Pintura antigua de una familia.

En este estudio se analizan los versos de la Sagrada Escritura y se concluye en la legitimidad de los hijos de José y María. La corroboración se fortalece sobre la base de los comentarios de autoridades teológicas que asienten en la legitimidad de los hermanos del Señor Jesús.

El Cristianismo tiene un representante comúnmente conocido como “la Iglesia”. Los escritores tienen cuidado en hacer diferencia entre cualquier iglesia y la Iglesia, de hecho, la letra “I” mayúscula establece la diferencia y los lectores inmediatamente reconocen y entienden acerca de quién están leyendo.

Iglesia y Cristianismo son lo mismo. Nadie lo rechaza y por siglos la fusión ha venido a ser una norma en África, Asia, Australia, Europa, Norte América y Sur América, incluso el Protestantismo, como segmento de la Iglesia, no toma ninguna consideración negativa al respecto.

La Iglesia, o, la Iglesia Católica, ha mostrado su preeminencia por haber establecido los dogmas claves en la Religión, como por ejemplo la Santísima Trinidad, El Domingo como día de descanso, el 25 de Diciembre como fecha del nacimiento de Cristo, la Cruz como símbolo Cristiano, y más. El Protestantismo se esfuerza por rechazar la Iglesia como su líder en el establecimiento de los dogmas, sin embargo, el mejor testigo a favor de la Iglesia (es decir la Iglesia Católica) es la historia; sus oponentes rechazan esta verdad pero al mismo tiempo no pueden demostrar lo contrario, porque la Iglesia y la Iglesia Católica son la misma a través de la historia.

Pero la Iglesia también ha establecido dogmas que algunas organizaciones no católicas rechazan, uno de esos dogmas es “la perpetua virginidad de María”. El punto principal de ese dogma es presentar a María como una niña súper especial y, al avanzar en edad, como virgen por siempre aún después del nacimiento de Cristo.

Este dogma estuvo libre de rechazo en tiempos cuando la Iglesia era la autoridad predominante, pero esos tiempos ya pasaron, los últimos siglos han dado oportunidad tanto a teólogos serios como a las multitudes para examinar y rechazar ese dogma porque el sentido común claramente se los muestra como contradictorio a la Biblia.

La tradición católica dice que fue un milagro lo que sucedió porque después que Jesús nació ella continuó siendo virgen, pero al mismo tiempo la tradición falla en no poder demostrar que tal cosa haya ocurrido porque un fenómeno como ese no tiene apoyo bíblico, de esa manera, argumentos y más argumentos han sido el único apoyo. Claro que los argumentos fueron muy efectivos en el pasado pero hoy en día no ofrecen ninguna credibilidad.

La condición virginal de María previa al nacimiento de Cristo está testificada por la Santa Escritura, Lucas 1:34-35 dice:

“Entonces María preguntó al ángel: ¿Cómo será esto?, pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios”.

Esto claramente muestra que Jesús nació por el poder del Altísimo, sin que José interviniera. A partir del nacimiento la Escritura muestra a José y María como una pareja común. Es aquí donde la tradición reacciona tratando de validar lo que nunca sucedió, es decir, que María haya continuado virgen después del parto. Lucas 2:22-24 la presenta yendo al templo para puri carse de la inmundicia de la sangre proveniente del parto:

“Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos conforme a la Ley de Moisés, lo trajeron a Jerusalén para presentarlo al Señor (como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón que abra la matriz será llamado santo al Señor»), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la Ley del Señor: «Un par de tórtolas o dos palominos»”.

No se puede explicar por qué el relato menciona “la purificación de ellos” (una alteración al texto original pudo ser posible), en cambio la Reina-Valera Antigua aunque se aparta del texto, correctamente declara “la purificación de ella”, lo cual es correcto porque la Ley dice que quien debía purificarse era la mujer, esto es, sin incluir el fruto recién nacido, ella presentaba el sacrificio. Seguramente en atención a esto la Biblia de Nácar Colunga, y otras Biblias Católicas, hacen referencia a ella en vez de ellos.

En la Biblia María es una mujer normal en todo, similar a las demás mujeres, pero en la tradición es presentada de modo sobrenatural, que aún después de haber nacido el niño y de haber obedecido la ley de la purificación, continúa siendo virgen.

Debido a que la perpetua virginidad de María es un fenómeno no avalado por la Santa Escritura, ese dogma fue establecido sobre narraciones imaginarias de la literatura apócrifa, la cual, por pertenecer a esa categoría, nunca ha recibido aceptación dentro de la teología protestante. En esa literatura María es presentada en sus primeros años de vida de una manera fantasiosa.

Así, esa clase de literatura es la base sobre la cual se sostiene el dogma de la Inmaculada; a partir de esa literatura ha sido construida una lista de argumentos bastante larga.

Al parecer, el canon actual del Nuevo Testamento fue establecido en concilios de la Iglesia; en aquellos tiempos la literatura apócrifa fue rechazada por no ser inspirada por Dios. Pero de la manera en que los tiempos cambian así cambian las opiniones hasta el grado de que hoy en día se sugiere que pudo haber sido escrita ya sea por los apóstoles o por gente cercana a ellos; partiendo de esa suposición se dice que merece la misma confianza de los escritos inspirados; de esa manera, lo que en el pasado fue tenido como falta de credibilidad hoy está siendo elevada a la misma categoría de los escritos inspirados.

Los padres de María

En relación a los padres de María la New Advent Catholic Encyclopedia (Enciclopedia Católica Nuevo Advenimiento) dice:

“Santa Ana
Anna (Hebreo, Hannah, gracia; también deletreado Ann, Anne, Anna) es el nombre tradicional de la madre de la Bienaventurada Virgen María.

Toda nuestra información relacionada a los nombres y vidas de los Santos Joaquín y Anna, los padres de María, se deriva de la literatura apócrifa, el Evangelio de la Natividad de María, el Evangelio del Pseudo Mateo y el Protoevangelio de Santiago. Aunque la forma más temprana del último sobre el cual los otros dos parecen basarse directa o indirectamente, puede trazarse cerca del año 150 d. C., apenas podemos aceptar, más allá de la duda sus varias declaraciones en su sola autoridad. En Oriente el Protoevangelio tenía gran autoridad y porciones de él eran leídas en las estas de María por los Griegos, Sirios, Coptos y Árabes. En Occidente, sin embargo, fue rechazado por los Padres de la Iglesia hasta que su contenido fue incorporado por Jacobo de Vorágine en su “Leyenda de Oro” en el siglo XIII. A partir de ese tiempo la historia de Santa Anna se esparció por todo Occidente y fue ampliamente desarrollada hasta que Santa Anna llegó a ser uno de los santos más populares también en la Iglesia Latina.

El Protoevangelio da el siguiente registro: En Nazareth vivía una pareja rica y pía, Joaquín y Anna. Ellos no tenían hijos. Cuando en un día de esta Joaquín se presentó para ofrecer un sacrificio en el templo, fue rechazado por un cierto Rubén bajo el pretexto de que los hombres sin descendientes era indignos de ser admitidos. A partir de allí Joaquín adoro con dolor, no volvió a casa, sino que se fue a las montañas a quejarse a Dios en soledad. También Anna aprendió la razón de la prolongada ausencia de su esposo, clamó al Señor que la sacara de su maldición de esterilidad, prometiendo dedicar su niño al servicio de Dios. Las oraciones de ambos fueron oídas; un ángel vino a Anna y le dijo: “Hanna, el Señor ha mirado tus lágrimas; vas a concebir y vas a dar a luz y el fruto de tu vientre será bendecido por todo el mundo”. El ángel hizo la misma promesa a Joaquín, el cual volvió a su esposa. Hanna dio a luz una hija a la cual llamó Miriam (María).

Puesto que esta historia es aparentemente una reproducción del registro de la concepción de Samuel, cuya madre también se llama Hanna, el nombre de la madre de María parece dudoso”.

Para el lector con experiencia es fácil notar la gran diferencia entre el contenido de los libros canónicos de la Biblia y el contenido de este registro; este segundo está lleno de fantasía acerca de una supuesta pareja que vive una condición de esterilidad que la acongoja terriblemente. Por supuesto que no estoy diciendo que María no tuvo padres; lo que estoy diciendo es que este registro es producto de la mente del autor del Protoevangelio; a esta pareja imaginaria el autor pone por nombres Joaquín y Anna, y los convierte en padres de María.

Lo cierto es que el autor, anónimo, del Protoevangelio de Santiago, tomó el relato bíblico de Anna, madre de Samuel y lo plagió. O sea, sobre ese relato genuino construyó el suyo.

El Protoevangelio de Santiago

Es notorio que el autor del Protoevangelio es a la vez un notorio desconocedor de la Ley de Moisés, lo cual se comprueba por el modo fraguado con que presenta los acontecimientos acerca de la pareja imaginaria de Joaquín y Anna, lo cual no son sino burdos intentos de manipular la Ley según su imaginación.

En la porción del Protoevangelio transcrita más adelante habla del “disco de oro del gran sacerdote”; semejante disco existe sólo en su mente, pero que no existe en la Ley. Menciona que el sumo sacerdote fue encomendado por otros a presentarse al lugar santísimo para ir a consultar a Dios respecto a la niña; en esa narración o bien olvidó, o no conocía, que Dios prohíbe que el sacerdote entre a ese lugar en cualquier tiempo, de lo contrario moriría fulminado por Dios; él único momento en que le era permitido era durante el Día de las Expiaciones. En n, basten estos dos ejemplos para demostrar que esa persona no conocía nada de la Ley de Dios; asimismo, por el modo teátrico con que describe el dolor y diálogos de los personajes, demuestra desconocimiento de las costumbres del pueblo.

La literatura apócrifa

La Enciclopedia mencionada dice “Toda nuestra información relacionada a los nombres y vidas de los Santos Joaquín y Anna, padres de María, proviene de literatura apócrifa”.

Esto significa que la mención de los padres de María, según el dogma, no proviene de la Santa Escritura sino de la literatura que muchos de los Padres de la Iglesia en su tiempo rechazaron por no ser de genuina inspiración; y el hecho de que el Protoevangelio haya asignado esa pareja como los padres de María de ninguna manera significa que el autor haya conocido el registro genealógico de ellos. Además, la mención de ese disco de oro del sacerdote más sugiere ser un pagano familiarizado con religiones paganas pero desconocedor de la Ley de Dios.

El autor del Protoevangelio imitó a otros escritores apócrifos que inventaron nombres y lugares para insertarlos en puntos en los cuales la Santa Escritura calla.

La Enciclopedia continúa diciendo:

“Se debe tener en mente, sin embargo, que el carácter apócrifo de esos escritos, es decir, su rechazo del canon y su falta de genuinidad no implica que algún cuidado debe tomarse acerca de algunas de sus declaraciones; lado a lado, en verdad, con hechos no justificados y hechos legendarios, ellos contienen algunos datos históricos prestados de fuentes tradicionales confiables o documentos”.

Esta enciclopedia pone al descubierto la nulidad de ese tipo de escritos, pero a la misma vez suaviza la opinión negativa por medio de argumentos cuyo propósito es favorecer la narración agregándole algún valor.

De esta manera, lo que una vez fue tenido como una fuente no digna de con anza eventualmente se le ha venido a asignar cierto grado de confianza, y aunque en el pasado no se le atribuyó ninguna genuinidad, la fuerza de la tradición hoy propone que no se les debe continuar rechazando puesto que esa literatura es la fuente que da vida al dogma.

Lo que no se toma en cuenta, quizás, es que aceptar ese apócrifo no sólo favorece a aquellos libros en los cuales Joaquín, Ana y la perpetua virginidad de María son mencionados, sino que es también un reconocimiento para toda la literatura gnóstica descubierta en la biblioteca en Nag Hammadi a cuya biblioteca pertenecen los apócrifos Evangelio de Tomás y Evangelio de Judas entre otros. Esto significa que si los apócrifos que mencionan a estos supuestos padres de María son aceptados, entonces no existe razón alguna para rechazar toda la literatura gnóstica; como tal, hoy en día la Religión Cristiana está confrontada a validar o rechazar esa literatura.

En relación a este Joaquín, el apócrifo Protoevangelio de Santiago dice:

“Cuando en un día de esta Joaquín se presentó para ofrecer un sacrificio en el templo, fue rechazado por un cierto Rubén bajo el pretexto de que los hombres sin descendientes era indignos de ser admitidos”.

Esta narración es contraria al trasfondo de la Santa Escritura; La Ley de Dios proporciona todas las leyes relacionadas a las ofrendas y sacrificios en el templo, y ninguna de ellas prohíbe a una persona estéril presentar u ofrecer sacrificios en el templo. A los inmundos, mientras estaban en su inmundicia, se les prohibía presentarse al templo, sin embargo, después de su purificación eran admitidos por Dios y quedaban autorizados para ofrecer sacrificios. Esto significa que el autor del Protoevangelio desconocía todo lo relacionado a las leyes acerca de la inmundicia. Además, quienes eran vistas de reojo debido a su esterilidad eran las mujeres, pero respecto a los hombres eso nunca ocurrió.

En relación a esta Hanna, la referida Enciclopedia dice:

“Puesto que esta historia es aparentemente una reproducción del registro de la concepción de Samuel, cuya madre también se llama Hanna, el nombre de la madre de María parece dudoso”.

Esto está claro, y conduce a entender que del modo en que Joaquín es un personaje imaginario lo mismo aplica a esta Hanna.

Más acerca de esta imaginaria pareja se encuentra en el Protoevangelio de Santiago: Primero, es interesante conocer que el nombre “Protoevangelio de Santiago” no es el nombre original de este apócrifo, el Doctor Aurelio de Santos Otero, en su libro «Los Evangelios Apócrifos», dice que el nombre fue usado por primera vez por F. Postel, un Humanista Francés del siglo XVI de nuestra Era. Segundo, el Protoevangelio dice:

“II 1. Y Ana, mujer de Joaquín, se deshacía en lágrimas, y lamentaba su a icción, diciendo: Lloraré mi viudez, y lloraré también mi esterilidad.
2. Y, habiendo llegado el gran día del Señor, Judith, su sierva, le dijo: ¿ Hasta cuándo este abatimiento de tu corazón? He aquí llegado el gran día del Señor, en que no te es lícito llorar. Mas toma este velo, que me ha dado el ama del servicio, y que yo no puedo ceñirme, porque soy una sierva, y él tiene el signo real.
3. Y Ana dijo: Apártate de mi lado, que no me pondré eso, porque el Señor me ha humillado en gran manera. Acaso algún perverso te ha dado ese velo, y tú vienes a hacerme cómplice de tu falta. Y Judith respondió: ¿Qué mal podría desearte, puesto que el Señor te ha herido de esterilidad, para que no des fruto en Israel?
4. Y Ana, sumamente afligida, se despojó de sus vestidos de duelo, y se lavó la cabeza, y se puso su traje nupcial, y, hacia la hora de nona, bajó al jardín, para pasearse. Y vio un laurel, y se colocó bajo su sombra, y rogó al Señor, diciendo: Dios de mis padres, bendíceme, y acoge mi plegaria, como bendijiste las entrañas de Sara, y le diste a su hijo Isaac.

III 1. Y, levantando los ojos al cielo, vio un nido de gorriones, y lanzó un gemido, diciéndose: ¡Desventurada de mí! ¿Quién me ha engendrado, y qué vientre me ha dado a luz? Porque me he convertido en objeto de maldición para los hijos de Israel, que me han ultrajado y expulsado con irrisión del templo del Señor.
2. ¡Desventurada de mí! ¿A quién soy semejante? No a los pájaros del cielo, porque aun los pájaros del cielo son fecundos ante ti, Señor.
3. ¡Desventurada de mí! ¿A quién soy semejante? No a las bestias de la tierra, porque aun las bestias de la tierra son fecundas ante ti, Señor.
4. ¡Desventurada de mí! ¿A quién soy semejante? No a estas aguas, porque aun estas aguas son fecundas ante ti, Señor.
5. ¡Desventurada de mí! ¿A quién soy semejante? No a esta tierra, porque aun esta tierra produce fruto a su tiempo, y te bendice, Señor.”

IV 1. Y he aquí que un ángel del Señor apareció, y le dijo: Ana, Ana, el Señor ha escuchado y atendido tu súplica. Concebirás, y parirás, y se hablará de tu progenitura en toda la tierra. Y Ana dijo: Tan cierto como el Señor, mi Dios, vive, si yo doy a luz un hijo, sea varón, sea hembra, lo llevaré como ofrenda al Señor, mi Dios, y permanecerá a su servicio todos los días de su vida.
2. Y he aquí que dos mensajeros llegaron a ella, diciéndole: Joaquín tu marido viene a ti con sus rebaños. Porque un ángel del Señor ha descendido hasta él, diciéndole: Joaquín, Joaquín, el Señor ha oído y aceptado tu ruego. Sal de aquí, porque tu mujer Ana concebirá en su seno.
3. Y Joaquín salió, y llamó a sus pastores, diciendo: Traedme diez corderos sin mácula, y serán para el Señor mi Dios; y doce terneros, y serán para los sacerdotes y para el Consejo de los Ancianos; y cien cabritos, y serán para los pobres del pueblo.
4. Y he aquí que Joaquín llegó con sus rebaños, y Ana, que lo esperaba en la puerta de su casa, lo vio venir, y, corriendo hacia él, le echó los brazos al cuello, diciendo: Ahora conozco que el Señor, mi Dios, me ha colmado de bendiciones; porque era viuda, y ya no lo soy; estaba sin hijo, y voy a concebir uno en mis entrañas. Y Joaquín guardó reposo en su hogar aquel primer día.

V 1. Y, al día siguiente, presentó sus ofrendas, diciendo entre sí de esta manera: Si el Señor Dios me es propicio, me concederá ver el disco de oro del Gran Sacerdote. Y, una vez hubo presentado sus ofrendas, fijó su mirada en el disco del Gran Sacerdote, cuando éste subía al altar, y no notó mancha alguna en sí mismo. Y Joaquín dijo: Ahora sé que el Señor me es propicio, y que me ha perdonado todos mis pecados. Y salió justificado del templo del Señor, y volvió a su casa.
2. Y los meses de Ana se cumplieron, y, al noveno, dio a luz. Y preguntó a la partera: ¿Qué he parido? La partera contestó: Una niña. Y Ana repuso: Mi alma se ha glorificado en este día. Y acostó a la niña en su cama. Y, transcurridos los días legales, Ana se lavó, dio el pecho a la niña, y la llamó María.

VI 1. Y la niña se forti caba de día en día. Y, cuando tuvo seis meses, su madre la puso en el suelo, para ver si se mantenía en pie. Y la niña dio siete pasos, y luego avanzó hacia el regazo de su madre, que la levantó, diciendo: Por la vida del Señor, que no marcharás sobre el suelo hasta el día que te lleve al templo del Altísimo. Y estableció un santuario en su dormitorio, y no le dejaba tocar nada que estuviese manchado, o que fuese impuro. Y llamó a las hijas de los hebreos que se conservaban sin mancilla, y que entretenían a la niña con sus juegos.
2. Y, cuando la niña llegó a la edad de un año, Joaquín celebró un gran banquete, e invitó a los sacerdotes y a los escribas y al Consejo de los Ancianos y a todo el pueblo israelita. Y presentó la niña a los sacerdotes, y ellos la bendijeron, diciendo: Dios de nuestros padres, bendice a esta niña, y dale un nombre que se repita siglos y siglos, a través de las generaciones. Y el pueblo dijo: Así sea, así sea. Y Joaquín la presentó a los príncipes de los sacerdotes, y ellos la bendijeron, diciendo: Dios de las alturas, dirige tu mirada a esta niña, y dale una bendición suprema.
3. Y su madre la llevó al santuario de su dormitorio, y le dio el pecho. Y Ana entonó un cántico al Señor Dios, diciendo: Elevaré un himno al Señor mi Dios, porque me ha visitado, y ha alejado de mí los ultrajes de mis enemigos, y me ha dado un fruto de su justicia a la vez uno y múltiple ante Él. ¿Quién anunciará a los hijos de Rubén que Ana amamanta a un hijo? Sabed, sabed, vosotras las doce tribus de Israel, que Ana amamanta a un hijo. Y dejó reposando a la niña en el santuario del dormitorio, y salió, y sirvió a los invitados. Y, terminado el convite, todos salieron llenos de júbilo, y glorificando al Dios de Israel”.

En la narración original la genuina Ana lloraba las afrentas de su esterilidad; en este relato la imaginaria Ana hace lo mismo. En la historia original Samuel fue llevado al templo por su madre Ana; en el plagio María es llevada al templo por su madre Ana, pero por supuesto que el autor del Protoevangelio debió haber sido un devoto de la virgen María por lo cual en su relato esta imaginaria niña es presentada más especial que Samuel; y los padres de María son de más categoría que Elcana y Ana padres de Samuel.

La imaginación continúa:

“VII 1. Y los meses se sucedían para la niña. Y, cuando llegó a la edad de dos años, Joaquín dijo: Llevémosla al templo del Señor, para cumplir la promesa que le hemos hecho, no sea que nos la reclame, y rechace nuestra ofrenda. Y Ana respondió: Esperemos al tercer año, a n de que la niña no nos eche de menos. Y Joaquín repuso: Esperemos.
2. Y, cuando la niña llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo: Llamad a las hijas de los hebreos que estén sin mancilla, y que tome cada cual una lámpara, y que estas lámparas se enciendan, para que la niña no vuelva atrás, y para que su corazón no se je en nada que esté fuera del templo del Señor. Y ellas hicieron lo que se les mandaba, hasta el momento en que subieron al templo del Señor. Y el Gran Sacerdote recibió a la niña, y, abrazándola, la bendijo, y exclamó: El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel.
3. E hizo sentarse a la niña en la tercera grada del altar, y el Señor envió su gracia sobre ella, y ella danzó sobre sus pies y toda la casa de Israel la amó.

VIII 1. Y sus padres salieron del templo llenos de admiración, y glori cando al Omnipotente, porque la niña no se había vuelto atrás. Y María permaneció en el templo del Señor, nutriéndose como una paloma, y recibía su alimento de manos de un ángel.
2. Y, cuando llegó a la edad de doce años, los sacerdotes se congregaron, y dijeron: He aquí que María ha llegado a la edad de doce años en el templo del Señor. ¿Qué medida tomaremos con ella, para que no mancille el santuario? Y dijeron al Gran Sacerdote: Tú, que estás encargado del altar, entra y ruega por María, y hagamos lo que te revele el Señor.
3. Y el Gran Sacerdote, poniéndose su traje de doce campanillas, entró en el Santo de los Santos, y rogó por María. Y he aquí que un ángel del Señor se le apareció, diciéndole: Zacarías, Zacarías, sal y reúne a todos los viudos del pueblo, y que éstos vengan cada cual con una vara, y aquel a quien el Señor envíe un prodigio, de aquel será María la esposa. Y los heraldos salieron, y recorrieron todo el país de Judea, y la trompeta del Señor resonó, y todos los viudos acudieron a su llamada.

José, guardián de María

IX 1. Y José, abandonando sus herramientas, salió para juntarse a los demás viudos, y, todos congregados, fueron a encontrar al Gran Sacerdote. Este tomó las varas de cada cual, penetró en el templo, y oró. Y, cuando hubo terminado su plegaria, volvió a tomar las varas, salió, se las devolvió a sus dueños respectivos, y no notó en ellas prodigio alguno. Y José tomó la última, y he aquí que una paloma salió de ella, y voló sobre la cabeza del viudo. Y el Gran Sacerdote dijo a José: Tú eres el designado por la suerte, para tomar bajo tu guarda a la Virgen del Señor.
2. Mas José se negaba a ello, diciendo: Soy viejo, y tengo hijos, al paso que ella es una niña. No quisiera servir de irrisión a los hijos de Israel. Y el Gran Sacerdote respondió a José: Teme al Señor tu Dios, y recuerda lo que hizo con Dathan, Abiron y Coré, y cómo, entreabierta la tierra, los sumió en sus entrañas, a causa de su desobediencia. Teme, José, que no ocurra lo mismo en tu casa.
3. Y José, lleno de temor, recibió a María bajo su guarda, diciéndole: He aquí que te he recibido del templo del Señor, y que te dejo en mi hogar. Ahora voy a trabajar en mis construcciones, y después volveré cerca de ti. Entretanto, el Señor te protegerá.”

Lo encomiable de esto no es la historia sino el ingenio del autor que se desborda a raudales, sin embargo, de la organización católica www.corazones.org/santos/josé/, se transcribe lo siguiente:

“Algunos libros apócrifos cuentan que San José era un viudo de noventa años de edad cuando se casó con la Stma. Virgen María quien tendría entre 12 a 14 años. Estas historias no tienen validez y San Jerónimo las llama "sueños".

Esto significa que toda esa parafernalia con la cual la leyenda acerca del viejo José ha sido adornada no es más que, en palabras de San Jerónimo, “sueños”, o sea exposiciones sin ningún valor.

Por consiguiente, todo lo que el Protovangelio dice, y que acaba de ser transcrito, fue rechazado por San Jerónimo como “sueños” o simple fantasía; aún así el ambiente popular la continúa considerando como historia a la cual hay que donarle algún valor.

Claro que Jerónimo tampoco era un gran conocedor de la Palabra de Dios, pues fue idea de él que los hermanos de Jesús mencionados en los Evangelios debían tenerse como parientes; de esto se habla en la página 6.

Parece, entre otras cosas, que el propósito del Protoevangelio es sugerir que José y María no se relacionaban ni siquiera como personas que habitaban la misma casa; José tiene que dedicarse a sus construcciones (según este relato José era albañil o constructor, según los Evangelios él era carpintero), después de volver a casa, lo cual no se sabe en cuánto tiempo, él debía estar al cuidado de que “sus hijos” no fueran a cometer ningún acto que a él le hubiera costado muy caro.

De la misma fuente, www.corazones.org/santos/josé, se copia lo siguiente:

“Los hombres por lo general se casaban muy jóvenes y San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se desposó con María. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero... ejemplo para todos nosotros.

La literatura apócrifa, (especialmente el "Evangelio de Santiago", el "Pseudo Mateo" y el "Evangelio de la Natividad de la Virgen María", "La Historia de San José el Carpintero", y la "Vida de la Virgen y la Muerte de San José) provee muchos detalles pero estos libros no están dentro del canon de las Sagradas Escrituras y no son confiables.”

Desde hace décadas se ha venido comentando a manera de rechazo, en círculos católicos (Doctor Santos Otero, Evangelios Apócrifos, citado en este estudio) si José en realidad era un hombre viejo al momento de su matrimonio con María; a la vez se confirma que el propósito de haberlo presentado viejo, viudo y con hijos fue para sugerir que los hijos mencionados en los Evangelios eran de un matrimonio anterior, no nacidos de su unión con María. Esta cita tomada de la mencionada organización sugiere que José bien pudo andar por los 18 o 20 años de edad; y que los relatos apócrifos que lo presentan como viejo no son confiables.

El parto, y relaciones como pareja

Ahorrando espacio, porque el propósito de este estudio no es transcribir todo el Protoevangelio, se llega hasta el Capítulo 19, el cual narra los momentos del parto.

“XIX 1. Y he aquí que una mujer descendió de la montaña, y me preguntó: ¿Dónde vas? Y yo repuse: En busca de una partera judía. Y ella me interrogó: ¿Eres de la raza de Israel? Y yo le contesté: Sí. Y ella replicó: ¿Quién es la mujer que pare en la gruta? Y yo le dije: Es mi desposada. Y ella me dijo: ¿No es tu esposa? Y yo le dije: Es María, educada en el templo del Señor, y que se me dio por mujer, pero sin serlo, pues ha concebido del Espíritu Santo. Y la partera le dijo: ¿Es verdad lo que me cuentas? Y José le dijo: Ven a verlo. Y la partera siguió.”

No está claro cómo debe entenderse la declaración »se me dio por mujer« mientras que a la vez se dice que José recibió a María para cuidarla. ¿Podría esto significar que se le dio por mujer, o esposa sólo para custodiarla? Si es así como esto debe entenderse entonces la contradicción en grande porque en la Santa Escritura el término esposa significa una mujer con la cual procrear una familia; sin embargo, en la tradición la palabra esposa es modificada para que signifique una mujer que es dada nada más en custodia, sin tener relaciones sexuales. Pero claro que algunas opiniones modernas son más razonables y más acordes con el relato del Evangelio, por ejemplo, la página de internet que acaba de ser citada (www.corazones.org), dice:

“Si el matrimonio de San José con La Stma. Virgen ocurrió antes o después de la Encarnación aun es discutido por los exegetas. La mayoría de los comentadores, siguiendo a Santo Tomás, opinan que en la Anunciación, la Virgen María estaba solo prometida a José. Santo Tomás observa que esta interpretación encaja mejor con los datos bíblicos.”.

Aunque la duda de este artículo reside en si la pareja era casada antes de la anunciación, esto está claro en el Evangelio, porque ellos viven juntos, lo cual sugiere que en la anunciación José y María vivían como pareja. Ambos huyeron a Egipto para proteger al niño lo cual significa que eran casados de muchos días o talvez recién casados, de otra manera el pueblo los habría acusado de vivir en fornicación. Lo que el relato evangélico dice es que José no se relacionó con María sino hasta después del nacimiento de Jesús., véase Mateo 1:25:

“Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo, a quien le puso por nombre Jesús”.

La Biblia de Jerusalén traduce:

“Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús”.

Acerca de la virginidad después del parto

“XIX. 3. Y la partera salió de la gruta, y encontró a Salomé, y le dijo: Salomé, Salomé, voy a contarte la maravilla extraordinaria, presenciada por mí, de una virgen que ha parido de un modo contrario a la naturaleza. Y Salomé repuso: Por la vida del Señor mi Dios, que, si no pongo mi dedo en su vientre, y lo escruto, no creeré que una virgen haya parido.

XX 1.Y la comadrona entró, y dijo a María: Disponte a dejar que ésta haga algo contigo, porque no es un debate insignificante el que ambas hemos entablado a cuenta tuya. Y Salomé, firme en verificar su comprobación, puso su dedo en el vientre de María, después de lo cual lanzó un alarido, exclamando: Castigada es mi incredulidad impía, porque he tentado al Dios viviente, y he aquí que mi mano es consumida por el fuego, y de mí se separa.
2. Y se arrodilló ante el Señor, diciendo: ¡Oh Dios de mis padres, acuérdate de que pertenezco a la raza de Abraham, de Isaac y de Jacob! No me des en espectáculo a los hijos de Israel, y devuélveme a mis pobres, porque bien sabes, Señor, que en tu nombre les prestaba mis cuidados, y que mi salario lo recibía de ti.
3. Y he aquí que un ángel del Señor se le apareció, diciendo: Salomé, Salomé, el Señor ha atendido tu súplica. Aproxímate al niño, tómalo en tus brazos, y él será para ti salud y alegría.
4. Y Salomé se acercó al recién nacido, y lo incorporó, diciendo: Quiero prosternarme ante él, porque un gran rey ha nacido para Israel. E inmediatamente fue curada, y salió justificada de la gruta. Y se dejó oír una voz, que decía: Salomé, Salomé, no publiques los prodigios que has visto, antes de que el niño haya entrado en Jerusalén”.

Claro que, como se ha dicho antes, la virginidad de María antes del parto es innegable y genuina puesto que el registro acerca de ello se basa en los Evangelios inspirados por el Señor, y por lo que se puede mirar, todo el Cristianismo lo acepta sin vacilar. Sin embargo, cuando el tópico se re ere a la virginidad después del parto entonces las cosas se vuelven totalmente diferentes porque la base de todo argumento a favor no está en la Biblia sino en la literatura apócrifa rayana con la fantasía, y también descansa sobre los escritos de algunos Padres de la Iglesia cuyos escritos constituyen una poderosa fortaleza que protege el asunto en contra de sus oponentes. Es allí donde el Protoevangelio de Santiago encaja perfectamente.

El Doctor Aurelio Santos Otero, ya citado arriba, dice:

“Su influencia ha sido enorme. El Protoevangelio influenció poderosamente sobre himnógrafos, predicadores, iconógrafos, y hasta en doctores de la Iglesia bizantina (griega, eslava, etc.). En el Oriente fueron el Pseudo Mateo y De nativitate los que se encargaron de transmitir y divulgar las leyendas protoevangélicas. Esto no tuvo eco inmediato dentro de los círculos literarios eclesiásticos (San Jerónimo se opuso fuertemente), pero se in filtraron como una corriente subterránea y orecieron en repetidas veces entre las tradiciones populares” (Introducción al Protoevangelio de Santiago)”.

Por este erudito católico entendemos cuál fue la fuente que el segmento de Padres que favorecía la leyenda tomaron para construir sus argumentos relacionados a la virginidad de María después del parto. La Biblia no proporciona ninguna base que ayude a la tradición, en cambio el Pseudo Mateo y el Protoevangelio sí.

Aunque la tradición valide la virginidad de María después del nacimiento de Jesús basándose en las opiniones de algunos Padres que a su vez se basaron el literatura apócrifa, un enorme número de personas no católicas (quizás la mayoría), no mira razón alguna para validar un tópico que abiertamente contradice a la Santa Escritura, porque sobre este tópico tanto la tradición como los comentarios favorables de los Padres de la Iglesia, siendo parciales, no cuentan.

El argumento del previo matrimonio

Uno de los argumentos ya mencionados en la página 5, dice que cuando José contrajo matrimonio con María en realidad no se casaron sino que él la tomó únicamente bajo su custodia, esto, como ya se ha visto no es apoyado por ninguna fuente bíblica ni por teólogos serios sino sólo por leyendas populares. La misma nulidad sucede cuando se recurre a simples argumentos como ese de que los hermanos de Jesús en realidad no lo eran, etc.

El Doctor Aurelio de Santos Otero, en su introducción al Protoevangelio de Santiago dice:

“La verdadera idea dominante de nuestro apócrifo es apologética. Quiere defender ante todo el honor de María, y a este fin se encaminan ya desde el principio todos los episodios del relato.

Su concepción quiere que sea un hecho extraordinario, y por eso la hace nacer de padres estériles. Llega incluso a pensar en una concepción virginal, lo cual es un paso decisivo en su mentalidad para la afirmación del dogma de la Inmaculada, ya que una de las razones de más peso con que tropezó la teología durante mucho tiempo para aceptarlo fue el pensar que María era hija de la concupiscencia, como todos los demás hombres.

Su educación va encaminada a salvaguardar su pureza: no toca el suelo después de los nueve meses; tiene oratorio aparte en su habitación; le dan vírgenes por compañeras en casa y en el templo; aquí recibe alimento de manos de un ángel; es encomendada a San José al llegar a la hora de su pubertad; emite voto de pureza para toda la vida.

Todo esto no es más que una preparación para hacer la defensa de su virginidad. Los evangelistas no especi can minuciosamente este punto. San Lucas, al hablar de la purificación (2,22-24), podría dejar entender que María había perdido en el parto el sello material de su virginidad. Las referencias del Nuevo Testamento a los «hermanos de Jesús» podrían sugerir la idea de que María tuvo posteriormente hijos de San José. Por otra parte, acusaban a Jesús delante de Pilato como hijo de fornicación, y el pagano Celso le llamaba hijo de adulterio. Estas razones mueven al autor del Protoevangelio a aducir cuantos argumentos puede en defensa de la triple virginidad de María: antes del parto (prueba del agua); en el parto (constatación escabrosa de la comadrona); después del parto (explicación de los «hermanos de Jesús», como hijos de un primer matrimonio de José, a quien por esta razón se le presenta como viejo.

Esta última explicación tuvo gran éxito en la exégesis porterior del evangelio. De ella hacen eco Clemente de Alejandría, Orígenes, San Hilario, San Ambrosio, San Agustín, etc., hasta que San Jerónimo la desbancó proponiendo en su lugar la suya propia, según la cual el título de hermano se da en el Nuevo Testamento a un pariente cualquiera unido por vínculos más o menos estrechos de consanguinidad o afinidad.

REPERCUSIÓN HISTÓRICA.—Se le achaca al autor un desconocimiento bastante grande de las costumbres judías (.gr.., en lo referente a la permanencia de las vírgenes en el templo). Por otra parte, muestra una erudición escriturística rayana a veces en la petulancia. Algunos de los episodios están inspirados en pasajes del Antiguo Testamento (v.gr., concepción de María, concepción de Samuel; conducta de Joaquín, conducta de Tobías). De esto puede deducirse que el autor debió ser un cristiano helenista de Egipto o del Asia Menor, que se propuso tejer una narración novelada y sensacionalista de la vida de la Virgen con un n más apologético que histórico. No se puede soslayar el influjo que la tradición cristiana pudo ejercer en él.

Muchos de los detalles contenidos en el Protoevangelio han sido incorporados con el tiempo a la doctrina teológica, y tanto la Iglesia griega (a partir del s.XI) como la latina han acabado por tomarlos como históricos...”

No hace falta reforzar el trasfondo que fácilmente se alcanza a entender con este trozo introductivo hecho por este erudito; lo que fue un cuento o narración imaginaria ha venido a ser la base desde donde se de ende lo extrabíblico, lo que no ocurrió, lo que Dios nunca determinó, lo que la tradición ha optado por tomar y darle carácter de genuinidad.

El argumento de primos, hermanos y familiares

Lo que dicen las Escrituras:

Simples y sin ninguna complicación para entender son los versos de Mateo 12:46; Mateo 13:55; Marcos 3:31-34; Marcos 6:3; Lucas 8:19-20; Juan 2:12, 7:3, 5, 10; Hechos 1:14; 1 Corintios 9:5, en los cuales se mencionan los hermanos y hermanas de Jesús.

Y es fácil concluir que los escritores inspirados no tenían intención de escribir algo que sus lectores tenían que entender de modo diferente. En todos estos versos hermanos significa hermanos y hermanas significa hermanas en carácter de hijos nacidos de una pareja legalmente casada.

Es desafortunado decir que los apóstoles mencionan varios hermanos y hermanas pero que en la realidad no significan hermanos y hermanas sino primos, parientes o hermanos por raíces ancestrales.

Si eso es así porque la tradición así lo ha propuesto, entonces quiere decir que Andrés y Pedro, Jacobo y Juan tampoco eran hermanos verdaderos sino primos o parientes. La Biblia dice:

“Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo hijo de Zebedeo, y su hermano Juan”. (Mateo 10:2).

Tanto en los versículos que encabezan este subtítulo, como en Mateo 10:2, la palabra griega para hermano es la misma —adelfos αδελφος, y no existe ninguna base, excepto la que carece de razón, para proponer que al mencionar los hermanos y hermanas de Jesús deba entenderse como primos o parientes pero cuando se menciona que Pedro y Andrés, Jacobo y Juan eran hermanos entonces sí hay que aceptar que se re ere a hermanos de padre y madre. ¡Vaya que esto carece de razón!

El argumento tradicional pone en boca de los Apóstoles un significado que cambia el significado de sus palabras. Por supuesto que es fácil hacer ese cambio puesto que ellos murieron muchos siglos antes que la tradición optara por construir el dogma de la perpetua virginidad de María.

Debido a que aún la simple lectura de estos versos abiertamente contradice a la tradición, se argumenta que el término hermano y hermana no necesariamente significan hijos nacidos en el matrimonio porque, se dice, ambos nombres son usados en las Escrituras también para mencionar familiares. Recuérdese lo transcrito antes:

“...Esta última explicación tuvo gran éxito en la exégesis porterior del evangelio. De ella hacen eco Clemente de Alejandría, Orígenes, San Hilario, San Ambrosio, San Agustín, etc., hasta que San Jerónimo la desbancó proponiendo en su lugar la suya propia, según la cual el título de hermano se da en el Nuevo Testamento a un pariente cualquiera unido por vínculos más o menos estrechos de consanguinidad o afinidad.”

De esta manera, la idea de Jerónimo, y no el claro significado de todos estos versículos arriba citados, es la base para distorsionar las palabras de los Apóstoles con argumentos que no son inspirados por Dios. Como se ha dicho antes:

“Claro que Jerónimo tampoco era un gran conocedor de la Palabra de Dios, pues fue idea de él que los hermanos de Jesús mencionados en los Evangelios debían de entenderse como parientes”

Se atribuye a Jerónimo alta erudición y dominio de las lenguas de la Biblia lo cual no es motivo de discusión; lo discutible es si en verdad conocía la Palabra de Dios, porque su propuesta no pasa la prueba al ser examinada como aquí se hace.

Al mismo tiempo, esta opinión tradicional acerca de hermanos convertidos en parientes no está claramente definida porque existen en ello al menos tres diferentes argumentos: El primero supone que esos hermanos y hermanas de Jesús eran primos; el segundo argumento dice que ellos eran medio hermanos (Únicamente hijos de José nacidos de un imaginario previo matrimonio); el tercero, el jeronimiano, el cual sostiene que cuando la Biblia menciona hermanos el significado debe entenderse como parientes.

En verdad, estos argumentos, siendo tres diferentes entre sí, nada concreto establecen sino que conducen a entender que el asunto carece de base sólida. Cualquiera de estos tres destruye a los otros dos.

“Primo”

La palabra griega ουγγενεις (sungenei) es traducida en algunas versiones de la Biblia como primo, pero el significado de esta palabra es “pariente”; esta palabra posee un significado más amplio que primo y abre la oportunidad para descubrir tíos, tías, sobrinos, sobrinas y más, con todo, en la Biblia esta palabra griega nunca equivale a hermanos, esto es lo que la teología de la perpetua virginidad se niega a aceptar, porque al aceptarlo el dogma se derrumba. Según la Biblia, los hermanos nunca son tratados como parientes sino como hermanos.

Obsérvese en Lucas 14:12 lo que la tradición no puede modi car, cuya declaración le rechaza su argumento:

“Dijo también al que lo había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos nia tus hermanos ni a tus parientes…”

Jesucristo no funde a hermanos y parientes bajo un mismo significado porque hermanos son hermanos, y parientes son parientes, y bajo ningún sentido poseen el mismo significado. En cambio Jerónimo, al decir que “el título de hermano se da en el Nuevo Testamento a un pariente cualquiera unido por vínculos más o menos estrechos de consanguinidad o afinidad” contradice las palabras del Señor. Por esto es que arriba se dice que Jerónimo no era un gran conocedor de la Palabra de Dios, porque de haberlo sido habría tomado en cuenta este verso de Lucas 14:12 para no contradecir al Señor.

En el Texto Griego, en este registro de Lucas, hermanos es αδελφους (adelfous), y parientes es συγγενεις (sungeneis). Ninguno de los escritores sagrados utiliza el término sungeneis para referirse a hermano. El argumento jeronimiano respecto a que los Evangelios usan la palabra primo o pariente para signi car hermano no es acertado.

Colocenses 4:10 (Nueva Versión Internacional) dice:

“Aristarco, mi compañero de cárcel, les manda saludos, como también Marcos, el primo de Bernabé…”

Se omite citar la Reina-Valera porque menciona que Marcos es sobrino de Bernabé, lo cual contradice al Texto Griego, por eso se transcribe el texto de la NVI el cual es correcto. En esta Versión la palabra primo corresponde con la del Texto Griego ανεψιος (anepsios). Así, la palabra griega para primo es anepsios y nunca ocurre en la Escritura para significar hermanos.

“Hermanos”

José, María y sus hijos, una familia normal como todas en Israel. Este tipo de familia no encaja con la tradición puesto que María debe ser presentada virgen por siempre, de esta manera, lo que es fácil de entender por una simple lectura de todos los versos mencionados en el subtítulo que encabeza esta sección, tiene que ser distorsionado hasta volverlos complicados, y el tópico permanecerá en perpetua contradicción hasta el fin del mundo.

Como se dice arriba, debido a que el significado de estos versos abiertamente contradice a la tradición, se argumenta que el término hermano y hermana no necesariamente significa hijos nacidos dentro del matrimonio, por que, se dice, ambos nombres son usados en la Escritura para indicar familiares.

No es necesario examinar a profundidad el argumento tradicional para observar notorias incoherencias. Y se dice notorias incoherencias porque los versículos tomados para apoyar la idea son tomados fuera de su contexto. Tomar versículos fuera de contexto, o indiscriminadamente, es manipulación inapropiada, no es exégesis sino eiségesis, los exégetas bíblicos conocen acerca de lo que es tomar versículos fuera de contexto.

Otros versículos

En Génesis 13:8 se lee:

“Entonces Abram dijo a Lot: «No haya ahora altercado entre nosotros dos ni entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos”.

Ningún lector de las Escrituras ignora que Abraham es tío de Lot. Con todo y que eso es verdad porque Lot es hijo del hermano de Abraham, la pregunta que debe quedar en claro es: ¿Por que en esta ocasión Abraham llama hermano a Lot se debe entender que Lot deja de ser su sobrino? ¡Por supuesto que no! Es notoria incoherencia imaginar que por haber sido llamado hermano Lot automáticamente había dejado de ser sobrino. En la vida real Lot siempre será sobrino de Abraham, ningún argumento puede deshacer ese vínculo. Pertenecer a la misma raíz ancestral en ningún momento destruyó la relación de tío y sobrino entre aquellos dos hombres. La tradición yerra al intentar interpretar los hermanos de Jesús tomando como base Génesis 13:8.

Otro caso: Todos los Israelitas son hermanos debido a la raíz ancestral que es Abraham; en este contexto, el Salmo 22:22 dice:

“Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré”.

Estas palabras son una profecía acerca de Jesucristo. En este contexto “hermanos” son los descendientes de Abraham, o sea el pueblo de Israel a quienes el Señor predicó el evangelio. Este texto no significa que todo el pueblo y el Señor hayan tenido a José y María como padres, el verdadero significado de Salmo 22:22 no es una base para imaginar que a partir de allí todo el pueblo quedaba unido al Señor en carácter de hermanos de padre y madre.

Otro ejemplo es Génesis 31:54:

“Luego Jacob inmoló víctimas en el monte, y llamó a sus hermanos a comer pan. Ellos comieron pan y durmieron aquella noche en el monte”.

Por orden de Dios Jacob abandonó a su tío Labán (tío por parte de madre) y salió de regreso hacia la casa de su padre Isaac llevando sus esposas hijos y hacienda, al conocer eso, Labán se enojó y fue tras Jacob con intenciones de dañarlo y de despojarlo de todo, pero Dios le habló en sueños advirtiéndole que refrenara sus malas intenciones. Al nal de cuentas, todo salió bien en beneficio de Jacob quien preparó alimento para su tío y sus acompañantes a los cuales el relato trata como hermanos. Aquí surge la misma pregunta ¿El hecho que el registro identifique a los perseguidores como hermanos de Jacob significa que Labán había dejado de ser tío de Jacob, y que sus acompañantes quedaron ligados como hermanos a Jacob? ¡De ninguna manera! El texto no se presta a confusión.

Se trae a consideración la lectura y breve análisis del parentesco de aquellas personas para con rmar que la palabra “hermanos” es común en la Biblia para referirse a familiares como tíos y primos, pero eso de ninguna manera establece un significado como el que existe entre hijos de un matrimonio. Jerónimo erró al insinuar que los hermanos de Jesús, nacidos del matrimonio de José y María, no eran hermanos en sentido estricto sino familiares o parientes, Antiguo Testamento no le fue de apoyo.

No existe ninguna base para confirmar que en todos los versículos que encabezan este subtítulo los hermanos de padre y madre sean simples parientes.

En la Biblia los hermanos se identifican como hermanos, nunca como parientes, pero entre familiares o parientes pueden identificarse como hermanos porque pertenecen a la misma raíz ancestral de lo cual se concluye que Jerónimo no reparó en estos pormenores sino que usando su posición por sobre otros propuso su idea y la lanzó, y esa idea prevaleció.

Otro obstáculo contra el argumento de Jerónimo

Las palabras de Marcos 6:3

“¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?”.

Aunque el texto es claro, el argumento de Jerónimo lo hace difícil sugiriendo que no se debe entender que todos estos en realidad son hermanos nacidos en el matrimonio de José y María sino parientes. La pregunta es: Según Jerónimo ¿eran primos o qué? Él no presenta pruebas, simplemente lanza su idea y con eso todo mundo debe aceptar sus palabras sin preguntar nada.

Jesús estaba predicando en la sinagoga rodeado de muchos judíos admirados de sus enseñanzas quienes por la sorpresa que les causaba escucharlo se hicieron la pregunta: “¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?”.

Breve análisis

Siendo que, según Jerónimo, todos en Israel eran hermanos, ¿en qué sentido se deben entender las palabras de los judíos? Ellos sabían que en Abraham todo el pueblo incluyéndose ellos mismos e incluyendo a José, a María y los hijos de ese matrimonio eran hermanos. ¿Por qué entonces hacen una separación tan clara en la cual ellos se excluyen de la familia, y de entre la familia separan a José y a María por ser padres? ellos preguntan “No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?”.

¿Acaso no está claro que este texto se debe entender sin modificarlo? Valerse de una idea de la cual seguramente no se previeron enredijos solo acarrea incoherencias con el sentido común. Hermanos siempre serán hermanos aunque Jerónimo haya declarado que tal cosa no debe entenderse de esa manera.

Los escritores de los Evangelios eran conocedores de la tradición israelita dentro de la cual todos eran hermanos por provenir de Abraham, pero eso nunca les condujo ellos ni al resto del pueblo a confusión ni a mezclar lo que significa una pareja con hijos, en cambio la tradición apoya a Jerónimo diciendo que los hermanos y hermanas de Jesús no eran hijos del matrimonio de José y María sino parientes o sungeneis lo cual los Evangelios no validan.