no entendió el propósito del Altísimo y rechazó el nuevo pacto, pero lo entendió una minoría formada por 12.000 de cada tribu (Apoc. 7) los cuales sumaron 144.000, estos reconocieron al Hijo de Dios y optaron por obedecer sus enseñanzas con el consabido beneficio de alcanzar una vida de paz, de gozo, de conformidad y de dominio de la naturaleza carnal plagada de confictos emocionales que destruyen los valores espirituales e imposibilitan alcanzar la salvación eterna. Estos 144.00 sí consiguieron entrar en el reposo de Dios.
Pablo, que seguramente escribió la carta a los Hebreos, les aconseja a no detenerse en la vida confando en que la vida eterna estaba en sus manos sino a poner cuidado en las enseñanzas del Maestro. Hebreos 4:1-3 es una fuerte advertencia a no descuidar la obediencia de las enseñanzas del Maestro que de hecho conocían y vivían. Descuidarlas era igual a volver a las cadenas opresoras de una mente libre de Cristo, desenfrenada, a merced del dolor, angustias, frustraciones y más.
Lastimosamente, hoy en día la recomendación hecha en Hebreos 4:1-3 es leída soslayando la parte importante de su trasfondo, y por ser una carta escrita con destinatarios específcos poca atención recibe, perdiéndose así la oportunidad de entender cuán necesario es gozar perennemente del beneficio de ser discípulos de Cristo.
Millones de Cristianos viven sin ver la luz de la verdad que conduce a entrar en el reposo de Cristo. Ya ha sido dicho en páginas anteriores que creer que Cristo es el Hijo de Dios, que vino a morir por la humanidad y que volvió al lado de su Padre es sumamente importante pero eso no signifca alcanzar la vida eterna, después de todo, Santiago 2:19 dice que los demonios también creen, y tiemblan, pero de ninguna manera signifca que por temer y temblar vayan de salvarse. Cristiano no es el que profesa la religión cristiana sino uno que vive en las enseñanzas del Maestro, lamentablemente el verdadero signifcado ha sido desviado hacia uno de valor fraguado resultando que los cristianos, al igual que quienes no lo son, sufren por igual los estragos de una mente indisciplinada que los domina y golpea sin misericordia
¿Qué es voluntad? Voluntad es una virtud de nuestra mente que nos mueve a hacer las cosas de manera intencional o premeditada, y dependiendo de las intenciones premeditadas así funciona la voluntad. De esa manera, la inclinación hacia el bien o el mal son actos voluntarios premeditados.
Aparte de los actos voluntarios, los involuntarios son aquellos no premeditados, imprevistos y sorpresivos. Los pecados involuntarios eran perdonados por Dios a Israel en un día especial conocido como el Día de las Expiaciones. Cualquier persona podría convertirse en asesina, pero si la acción no era predeterminada o voluntaria era eximida de culpa y alcanzaba el beneficio del perdón de Dios.
Otros pecados involuntarios eran aquellos cometidos por ignorancia. Por estar bajo esta categoría alcanzaban el perdón de Dios.
Notoriamente, en el evangelio no existen pecados involuntarios. Una declaración, bastante rayada por cierto, es aquella que dice: “Es que cuando menos siento ya he hecho lo que no debo”. En vez de ser pecado involuntario este tipo de errores se deben a falta de interés personal por evitarlos. La causa de eso no es falta de memoria, o las muchas ocupaciones, o cosas similares sino al desinterés por hacer de la disciplina mental una columna fuerte en la cual sostener el discipulado en Cristo. Las cosas interesantes nunca caen en la categoría de excusas pues la persona las mantiene vivas en su mente.
Así el discipulado en Cristo y el reposo en su compañía es cosa de interés y voluntad determinada a la obediencia. Si la voluntad es débil entonces la mente nunca será sometida a disciplina y siempre causará grandes estragos.
Todo éxito o fracaso en la consecución de un ideal se origina en la mente; en la fuerza de determinación. La debilidad mental motiva el surgimiento de otros fenómenos como la confusión, desgano, resentimiento, enojo frustración, pesimismo y más.
No es cosa rara saber que millones de personas viven en constante resentimiento contra Dios y su Hijo porque las cosas no les salieron como las querían sino como debían ser. Culpan a Dios porque la mente los ha traicionado repetidamente y no teniendo en quién descargar sus frustraciones las descargan contra el Autor de la vida, como que si la culpa de falta de control mental proviniera de Él.
Por lo general ante el fracaso de alcanzar una meta nunca se busca la verdadera causa de los factores que impiden alcanzar esa meta. Así, ante la incapacidad de terminar el curso de capacitación la culpa es proyectada de diferente manera: Esa escuela es mala, el instructor es inepto, no habla claro, todo se enreda, o, el material no es concreto, es difícil de entender, necesita revisión, etc., dependiendo de la habilidad mental así se presentan otras excusas, sin embargo, un examen honesto acerca de las causas reales podría llevar a entender la verdad del por qué el estudiante abandonó ese curso de capacitación. Curiosamente pocas veces se señala la poca capacidad personal de asimilación, sobre todo cuando terceras personas preguntan al respecto.
Pareciera que el fracaso atemoriza y nos pone a la defensiva hasta el grado de culpar a otros. Aparentemente los fracasos no dejan huellas en el modo cómo la persona se desenvuelve en la sociedad, pero la verdad es otra y debiera pensarse seriamente en ello. El resentimiento, la incompatibilidad con el ambiente o con algunas personas, el pesimismo hacia otros, y muchas otras actitudes personales destructivas son manifestaciones de las frustraciones escondidas y que no nos atrevemos a denunciar.
Así, el débil para aceptar el discipulado en Cristo se excusa en que esa iglesia es legalista, allí no se habla de Cristo sino sólo de obedecer las leyes de Dios, no es el lugar ideal para superar el nivel espiritual, a la gente le gusta el chisme, los sermones son aburridos por que nadie aplaude, ni grita o salta. Las excusas dependen de cada persona y generalmente son infuenciadas por la mente sin disciplina que corre sin control atropellando sin misericordia todo lo bueno que la persona misma pueda alcanzar como beneficio para fortalecer su mente en lo bueno.
El peor enemigo de la persona no es el diablo como popularmente se piensa sino la mente sin disciplina que vertiginosamente va hacia abajo como una fuerte corriente de lodo arrastrando rocas, árboles y todo cuanto encuentra a su paso.
Esto refuerza lo dicho antes en el sentido de que el peor enemigo de la persona no es exterior sino interior—la mente. Por lo general, sin una disciplina nacida de la Palabra de Dios es imposible dominar la mente, más bien ésta domina y manipula a la persona a su entero antojo, la despedaza con resultados dolorosos encerrándola en una celda obscura, húmeda y sin ventilación dentro de la cual sus pensamientos le asestan golpes sin misericordia hasta hacerle creer que su horroroso modo de pensar es correcto y que su odio es justifcado.
olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante...
A decir verdad un grueso volumen, o varios, se pueden escribir con aspectos interesantes respecto al reposo ofrecido por Cristo el cual en verdad forma parte del discipulado mas no es ese el propósito de este estudio sino el de motivar al amable lector a la refexión y al estímulo de aprovechar el tiempo gozándolo en la meditación diaria de las enseñanzas de nuestro Maestro.
Algunos aspectos comunes frecuentemente manifestados y a menudo sin control, deben formar parte de la agenda diaria hasta tomar posición y dominio sobre ellos:
A partir de hoy debo definirme como fel discípulo de Cristo para alcanzar los siguientes beneficios:
Debo apartarme de la cobardía (Apocalipsis 21:8) para definirme a luchar por alcanzar mis metas de ser fel a Cristo.
Debo evitar pensar mal de otras personas.
Debo aprender a pensar bien de las personas.
Debo luchar por acabar con mi adicción al enojo.
Debo aprender a ver virtudes en vez de defectos.
Debo aprender a compadecerme de mí mismo y de los demás.
Debo aprender a no culpar a otros por mis errores.
Debo aprender a compadecerme de mi esposa y de mis hijos que no tienen culpa de mis desvaríos emocionales.
Debo ser cariñoso y atento con mi esposa y mis hijos.
Debo aprender a no castigar a mis hijos sino a educarlos con sabiduría.
Debo aprender a aceptar que no siempre tengo la razón.
Debo aprender a ser honesto con Dios.
Debo aprender a orar con verdadero sentimiento de humildad.
Debo aprender a mirar mis defectos en vez de mirar los defectos ajenos.
Debo evitar golpear o herir con palabras.
Debo ser feliz en toda circunstancia.
Debo evitar se egoísta.
Debo dominar mis pensamientos nocivos.
Debo ser cortés y educado con todos.
Debo leer diariamente la Palabra de Dios.
Debo orar al levantarme, al bañarme, al tomar los alimentos, al salir de casa, al ir hacia mi trabajo, al empezar mi trabajo, al terminar mi día de trabajo, al volver por el camino al hogar, al llegar a mi hogar, al tomar mis alimentos, al acostarme.
Debo acostarme en paz y feliz con mi familia.
Debo iniciar el día alegre de que no amanecí inválido.
Debo iniciar el día alabando la creación.
Debo iniciar el día dando gracias al Señor por librarme de mi pesada carga psicológica.
Debo prometer a Dios que no perderé la paciencia ante nada ni nadie.
Debo despedirme dulcemente de mi familia al ir a trabajar.
Debo volver a casa con cariño, contento de volver a ver a mi familia.
Debo meditar a cada momento en los mandamientos de Cristo.
Debo amar a Dios con todo mi corazón.
Debo tener como alimento deleitoso meditar en las enseñanzas de Cristo.
Debo amar y obedecer los mandamientos de Cristo.
Debo amar y obedecer todos los mandamientos morales de mi Dios y no sólo diez.
Debo considerar las limitaciones espirituales ajenas.
Debo considerar las limitaciones intelectuales de los demás.
Debo refrenar el impulso de hablar mal de otros.
Debo desalojar de mi corazón y mente toda raíz de amargura.
Debo amar como mi Maestro me ama.
Debo aborrecer todo género de mal.
Debo ser pacifista.
Debo ser de limpio corazón.
Debo compadecerme de las debilidades espirituales ajenas.
Debo aprender a sentir dolor por mis errores.
Debo aprender a perdonar para que Dios me perdone.
Debo evitar comentar o burlarme de los errores ajenos.
Debo entender que las cosas son como son y no como yo quisiera que fueran.
Debo ser feliz aun con las cosas que no me gustan.
Debo evitar las dudas.
Debo evitar el pesimismo.
Debo aprender a dar la razón a otros.
Debo ser fuerte para luchar contra el desgano de superarme moralmente.
Debo aprender que todos tenemos derecho a ser como somos y no como yo quiero.
Debo aprender a no permitir que la amargura me domine.
Debo aprender a no ser hipócrita.
Debo aprender a ser útil en mi congregación.
Debo evitar ser piedra de tropiezo.
Debo evitar hablar mal de mis compañeros.
Debo evitar golpear o destruir los objetos que me sirven.
Debo aprender que es mejor el ejemplo que las palabras.
Debo aprender a no ser caprichoso.
Debo aprender que no valgo más que otros en la iglesia ni en en otro lugar.
Debo evitar las excusas deshonestas.
Debo dominar mis impulsos carnales
Debo hacer del amor (1 Corintios 13:4–7) mi mejor alimento espiritual.
Debo pensar sólo en hacer el bien sin esperar recompensa.
Debo sacar de mi alma todo sentimiento y amargura.
Debo librarme de sentimientos caprichosos.
Debo cada día mejorar espiritualmente.
Debo evitar la dureza de rostro.
Debo aprender a relajar mis músculos incluyendo los de mi rostro.
Debo aprender a mirar con compasión y comprensión.
Debo mostrar compasión con quienes me hablen.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. 9 Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.
Quienes aspiramos a ser reconocidos por nuestro bendito Maestro como discípulos suyos no debemos vacilar en aceptar la invitación a despojarnos de la carga psicológica pesada y agobiante a la cual este estudio se refere, después de todo, el sentido común del cual estamos dotados sin dificultad nos advierte de las grandes ventajas disponibles. ¿Por qué sufrir el duro tormento de una mente fuera de control? ¿Por qué permitir que la mente nos controle en vez de nosotros controlarla? ¿Por qué fingir felicidad en Cristo cuando la realidad interna claramente nos expone como víctimas de nuestros propios impulsos carnales? ¿Por qué echar a perder la vida eterna prefriendo vivir a merced de los impulsos sin control de la carne? ¿Por qué permitir que los pensamientos negativos nos bombardeen a cada segundo? ¿Por qué padecer enfermedades psicosomáticas por no querer despojarse pensamientos nocivos? ¿Por qué gozar en el masoquismo? (Masoquismo es un desequilibrio mental en el cual la persona siente placer al ser maltratada).
Todos merecemos el beneficio de la oportunidad puesta frente de cada uno. Aprovechemos la libertad para vivir una vida espiritualmente saludable, gozando del reposo ofrecido por Cristo solo en ese estado encontraremos el verdadero signifcado de ser libres conociendo la verdad.
FIN.