Un Estudio bíblico e histórico que expone por qué el bautismo en el nombre de la Trinidad aparece en el Evangelio según Mateo.
Millones de Cristianos asisten a la parroquia o iglesia para celebrar el bautismo de sus niños de poco tiempo de nacido, y los adultos a algún río para ser bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Sin importar la confesión que se profese, todo creyente sabe que el bautismo es el primer paso que comunica obediencia al mandamiento de nuestro Señor Jesucristo.
El Catecismo de la Iglesia Católica declara:
“ARTÍCULO 1
EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO1213 El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu ("vitae spiritualis ianua") y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (cf Concilio de Florencia: DS 1314; CIC, can 204,1; 849; CCEO 675,1): Baptismus est sacramentum regenerationis per aquam in verbo" ("El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra": Catecismo Romano 2,2,5).”
La Confesión del Centro de Teología Reformada y Apología, dice:
“Capítulo XXVIII
Del bautismo
I. El bautismo es un sacramento del Nuevo Testamento, ordenado por Jesucristo, [1] no solo para la admisión solemne del partido bautizado en la Iglesia visible, [2] sino también para ser para él una señal y sello del pacto. de la gracia, [3] de su injerto en Cristo, [4] de la regeneración, [5] de la remisión de los pecados, [6] y de su entrega a Dios, por medio de Jesucristo, para caminar en la novedad de la vida. [ 7] ¿Qué sacramento es, según el propio nombramiento de Cristo, para continuar en su Iglesia hasta el fin del mundo? [8]
II. El elemento exterior que se hará en este sacramento es el agua, con lo cual la parte debe ser bautizada, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, por un ministro del Evangelio, legalmente llamado a esto. 9]”
(Traducido del Ingles al Español)
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días dice:
“Bautismo en el camino del Señor
El Salvador reveló el verdadero método de bautismo al profeta José Smith, dejando en claro que la ordenanza debe ser realizada por alguien que tenga la autoridad del sacerdocio y que debe hacerse por inmersión:
"La persona que es llamada por Dios y tiene la autoridad de Jesucristo para bautizar, descenderá al agua con la persona que se ha presentado para el bautismo, y dirá, llamándolo por su nombre: Habiendo recibido el encargo de Jesucristo, yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Entonces él lo sumergirá en el agua, y saldrá otra vez del agua" (D. y C. 20: 73-74).”
(Traducido del Inglés al Español.)
Definitivamente, toda organización cristiana, cualesquiera que sean sus creencias, confirma su determinación de validar el bautismo personal para alcanzar el perdón de los pecados y para ser parte del cuerpo de Cristo.
Ningún padre de familia con deseos de incorporar a sus hijos al sistema religioso cristiano prescindirá de llevarlos al cura para que derrame una porción de agua sobre su cabeza. De igual manera los protestantes y evangélicos están plenamente seguros que para alcanzar la salvación eterna necesitan descender a las aguas.
Aunque entre la Iglesia Católica y los evangélicos existe un entendimiento diferente de cómo el oficiante y los bautizados deben proceder, es notorio que quien sigue las huellas del Señor debe descender a las aguas.
Bautismo es una palabra de origen griego, cuyo significado podría sorprender a quienes leen la Sagrada Escritura debido a que esta palabra no se usa exclusivamente para el acto bautismal. En términos generales, las Escrituras Griegas del Nuevo Pacto la aplican de la siguiente manera:
Y cuando regresan de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que se aferran en guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, de los jarros, de los utensilios de metal y de las camas.) Marcos 7:4
Las palabras lavan y lavamientos han sido vertidas del griego baptizo y baptismós.
Aunque este texto menciona lavarse las manos y lavamiento de jarros, utensilios de metal y camas; es claro que tales acciones significaban sumergir tanto las manos como los útiles de servicio. Este término se usa para entender que las personas mencionadas en la Escritura fueron bautizadas o sumergidas completamente en agua.
Partiendo de estos ejemplos se entienden las palabras de Pablo referentes al bautismo por inmersión al mencionar a los israelitas cuando cruzaron el mar Rojo en su lecho seco. Haber tenido las aguas del mar por sobre sus cabezas, tipificaba lo que más tarde sería el bautismo en agua hasta cubrir completamente a la persona. De esa manera lo explica en 1 Corintios 10:2:
...que todos, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar.
La misma alusión es hecha cuando menciona que todos caminaron bajo la nube que los cubría.
Claro que la alusión de Pablo a aquellos dos grandes momentos de ninguna manera significa que los israelitas fueron bautizados en el desierto, él sólo lo menciona como un tipo.
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
En la doctrina del Maestro, la cual entendió Pablo enteramente, el bautismo significa muerte, pero no muerte física o simbólica sino espiritual. Por que así como el bautismo por inmersión es un acto real así son sus efectos. Pablo no está haciendo referencia a ninguna muerte simbólica. Más claras son sus palabras en Romanos 6:7
porque, el que ha muerto ha sido justificado del pecado.
La persona que ha sido bautizada ha muerto literalmente al pecado. Si se dijera que es una muerte simbólica al pecado entonces no ha muerto y su pecado está vivo, y su condenación es segura. Por esto es que se dice que el bautismo no significa muerte simbólica sino espiritual.
Los humanos hacemos algunas cosas no por iniciativa personal sino porque miramos y oímos lo que otros hacen, así, los fariseos y saduceos (Mat. 3:7). Aquellos individuos ni conocían el profundo propósito de las razones por las cuales Juan bautizaba al pueblo, ni mucho menos sentían arrepentimiento por sus pecados cometidos. El calificativo acertado de Juan hacia ellos fue “generación de víboras”. Ninguno de ellos era sincero sino que deseaban ser bautizados “por que si otros lo hacen, ¿por qué no yo?, después de todo, ningún sacrificio es requerido”. Las palabras de Juan sonaban fuerte: “haced frutos dignos de arrepentimiento”, pero en ellos no tenían ningún impacto; lo importante era unirse a la corriente de personas que estaban siendo bautizadas.
El bautismo, para que sea genuino, no debe hacerse por invitación, por obligación, por incitación, por imitación, por coacción, por exhibición. Etc. Sino por convicción, por deseos de entregar la vida personal al servicio del Señor, por deseos de despojarse de la carga del pecado agobiante, por deseo de ser nueva criatura.
Descender a las aguas únicamente porque el pastor gentilmente invita a los asistentes a los cultos a bautizarse, o por los otros motivos, es un acto sin valor.
En cierta conversación en la cual se estaba abordando lo que era el bautismo, uno de los presentes mencionó a cierta persona diciendo a que a ella no la habían bautizado sino que la habían mojado ya que su vida después del bautismo continuaba siendo exactamente la misma de antes de haberse bautizado.
Aunque sus palabras despertaron el buen humor de los demás, en realidad aquellas palabras señalaron acertadamente que el acto bautismal no consiste en descender a las aguas para que el ministro bautista realice su trabajo ya que el simple hecho de descender a las aguas a nadie salva; lo que salva es la convicción personal por qué el bautismo se hace como oportunamente 1 Pedro 3:21 declara: “el bautismo que ahora corresponde nos salva no quitando las inmundicias de la carne, sino como demanda de una buena conciencia delante de Dios”. Ciertamente el propósito del bautismo es la salvación, sin embargo, la inmersión en las aguas sin plena convicción no despoja a la persona de los vicios, adicciones y actitudes personales incorrectas todo lo cual es un deber personal.
Tener esperanza es que después del bautismo los arrebatos iracundos, la inclinación a las malas intenciones y demás desviaciones mentales desaparecerán como un acto de magia es no haber entendido que la transformación en nueva criatura empieza en el corazón del aspirante a la salvación.
La historia de la iglesia de Dios, en el libro de Hechos de los Apóstoles, empieza precisamente en el momento que nuestro Señor asciende a los cielos. A partir de ahí Lucas narra todo cuanto a su juicio consideró importante registrar.
En todos los versos que tratan acerca del bautismo, se observa que invariable y exclusivamente es realizado en el nombre de Cristo. Las siguientes citas lo testifican:
Hechos 2:38: “Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
Hechos 8:12: “Mas cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo , se bautizaban hombres y mujeres.”
Hechos 10:48: “Y les mandó bautizar en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.”
Hechos 19:5: “Oído que hubieron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.”
Hechos 22:16. “Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.”
Esto claramente demuestra que todos los Apóstoles, incluyendo a Mateo por supuesto, bautizaron a aquellos miles de israelitas mencionados en Hechos en el nombre de Cristo puesto que «no hay otro nombre bajo del cielo en quien ser salvo». Hechos 4:12.
No es motivo de mención, ni mucho menos de discusión que los Apóstoles nunca conocieron que debían bautizar invocando a Dios o al Espíritu Santo.
Ninguna “fórmula bautismal” era conocida ni mucho menos usada sino que el nombre de nuestro Señor era invocado sobre los bautizados, nada más.
Esto significa que Mateo nunca conoció que debía bautizar invocando al Espíritu Santo. Arriba se dice que los doce Apóstoles bautizaron, y lo hicieron en equipo, lo cual es creíble puesto que la primera cosecha de convertidos sumó 3000 personas, cuyo número necesariamente requirió una labor conjunta. Hechos 4:4 proporciona otro número enorme: cuatro mil. En total de judíos bautizados sumó 144.000, lo cual significó una labor bastante activa de los Doce.
A esa enorme cantidad hay que agregar a todos los gentiles que fueron bautizados durante el tiempo en que los Doce vivían, cuya cantidad es imposible de determinar.
Agréguese a esa cantidad los bautizados de los siglos siguientes realizados por los líderes de la iglesia de Dios que continuaron bautizando únicamente en el nombre del Señor Jesús.
En síntesis, el Bautismo trinitario aún no aparecía en el siglo I sino que aparecería unos doscientos años más tarde.
Por tanto, id, y doctrinad a todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Uno podría preguntar ¿Si Mateo bautizó en el nombre de Cristo a la par de sus compañeros apóstoles, por qué el evangelio que leva su nombre contiene algo que él mismo nunca practicó?
Si Mateo y los otros apóstoles conocían que el bautismo debía realizarse invocando el Nombre, ¿por qué en el evangelio que lleva su nombre aparecen las palabras (supuestamente) del Señor Jesús mandando bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? Ciertamente la Iglesia Católica, o al menos sus altas autoridades conocen algo que no ha declarado al mundo cristiano. ¿Por qué los teólogos protestantes evitan decir la verdad respecto a la fórmula bautismal, o es que la desconocen?
Sería crasa informalidad conjeturar que Mateo, al escribir su versión del evangelio, haya decidido agregar palabras que el Señor nunca mandó.
Después de tantos siglos que han transcurrido, ni evangélicos, ni mucho menos católicos, desean declarar lo que sucedió y por qué, no habiendo Mateo escrito la fórmula trinitaria, hoy aparece en el evangelio que lleva su nombre.
Acerca de esta fórmula trinitaria escrita en negritas (a propósito) al inicio de este subtítulo de habla más adelante.
¿Escribió Mateo su evangelio en lengua griega?, seguramente que no. Más bien lo escribió en Hebreo aunque al presente el Mateo original hebreo podría parecer dudoso. Sin embargo algunos escritores de renombre, incluyendo a Ireneo (185 e.c. y Epifanio de Salamina 315-401 e.c,) aseguran que Mateo escribió su evangelio en Hebreo. Asimismo, Eusebio de Cesarea (263-339 ), historiador eclesiástico, a la par de Jerónimo, otro brillante escritor (347-420) y escritor de la Vulgata Latina, testifican fehacientemente acerca de la existencia de una copia del Mateo escrito en Hebreo.
Incluso Jerónimo declara con pormenores la existencia de una copia, diciendo que estaba en la biblioteca de Cesarea,
Óiganse sus palabras:
"Mateo también llamó a Leví, apóstol y, a veces, publicano, compuso un evangelio de Cristo publicado originalmente en Judea en hebreo por el bien de los de la circuncisión que creía, pero esto fue luego traducido al griego, aunque por lo que el autor es incierto. El hebreo mismo se ha conservado hasta el día de hoy en la biblioteca de Cesarea, que Pánfilo tan diligentemente reunió. También tuve la oportunidad de tener el volumen que me describieron los Nazarenos de Beroea, una ciudad de Siria, que lo usa. En esto debe notarse que donde quiera que el Evangelista, ya sea por su propia cuenta o en la persona de nuestro Señor el Salvador cita el testimonio del Antiguo Testamento, no sigue la autoridad de los traductores de la Septuaginta sino del hebreo. Por lo tanto, estas dos formas existen "Fuera de Egipto he llamado a mi hijo" y "porque se le llamará Nazareno". (Jerónimo, Vidas de Hombres Ilustres, Cap.3)
Ireneo, Epifanio, Eusebio y Jerónimo, cuatro hombres de renombre testificando afirmativamente acerca de la existencia del Mateo hebreo. Con semejantes testimonios no queda la menor duda de que el original no fue escrito en Griego sino en Hebreo.
Resulta verdaderamente interesante que Eusebio, en sus obras: Preparación Evangélica y Demostración Evangélica cite varias veces (unas 17 o más) Mateo 28:19-20, en ninguna menciona la fórmula tripartita «en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo», no lo hace sencillamente porque en la biblioteca de Pánfilo, en Cesarea (mencionado arriba) existía una copia del Mateo hebreo que no la contiene. A la muerte de Pánfilo Eusebio quedó a cargo de tan valuada biblioteca lo cual significa que podía consultarlo cuantas veces quisiera.
Eusebio cita Mateo 28:19-20 de la manera siguiente:
Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
En todas las veces que cita Mateo 28:19-20 siempre omite la oración “bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” porque sencillamente el apóstol nunca escribió tal cosa lo cual Eusebio sabía.
Parece ser que por el tiempo en que Eusebio escribió sus obras la copia griega del Mateo hebreo ya existía o estaba próxima a aparecer como lo confirma Jerónimo su contemporáneo. Existe fuerte posibilidad de que Eusebio conociera los motivos que la Iglesia Católica tuvo para insertar la fórmula trinitaria a Mateo 28 habiendo sido esa la razón por la cual prefirió basarse en el hebreo en vez del griego.
La Iglesia Católica ha dicho en varias ocasiones que la Iglesia está por encima de la Biblia. También declara que únicamente la Iglesia Católica está capacitada para interpretar la Biblia. Ambas declaraciones encajan en el marco histórico cómo esa autoridad ha desencadenado persecuciones y muerte contra quien contradiga o se oponga lo que ella anda.
Fue la Iglesia la que se tomó la libertad de agregar al evangelio de Mateo lo que él nunca escribió. El Cardenal José Ratzinger (después Papa Benedicto XVI) dice:
La forma de nuestra profesión se elaboró en el transcurso de los siglos II y III en conexión con el rito bautismal; por lo que atañe a su origen local es un texto romano, pero su origen interno es el culto divino, más en concreto, la administración del bautismo; ésta, a su vez, se refiere en su forma fundamental a las palabras del Resucitado relatadas en Mateo 28,19: Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Por eso al bautizado se le hacen tres preguntas: Crees en Dios, Padre todopoderoso? ¿Crees en Jesucristo, Hijo de Dios...? ¿Crees en el Espíritu Santo...?.2 A las tres preguntas contesta el bautizado .credo. .creo.; después se le sumerge en el agua. La forma primitiva de la profesión de fe es, pues, un triple diálogo, pregunta y respuesta, y tiene lugar en el rito bautismal.
Probablemente ya en el transcurso de los siglos II y III la triple fórmula, tomada simplemente de Mateo 28, se amplió en el centro, es decir, en la cuestión cristológica…
(Introducción Cristianismo. Capítulo II. La Fórmula Eclesial de Fe.)
El Cardenal Ratzinger dice que la fórmula eclesial de la fe católica fue formulada en Roma allá por los siglos II y III e.C., lo cual dice claramente que no fue Mateo quien la escribió. Ya ha sido citada la declaración de Jerónimo en el sentido es que no sabe quién haya interpolado esas palabras al evangelio de Mateo, ahora por el Cardenal Ratzinger se sabe que tal interpolación fue fabricada en Roma precisamente cuando la Iglesia estaba atrayendo a su seno miles de paganos a quienes como requisito para bautizar se les debía hacer creer en la Trinidad.
Al momento de escribir este Estudio desconozco si los teólogos evangélicos conocen tal alteración y optan por callar.
El Cardenal ha dicho: “La forma de nuestra profesión se elaboró en el transcurso de los siglos II y III en conexión con el rito bautismal; por lo que atañe a su origen local es un texto romano.”
Sus palabras, “en conexión con el rito bautismal”, de ninguna manera significa que en Mateo 28:19-20 nuestro Señor haya mandado a sus discípulos a bautizar usando la fórmula tripartita, más bien el Cardenal está diciendo que la iglesia de Roma vio propicio, en esa parte del evangelio, añadir el tema referente al bautismo para que pareciera como que el Señor estaba enviando a sus discípulos a bautizar.
Recuérdese que Hecho de los Apóstoles muestra que el bautismo se hacía únicamente invocando el nombre de Cristo, paro ya entre los siglos II y III Roma estaba introduciendo la Trinidad y ahí alteró el texto de Mateo.
En sus palabras el Cardenal Ratzinger dice cuanto tiene que decir referente a Mateo 28:19-20 sin que sea fácil al ojo e intelecto detectar el significado de cuanto está diciendo.
Otro aspecto interesante es: Ningún manuscrito Griego era producido con capítulos o versículos ni con separación de palabras como se hace hoy; sino en escritura corrida.
Por esa razón el Cardenal no dice que la inserción fue hecha en los versículos 19-20, sino que dice:
“Probablemente ya en el transcurso de los siglos II y III la triple fórmula, tomada simplemente de Mateo 28, se amplió en el centro, es decir, en la cuestión cristológica…”.
Obsérvese el juego de palabras: “la triple fórmula, tomada simplemente de Mateo 28, se amplió en el centro”. Esto, arreglado correctamente sería: la triple fórmula elaborada en Roma fue colocada en medio de Mateo 28. Este arreglo, colocado en el centro por la Iglesia de Roma, hoy se lee:
Por tanto, id, y doctrinad á todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
Esta es la fórmula tripartita con la cual Mateo 28 se amplió en el centro.
Obsérvese que el Cardenal está aclarando por qué las copias griegas de Mateo 28:19-20 dicen lo que el Mateo hebreo no dice.
Es claro que el Maestro, en Mateo 28, no menciona ningún rito bautismal sino a ir por todo el mundo a anunciar el evangelio, pero la Iglesia Católica lo alargó para incluir el bautismo trinitario.
Conociendo los pasos que se dieron para insertar la fórmula trinitaria en el mandamiento del Señor que manda ir y evangelizar al mundo, la pregunta podría ser: ¿Por qué aún hoy en día el agregado a Mateo 28:19-20 se tiene como inspirado? La respuesta podría ser 1. Porque el cristianismo en su extensa mayoría es trinitario. 2. Porque a las diferentes organizaciones cristianas no les queda otra alternativa que sujetarse a la disposición católica, de lo contrario dejan de ser cristianas como algunos teólogos protestantes lo han afirmado. 3. Porque se desconocen los hechos reales. Lo cierto es que la autoridad de la Iglesia Católica está por encima de la Biblia y lo muestra habiendo hecho prevalecer la fórmula tripartita elaborada en Roma entre los siglos II y III, sobre todo, en el siglo III como dice a continuación;
“En el siglo IV nos encontramos con un texto seguido, liberado del esquema pregunta-respuesta. El texto se recita todavía en griego, cosa que hace probable tanto su origen en el siglo III como el hecho de que en el siglo IV se traducía al latín. Pronto nació una traducción latina, en el siglo IV. Gracias a la preeminencia que la Iglesia de Roma había ganado en todo el occidente, la profesión de fe romana (llamada symbolum, símbolo) se extendió a todas las regiones de habla latina. Hubo al principio una serie de textos distintos, hasta que por fin Carlomagno aceptó para su reino un texto que .sobre el antiguo texto romano. había recibido en Francia. En Roma este símbolo unitario se aceptó en el siglo IX. Hacia el siglo V, y quizá ya en el IV, nace la leyenda sobre el origen apostólico del texto, y pronto (todavía en el siglo V) se concretiza esta leyenda diciendo que los doce artículos, en los que se divide el credo, procedían de cada uno de los doce apóstoles.
En oriente no se conocía el símbolo romano. Para los representantes de Roma fue una gran sorpresa ver en el concilio de Florencia en el siglo XV que los griegos no rezaban el símbolo que, según ellos, procedía de los apóstoles. En oriente no había un símbolo unitario, ya que allí ninguna Iglesia particular alcanzó una posición privilegiada semejante a la de Roma como .sede apostólica. en occidente. Característica de oriente fue la multiplicidad de símbolos diversos del símbolo romano en el terreno teológico. El credo romano (y por tanto, el occidental) es mas histórico-salvífico-cristológico. Permanece, por así decirlo, dentro del positivismo de la historia cristiana. Recoge sencillamente el hecho de que Dios se hizo hombre por nosotros, y no busca detrás de esa historia sus fundamentos y su vinculación con el ser mismo. Oriente, en cambio, quiso comprender la fe cristiana dentro de una perspectiva cósmico-metafísica; en la profesión de fe aparece ante todo ese precipitado en el hecho de que se relacionan entre sí cristología y creación, y en que así lo singular de esa historia y lo permanente y comprensible de la creación aparecen estrechamente vinculados. Más adelante volveremos sobre esta idea que, a raíz del escándalo producido por las obras de Teilhard de Chardín, comienza actualmente a ganar terreno en la conciencia occidental.”
Interesante como es la historia acerca de la inserción de la fórmula trinitaria echa a Mateo 28, ésta no fue conocida y aceptada inmediatamente, más bien fue un proceso gradual iniciado en Roma en el siglo III de nuestra Era que los protestantes fuertemente sostienen.