El libro de Apocalipsis es, dentro de libros de las Escrituras Griegas del Nuevo Pacto, el libro que más curiosidad causa a los lectores. Eso se debe a las escenas misteriosas e imágenes aterradoras que intranquilizan al lector.
Mujeres, bestias, cabezas, cuernos y otras figuras, todas formando un conjunto de símbolos misteriosos.
Aunque en cierto modo algunas imágenes mostradas en Apocalipsis tienen bastante relación con las mostradas al profeta Daniel, los eventos en que aparecen son diferentes, y no deben ser tomadas en el mismo sentido.
Tan interesante es Apocalipsis que siglos pasan y siglos vienen y el interés que despierta su contenido no decrece, al contrario, el interés por este intrigante libro profético se mantiene invariable entre los Cristianos; aún más, a partir del siglo XX la producción de libros de consumo popular, y la producción de películas ha encontrado en su contenido una fuente inagotable de ingresos principalmente dentro del mundo cristiano.
Como su título indica, Apocalipsis significa revelación; una revelación de Dios dada a Juan por medio de Jesucristo, quien a su vez la envía por medio de un ángel.
Por razones que competen únicamente al santísimo propósito, Juan fue llevado por el Señor a la isla de Patmos. Por supuesto que la narración dice que él estuvo cautivo en ese lugar, y así es como generalmente se entienden sus palabras. De esta manera entendemos que haber sido llevado allá cautivo fue un propósito del Señor porque aquél era el lugar indicado para darle la revelación.
Aún más, las figuras apocalípticas pertenecen al pueblo redimido, ellas le han sido dadas por el Altísimo como una representación histórica del humano altercando contra Dios. Maravillosamente en el orden de los acontecimientos que han de venir sobre la humanidad, los dos testigos, sobre los cuales trata este estudio, son los últimos en aparecer; después de ellos lo único que faltará será el juicio final, después viene la eternidad manifestada por el descenso de la nueva Jerusalén.
Dediquemos, pues, un momento para mirar lo relacionado al capítulo 11 de Apocalipsis.
Apocalipsis 11.1
Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir y se me dijo: Levántate y mide el templo de Dios y el altar y a los que adoran en él.
A Juan le es ordenado medir el templo, para ese propósito le es dada una caña. Una caña es lo que en nuestro tiempo podría ser un metro o una regla para medir. La orden dada es medir el templo, el altar y a los que adoran en él, de lo cual algunas preguntas podrían hacerse: ¿A qué templo y a qué altar se refiere la orden? ¿Es ese templo simbólico o material? ¿Quiénes son los involucrados en la frase “y a los que adoran en él”? Miremos un poco de esto:
Breve historia del templo
Históricamente, mientras Israel caminaba por el desierto el Altísimo Dios le ordenó construir un santuario o tabernáculo; el propósito era dar al pueblo la oportunidad de estar cerca de su Dios en todo momento, y podía ser instalado y desmontado. Siempre que se les ordenaba detenerse el tabernáculo debía ser instalado en medio del campamento. De esa manera trabajaron las cosas hasta que finalmente el templo vino a ser una construcción inamovible, construido por Salomón.
Por unos cuatrocientos años aproximadamente, aquel templo fue una demostración de la gloria de Dios morando entre ellos, pero vino el tiempo cuando los Caldeos invadieron la tierra de Israel, y el templo fue saqueado y todos los tesoros allí guardados fueron transportados a Babilonia. Notoriamente, los utensilios de oro y de otros metales para el servicio en el templo no fueron tomados como botín de guerra sino guardados bajo custodia de las autoridades caldeas.
Cuando la cautividad terminó a los judíos les fue permitido reconstruir los muros, la ciudad y el templo; de esa manera el templo continuó siendo el lugar donde Dios se manifestaba al pueblo, pero la vida religiosa de los judíos no alcanzó los niveles máximos demandados por el Altísimo, y eso fue la causa por la cual la inestabilidad social, económica y religiosa dominó la vida del pueblo. Durante ese tiempo de pobreza espiritual el templo fue profanado por Antíoco IV Epífanes, y el pueblo perdió el interés por obedecer la Ley. Lamentablemente en el relato histórico hay un vacío de unos cuatrocientos años en los cuales no hubo profeta que escribiera en relación a la adoración a Dios. La historia cuenta que Herodes decidió invertir dinero en la remodelación del templo, pero parece que él no siguió el modelo ordenado por Dios. Herodes incluyó un área donde se podía comprar animales para el sacrificio; eventualmente el comercio en el templo se multiplicó. A esta remodelación se le conoce como el segundo templo.
Importante para este estudio es entender que cuando el primero y segundo templos estuvieron en pie el servicio sacrificial era exclusivamente para los israelitas, o sea, a ningún extranjero le estaba permitido participar excepto si primero se sometía a la circuncisión, incluyendo los varones de su familia; de esa manera ese hombre junto con su familia adquirían el derecho a participar de la vida espiritual del pueblo incluyendo el derecho a participar de las actividades del templo. Las cosas permanecieron de esa manera hasta que el templo finalmente fue destruido por los Romanos, poco tiempo más tarde vino la expulsión de todos los judíos, cumpliéndose las palabras proféticas del Señor mencionadas en Lucas 21.24:
Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
De esa manera, durante unos mil ochocientos años, aproximadamente, la tierra de Israel fue poseída por diferentes naciones que la conquistaron; durante ese tiempo fue verdaderamente imposible que el pueblo de las promesas pudiera volver a la tierra de la cual habían sido dueños; hasta que vino el siglo XX cuando les fue permitido volver; de esa manera la dispersión terminó y la aliyá (regreso) comenzó, hoy Israel está de vuelta en su tierra, aunque obviamente el área que les fue asignada no es el área total que el Altísimo les dio.
El deseo de construir el templo continúa
Es verdad que el pueblo está de vuelta en su tierra, pero la obediencia a la Ley les está completamente vedada por Dios. Es cierto que Él les ha permitido volver a la tierra que juró a sus padres, pero la restauración total del sistema religioso está todavía muy lejos aunque ellos sueñan conque las cosas han de volver a la normalidad en breve tiempo.
El tiempo para ellos no ha llegado debido a que la gracia de Dios todavía va permanecer entre los gentiles por un tiempo no muy corto.
Los judíos saben que para adorar a Dios como Él les mandó es necesario tener un templo y restituir el sacerdocio levítico todo lo cual es virtualmente imposible, y aunque los judíos ultraortodoxos se excitan deseando volver al sistema de la Ley, Dios por ninguna causa va a modificar su decisión, porque restituir el sistema levítico sería interrumpir el tiempo de salvación dado a los gentiles.
Ellos reconocen que sin el templo y el sacerdocio es verdaderamente imposible celebrar fiestas solemnes y sacrificios como la Ley ordena, y la Ley no puede ser quebrantada porque Dios no lo permite, de allí es que, todo cuanto hacen hoy en día sólo es una imitación para recordar la obediencia que les ha sido demanda por la Ley. En otras palabras, Israel no celebra las solemnidades como le fue ordenado por Dios y ellos lo entienden; de hecho, imitar no es obedecer sino añorar aquello que no puede ser obedecido; para ellos necesitan el tercer templo el cual será construido hasta el tiempo señalado.
Aún más, Israel todavía está demasiado lejos de ser tocado por Dios para recibir el evangelio; esto significa que las manifestaciones actuales de agrupaciones formadas por personas de origen israelita, apoyadas por gentiles, que proclaman al Mesías al estilo evangélico, en realidad está demasiado lejos de ser el despertar israelita anunciado por los profetas hebreos (Zacarías 12.10. Zacarías 13.6).
El templo de los profetas
Volviendo a Apocalipsis 11.1, el ángel da a Juan una vara para medir el templo. No está declarado el propósito de medirlo, y resultará infructuoso conjeturar proponiendo ideas que no están basadas en la Palabra de Dios. Con todo su mención es muy interesante, pues no se refiere al segundo templo, el cual fue destruido por los Romanos en el año 70 d.C., sino que se refiere a aquél que va a ser construido durante el reinado de Jesucristo.
El profeta Ezequiel describe ese templo muy ampliamente, y un estudio acerca de su construcción hace concluir que es el mismo al cual Apocalipsis 11.1 se refiere.
Curiosamente, aunque la descripción del templo hecha por Ezequiel es detallada en realidad causa dificultades aun a los lectores con experiencia pues algunos detalles no concuerdan con la descripción del primer templo ni del segundo.
Ezequiel capítulos de 40 al 47 se refiere al templo que va a ser edificado durante el reinado de Cristo de mil años, en cuyo tiempo también será restaurado el sacerdocio levítico y, al parecer, las fiestas serán celebradas otra vez por los israelitas.
Pareciera que el propósito de restituir las solemnidades mosaicas es dar a Israel la oportunidad de comparar la justificación proporcionada por la Ley con la superioridad de la justificación por medio de Jesucristo. Eso será verdaderamente interesante pues la profecía de Ezequiel claramente menciona el templo como el lugar del trono del Señor, es decir, el lugar desde donde el Señor va a reinar sobre Israel y sobre todo el mundo. Debe recordarse que en el lugar santísimo era precisamente donde la gloria del Señor se manifestaba. Acerca de ese templo futuro Ezequiel 43.4-7 dice:
La gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente. 5 Entonces el espíritu me levantó y me llevó al atrio interior, y vi que la gloria de Jehová llenó la casa.
6 Entonces oí a alguien que me hablaba desde la casa, y un hombre estaba junto a mí. 7 La voz me dijo: «Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré para siempre entre los hijos de Israel.
Según esta cita, nuestro Señor reinará desde el lugar santísimo del templo en su segunda venida.
El profeta Zacarías 14.4 ha declarado que el Señor va a descender sobre el monte de las Olivas:
En aquel día se afirmarán sus pies sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén, al oriente.
Notoriamente el verso 5 dice que Él viene con todos los santos, es decir, con todos aquellos que tendrán parte en la primera resurrección y los que serán transformados en un abrir y cerrar de ojos.
Así entonces, la visión de Ezequiel tiene el propósito de informar que el tercer templo será construido no sólo con el propósito de restablecer el sistema sacrificial sino para hacer de aquel lugar la morada del Rey de reyes y Señor de señores.
Las medidas
Como puede notarse en Apocalipsis 11.1, Juan mide el templo pero no proporciona ningún resultado. Se le dice que mida el altar de los holocaustos pero tampoco parece importante el reporte de sus medidas. Esto entonces podría significar que la orden de medir el templo y el altar no tiene el propósito de informar tamaños y superficies sino de informar que futuramente va a existir ese lugar como centro de adoración y el altar como centro de los sacrificios.
Además, siendo que el registro de Apocalipsis fue escrito originalmente para ser enviado a los israelitas esparcidos en las siete iglesias de Asia, que estaban plenamente familiarizados con el sistema establecido por la Ley, entonces existe la fuerte posibilidad de que el propósito de mencionar el templo haya sido centrar el mensaje del capítulo 11 sobre las buenas noticias acerca del grandioso futuro del cual ellos van a participar activamente en el reinado de Cristo.
Aún más, cotejando el reporte de Ezequiel con el de Juan descubrimos que el propósito de Apocalipsis es mostrar que la mención del templo no sólo sirve para recordar que los holocaustos y solemnidades serán restituidos, sino que en el lugar santísimo se manifestará la terrible gloria del Señor que morará en ese lugar durante su reino milenario. Esto, además de maravilloso es interesante porque el Jehová de los ejércitos que moró en el lugar santísimo en el primer templo, es el Mismo Señor Jesucristo en toda su gloria, reinando en el tercer templo durante su reinado de gloria.
Si el lector de ambos profetas dedica especial atención al contenido de sus profecías entonces descubrirá que esto que se está diciendo aquí es una maravillosa verdad.
El patio de los gentiles
Apocalipsis 11.2
Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles. Ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
El mensaje es curioso: La orden sólo incluye medir el templo y el altar; el atrio debe ser dejado sin medir porque los gentiles hollarán el patio y la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. Atrio es el patio que rodea el templo. Obsérvese muy cuidadosamente que detrás de la orden de no medirlo está una razón de mucho significado; esa razón es que los gentiles lo van a profanar o ensuciar con su presencia. ¿Si a los gentiles no se les permite entrar al templo, por que van a profanarlo? Esto se explica más abajo al leer Zacarías 14.17–19.
Nunca en los tiempos del primero y segundo templos la entrada de gentiles fue permitida. El primer templo no contenía algún espacio donde los gentiles pudieran entrar; sencillamente ellos no tenían permitido el acceso. Para que un gentil pudiera tener acceso a las áreas del templo, como cualquier israelita, primero debía haber sido circuncidado él y los varones de su casa, a partir de allí ganaba ese privilegio, pero a la vez quedaba obligado a obedecer toda la Ley. Fue hasta que Herodes decidió la reconstrucción, o modificación del segundo templo (por el año 19 a.C.) que un área para los gentiles fue creada, de lo cual varios aspectos se pueden notar:
Primero, aquella reconstrucción se llevó a cabo precisamente cuando la adoración al Altísimo por parte de Israel estaba en sus niveles de calidad más bajos.
Segundo, Tal reconstrucción ni fue ordenada por Dios ni tampoco fue por inspiración de Dios, más bien los propósitos de Herodes fueron enteramente personales y políticos, pues de la manera en que construyó templos para los paganos, así remodeló el templo de Dios.
Tercero, a él se debe la anexión de ese patio para los gentiles, lo cual Dios ni aprobó ni rechazó; y al parecer, el propósito no fue para adoración sino con fines comerciales, después de todo, cambistas y vendedores lo inundaban ante lo cual el Señor Jesús, lleno de celo, los expulsó. En realidad, los gentiles ninguna relación tenían con Dios, sin embargo la iniciativa de Herodes prevaleció contra la Ley, y el pueblo, en tan lamentable condición espiritual en que se encontraba, ninguna objeción mostró.
Cuarto, sin temor a equívocos puede decirse que la gloria del Altísimo había dejado de manifestarse entre el pueblo como en el primer templo, de allí que ante, la inclusión del atrio para los gentiles, ninguna reacción del Altísimo se dejó escuchar, sencillamente los días en los cuales Su gloria se manifestaba pertenecían al pasado.
Profanación futura
Ezequiel no dice que en los alrededores del tercer templo va a existir un lugar dedicado a los gentiles como el que Herodes hizo construir, ¿Cómo es que los gentiles lo van a profanar?, Zacarías 14.17–19 dice:
Todos los que sobrevivan de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Y acontecerá que si alguna familia de la tierra no sube a Jerusalén para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, no habrá lluvia para ellos. Y si la familia de Egipto no sube ni viene, no habrá lluvia para ellos, sino vendrá la plaga con que Jehová herirá a las naciones que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Esta será la pena del pecado de Egipto y del pecado de todas las naciones que no suban para celebrar la fiesta de los Tabernáculos.
Para entender esto por favor regrese al subtítulo “El patio de los gentiles”.
Aunque no está claro en qué momento del reinado de Cristo va a ser construido el tercer templo mencionado por Ezequiel, sí es claro que en ese tiempo será llevada a cabo tan monumental obra, pero es claro que la santidad de la ciudad y del templo serán profanado por los gentiles quienes tendrán que subir de año en año a celebrar la fiesta de las cabañas o tabernáculos.
Zacarías claramente dice que “Todos los que sobrevivan de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos.”
De acuerdo a esta profecía, las naciones que sobrevivan a Armagedón subirán a Jerusalén cada año a celebrar la fiesta de las cabañas, pero si se observa el trasfondo de estas palabras se notará que subir allá no será porque los gentiles vayan a ser admitidos como obedientes de la Ley; sino como castigo de Dios; después de todo, el texto de Zacarías 14.17–19 dice que las naciones que se atrevan a desobedecer serán castigadas, observe: “Y acontecerá que si alguna familia de la tierra no sube a Jerusalén para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, no habrá lluvia para ellos.”
Esto significa castigo y en vez de participación compartida con Israel, a esto se refiere Apocalipsis 11.2 al decir “Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles. Ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses”.
Aparte de descubrir esta maravillosa verdad acerca del tercer templo y de cómo los gentiles lo van a profanar, pareciera que esta declaración significa que este patio mencionado no es una pequeña área sino una referencia a la ciudad de Jerusalén, como ya se dijo arriba.
Los cuarenta y dos meses
Por favor ponga atención a esta cantidad de tiempo porque es mencionada una vez en Apoc. 11.2 y otra vez en Apoc. 11.3, pero no se refieren al mismo evento sino a dos diferentes. La primera vez se refiere al inicio del reinado de Cristo, cuando los sobrevivientes de Armagedón serán obligados a subir a Jerusalén; esos sobrevivientes están mencionados en Apocalipsis 2.27, 12.5, 19.15, Apocalipsis 20.8 los cuales serán gobernados con vara de hierro, es decir, sin ninguna compasión. En este tiempo los dos testigos no intervienen.
Durante los otros lcuarenta y dos meses es cuando los dos testigos van a profetizar, pero eso será después de los mil años del reinado de Cristo.
Por lo tanto entre las dos veces hay un período aproximado de mil años.
Apocalipsis 11.3
Y Ordenaré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos con ropas ásperas.
El texto dice que los dos testigos van a profetizar durante esos 1.260 días, vestidos de ropas ásperas. El propósito de esas ropas sugieren tiempos difíciles y mensajes proféticos de castigo; los dos testigos no van a aparecer para dar mensajes de arrepentimiento al mundo, ese tipo de ropas en tiempos del pueblo del Israel del pasado era usada por los profetas para anunciar tiempos difíciles, ejemplo de esto es Génesis 37.34. 1o Reyes 21.27. Lucas 10.13, etc.
La razón por la cual aquellos serán tiempos difíciles se debe a que después de los mil años el diablo será dejado en libertad para que continúe engañando a las naciones (Apocalipsis 20.7). Asimismo, para ese tiempo está señalado el aparecimiento del nuevo Imperio Romano el cual va a tomar poder para dominar a los moradores de toda la tierra Apocalipsis 13.3; 17.8, Otras grandes manifestaciones del poder del mal son mencionados más adelante, todas las cuales corresponden con el tiempo en que los mensajes proféticos de los dos testigos serán dados a conocer a la humanidad.
¿Quiénes son?
En verdad es intrigante la identidad de los dos testigos, y más intrigante resulta su origen, es decir, su aparecimiento está envuelto en total misterio, como tal, no se encuentran pormenores para su identificación, y aunque eso es así, muchas personas han intentado identificarlos con personas de origen humano que pertenecieron al pasado.
La idea más interesante entre las personas que intentan identificarlos proviene del siglo IV d.C., de un escrito apócrifo (literatura fraudulenta no inspirada divinamente) que, como es normal en ese tipo de literatura, es anónima. Una prueba de esto la proporciona el autor Aurelio de Santos, en su traducción de las Actas de Pilato, o, Evangelio de Nicodemo. Obsérvese lo que este escrito apócrifo dice:
IX (XXV)
Id, pues camino del paraíso teniendo asido de la mano al primer padre, a Adán. [Y al llegar] hizo entrega de él, así como también de los demás justos, al arcángel Miguel. Y cuando entraron por la puerta del paraíso, les salieron al paso dos ancianos, a los que los santos padres preguntaron: ¿Quiénes sois vosotros, que no habéis visto la muerte ni habéis bajado al infierno, sino que vivís en cuerpo y alma en el paraíso? Uno de ellos respondió y dijo: Yo soy enoc, el que agradó al Señor y a quien Él trasladó aquí; éste es Elías el Tesbita; ambos vamos a seguir viviendo hasta la consumación de los siglos; entonces seremos enviados enviados por Dios para hacer frente al anticristo, y ser muertos por él, y resucitar a los tres días, y ser arrebatados en las nubes al encuentro del Señor.
Esta historia, aunque es llena de esperanza es irreal. Describe escenas en las cuales su autor describe propia imaginación, hasta el grado de que alguien ordena al Señor Jesucristo tomar de la mano al primer hombre, Adán, y a todos los justos, para conducirlos al paraíso hasta entregarlos al arcángel Miguel. Es enteramente obvio que el escritor de esta narración no conoce el contenido de las Escrituras Griegas del Nuevo Pacto, de otra manera habría sabido que Pablo, por inspiración de Dios, ha declarado que reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán (Romanos 5.14), de haberlo sabido probablemente habría modificado su narración, pues entretanto él le otorga a Adán la salvación, los escritores inspirados lo identifican como uno que por su pecado perdió el derecho a la vida eterna tal como está confirmado en Génesis 2.17.
Lo interesante para nuestro estudio es que la persona que escribió este apócrifo decidió incluir a los dos testigos mencionados en Apocalipsis 11.3, e incluso hasta los hace hablar, informando que volverán a la tierra “en la consumación de los siglos”, a ambos da los nombres de Enoc y Elías.
Ha sido a partir de ese escrito apócrifo que ha surgido una lista bastante considerable de personas que escriben exponiendo sus ideas acerca de los dos testigos. Lo que resulta interesante es que todos toman la idea original, pero quieren dar a entender que han estudiado el asunto profundamente hasta llegar a la conclusión que los dos testigos son Enoc y Elías.
Los historiadores formales, cuyo propósito es establecer el tiempo aproximado cuándo determinado escrito fue realizado, nos ayudan a entender que desde el siglo IV de nuestra era la identificación de los dos testigos ha sido un tema de curiosidad y de interés hasta el grado que algunas personas inventaron historias y pretendieron igualarlas con los escritos inspirados.
El deseo de descubrir los secretos proféticos, sobre escenas que no están reveladas en la Biblia, ha sido la razón por la cual algunas personas han intentado buscar en el trasfondo bíblico alguna información que ayude a descubrir lo oculto. Lo peor de todo es que, con el transcurrir del tiempo, el número de interpretaciones incorrectas ha aumentado considerablemente.
Ya se ha transcrito arriba la porción del apócrifo Evangelio de Nicodemo, el cual no sólo es un cuento en el cual según el autor van a heredar la gloria buenos y malos, obedientes y desobedientes; lo interesante es la mención que se hace de Enoc y Elías quienes aparecen viviendo en la gloria “en cuerpo y alma” y hasta sostienen un diálogo con uno de los “padres redimidos” en el cual Enoc dice:
“...ambos vamos a seguir viviendo hasta la consumación de los siglos; entonces seremos enviados por Dios para hacer frente al anticristo, y ser muertos por él, y resucitar a los tres días y ser muertos por él, y resucitar a los tres días, y ser arrebatados en las nubes al encuentro del Señor”.
Es obvio que el autor de este apócrifo profesa la fe católica, dentro de la cual se cree que algunos santos (o quizás todos) van al cielo en cuerpo y alma conservando el mismo estado consciente que trajeron al nacer, y desde el cielo miran a los familiares, se alegran o entristecen por ellos, etc. De acuerdo con esa enseñanza, en tal condición de inmortalidad las personas son capaces de razonar y de vivir eternamente en la gloria sin necesidad de transformación alguna, es decir, de esa transformación mencionada por Pablo en 1 Corintios 15.50: “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.
De esa manera, desde que nacieron Enoc y Elías, no han muerto, y aunque el Apóstol Juan ha declarado que nadie subió al cielo (Juan 3.13) el autor del apócrifo bajo comentario no pone atención a eso y los coloca en el paraíso.
Siguiendo ese escrito apócrifo, muchos comentaristas han estado a lo largo de los años “descubriendo” que los dos testigos son Enoc y Elías. Otros se han separado de la enseñanza y “han descubierto” que en realidad no son Enoc y Elías sino Moisés y Elías, y así sucesivamente.
La Iglesia Adventista
Como es de esperar, la organización adventista no queda relegada, más bien rechaza los dúos Enoc-Elías y MoisésElías; en su lugar su argumento dice:
“Aquí entramos a identificar los Dos Testigos, como la Biblia, el Antiguo y Nuevo Testamento”. (http://defensaadventista.com/articulos_file/Los2Testigos.pdf ).
Esta imaginación tampoco no pasa la prueba sencillamente porque ni el Padre Eterno, ni su Hijo, ni los profetas, ni Apóstoles identifican alguna vez las Escrituras como “testamentos” , Ellos hablan de las Escrituras y de la Palabra de Dios. Incluso para todos ellos la Palabra de Dios no se compone de dos secciones . El error se vuelve todavía mayor cuando se entiende que los popularmente conocidos como antiguo y nuevo testamentos es una referencia católica incorrecta al antiguo y nuevo pactos (más bien parece que fue Jerónimo en la Vulgata Latina quien calificó como testamentos las división de la Biblia).
La Escritura habla del antiguo pacto hecho entre Dios e Israel al pie del monte Sinaí (heb. Sinay), y del nuevo pacto, concertado siempre entre las dos partes (Jeremías 31.31-33), el cual fue realizado por Cristo (Mateo 26.28).
Jeremías dice:
“Vienen días, dice Jehová, en los cuales haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día en que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”.
Pactos son acuerdos legales, o compromisos legales contraídos entre dos partes, y es incorrecto pensar que el pacto sinaítico equivalga a un conjunto de libros desde Génesis hasta Malaquías; como también es inadecuado pensar que nuevo testamento sea el nombre dado a los escritos apostólicos.
Tomar como base la designación católica para la división de la Biblia en dos testamentos, y afirmar que esa designación son los dos testigos como hace la iglesia adventista es tan inadecuado como la creencia del libro apócrifo Evangelio de Nicodemo.
Es curioso cómo la necesidad de encontrar la respuesta a las declaraciones no reveladas sea el combustible que mueve la iniciativa humana para inventar cualquier explicación “bíblica” que, sin medir consecuencias, vienen a constituirse en dogmas.
La Watchtower
La Watchtower va todavía más lejos en su interpretación pues el asunto ha sido personalizado como una declaración de Apocalipsis diseñada para ellos. La Sociedad dice:
“Estos cristianos ungidos fieles necesitaban la cualidad de aguante, porque tenían que profetizar ?vestidos de saco’. ...El saco que llevaban los dos testigos parece indicar su aguante con humildad mientras anunciaban los juicios de Jehová. Eran testigos que proclamaban Su día e venganza que traería duelo también a las naciones. (Deuteronomio 32:41-43.)
La clase Juan tenía que predicar este mensaje por un tiempo claramente indicado: 1.260 días, o 42 meses, el mismo período de tiempo durante el cual la santa ciudad sería hollada”. (Apocalipsis ¡Se acerca su magnífica culminación! Pág. 164).
El comentario continúa, sin embargo, esta porción es suficiente para mostrar cómo los TJ's diseñaron una explicación a modo que los dos testigos de Apocalipsis encajen dentro de sus afiliados.
Ni los eventos ni las fechas de la Watchtower tienen relación con la profecía de Juan, pero como vivimos en un mundo en el cual hay libertad de interpretar profecías bíblicas hasta acomodarlas al gusto personal, esa organización ha aprovechado esa ventaja y ha decidido que los dos testigos no son dos sino un grupo de individuos a quienes identificaron como “la clase Juan”.
Como puede verse por los ejemplos precedentes, la internet abunda en exposiciones sobre los dos testigos, la mayoría siguiendo el mismo patrón establecido desde el siglo IV d.C. (Enoc y Elías), otras modificando la propuesta original y estableciendo una diferente (Moisés y Elías), otros han ido más a fondo del asunto hasta ignorar estas dos propuestas estableciendo otras que desencajan totalmente como esa de que los dos testigos son los “dos testamentos”, y la última, seguramente fuera del campo imparcial es la que establece a los dos testigos como un grupo de individuos (no se sabe cuántos), a quienes los TJ's bautizaron como la “clase Juan”.
Leyendo Apocalipsis
Al leer Apocalipsis 11.1-2 el lector fácilmente observa que el templo y los dos testigos están unidos en una sola visión, eso conduce a entender que se refiere al tercer templo mencionado por el profeta Ezequiel caps. 40-48 el cual será construido durante el reinado del Señor Jesucristo pero no se sabe en qué momento será construido.
La siguiente escena después del templo lo constituye la aparición de los dos testigos. Aunque no hay información respecto al momento exacto en que han de aparecer, personalmente concluyo en que será durante el glorioso reinado de Cristo, cuando el templo sea construido; y van a tener una participación activa en ese tiempo.
En otras palabras, los dos testigos nunca han existido en el pasado como las creencias populares han expuesto, y gran error es aceptar esas creencias como respuesta a una pregunta que en realidad no tiene respuesta; y todavía mayor es el error de sus expositores, porque proponen ideas sin ninguna fuerza bíblica.
Apocalipsis 11.3
Y ordenaré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos con ropas ásperas.
Aunque no hay información de cuánto tiempo los dos testigos han de estar activos, yo entiendo que será por largo tiempo, después de todo, su aparecimiento no será por breves momentos como se verá un poco más adelante.
Recuérdese que quien está hablando con Juan es el Señor Jesucristo, y al final de su reinado va a enviar a sus dos testigos a que profeticen por 1.260 días vestidos con ropas ásperas. ¿Qué razón existe para enviarlos vestidos de esa manera?: Durante Su reino habrá paz, y salvación abundante para quienes vivan en aquél tiempo, pues el diablo estará encadenado en el abismo.
Pero cuando cuando los mil años se cumplan el diablo será desencadenado para engañar a las naciones que rechacen el mensaje de salvación durante el reino milenario, cuya oportunidad se habrá ido para siempre; así que la misión de los dos testigos, vestidos de cilicio, o ropas ásperas, vendrá cuando el diablo sea desencadenado.
Después de declarar a Juan que sus dos testigos profetizarán vestidos con ropas que evidencian malos presagios, el Señor proporciona una información bastante interesante la cual se encuentra en el versículo siguiente.
Apocalipsis 11.4
Estos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que están de pie delante del Dios de la tierra.
Ahora, por favor agudice su atención para entender este versículo. El asunto es curioso e interesante. Curioso pues dice que los dos testigos al mismo son los dos olivos y los dos candelabros de pie en la presencia de Dios, ¿Qué significa esto? Históricamente, Dios no ordenó a Moisés la fabricación de dos candelabros sino uno para el templo(Éxodo 25.31); el segundo templo tampoco había dos. No obstante, el tercer templo, que va a ser construido durante el reinado de Cristo, no sigue ningún modelo previo, de hecho, la descripción proporcionada por Ezequiel capítulos del 40 al 48 lo presenta con modificaciones. Esas modificaciones justifican la razón por la cual en lugar de un candelabro sean dos. Por otra parte se dice que los dos testigos al mismo tiempo son los dos olivos y los dos candelabros; Este es un juego de palabras a las cuales hay que encontrar el significado el cual es como sigue.
Esos dos candelabros y los dos olivos tienen relación con dos personas del pasado, Josué y Zorobabel (Zacarías caps. 3 y 4) los cuales tuvieron destacada participación en la reconstrucción del primer templo. Pero claro, no estoy diciendo que los dos testigos son Josué y Zorobabel, sino que como ellos tuvieron destacada participación en el templo, así la tendrán los dos testigos.
La mención de dos candelabros y la mención simbólica de Josué y Zorobabel no es en vano, más bien es una clave para entender que los dos testigos tendrán una participación activa en el templo durante el tiempo del reinado de mil años de Cristo. Por eso digo arriba que será durante el reinado de Cristo que ellos van a tener una participación activa, pues estarán en el templo desde el momento en que ese templo sea construido.
Es cierto que su aparición en Apocalipsis 11 es misteriosa y repentina, sin conocer sus orígenes, pero eso de ninguna manera causa sorpresa ya que en el pasado tuvimos a Melkizédek como sacerdote del Dios Altísimo aunque de él no tenemos información alguna (Hebreos 7.3 ).
Por supuesto que no estoy diciendo que los dos testigos son de descendencia humana, sino que la Escritura no reporta nada de ellos, ambos están rodeados de misterio como aquél rey-sacerdote y quienes conocerán pormenores acerca de ellos serán los redimidos que tengan participación en el reinado de Cristo y también las personas que están destinadas al lago de fuego.
En realidad ellos son un verdadero misterio, pero podemos conocer su identidad como se muestra más adelante.
Apocalipsis 11.5
Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos y devora a sus enemigos; si alguno quiere hacerles daño, debe morir de la misma manera.
Como ha sido dicho, el cumplimiento de estas palabras tendrá lugar después del período milenario, encaja allí pues debe recordarse que el Reino de Cristo será de paz, sin violencia para nadie. Pasado ese glorioso tiempo Satanás será suelto de su prisión, entonces vendrá la participación de los dos testigos anunciando catastróficas consecuencias para quienes desaprovecharon la gran oportunidad de aceptar la redención de sus pecados. Estos son una gran multitud de adoradores de la ramera espiritual (la segunda bestia), del nuevo Imperio Romano (la primera bestia) y del diablo (el dragón).
La información del versículo 5 claramente habla de violencia contra ellos, pero se nos dice que las intenciones criminales en su contra se revertirán contra sus atacantes. Salir fuego de sus bocas no es literal, más bien significa poder para invocar la muerte sobre sus adversarios.
Apocalipsis 11.6
Estos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas, para convertirlas en sangre y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quieran.
La autoridad sobre los elementos naturales de estos dos seres será similar a la de Elías y a la de Moisés, esto confunde a muchos que buscan la identidad de los dos testigos identificándolos con Moisés y Elías; pero por supuesto, para nosotros no debe haber ninguna confusión pues durante aquel tiempo Moisés y Elías, junto con los patriarcas estarán reinando con Cristo, (Lucas 13.28) sin que se les asignen misiones como las que cumplieron durante su ministerio mientras estuvieron con cuerpos humanos.
Apocalipsis 11.7
Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará.
Por el significado de este texto se entiende que al terminar su ministerio profético, su poder de obrar maravillas también terminará, entonces ellos quedarán a merced de la ira de la bestia que sube del abismo (Apoc. 17.8), es decir, del nuevo Imperio Romano que reaparecerá en aquel tiempo con sus mismas blasfemias contra el Padre Altísimo y contra el Señor Jesucristo con las cuales se manifestó en los tiempos pasados. Hacer guerra contra ellos significa arremeter contra ellos hasta vencerlos y matarlos, lo cual le será fácil pues quedarán desamparados.
Esto es interesante y requiere de algún comentario, pues aunque el glorioso tiempo de paz de mil años habrá terminado, no significa que el Señor Jesucristo haya de volverse al cielo al lado de su Padre; habiendo descendido para establecer su reino, se quedará aquí para continuar la limpieza de toda la tierra (Hechos 3.21) hasta que del día del juicio final venga para lanzar al lago de fuego todo el pecado.
Pues bien, volviendo al asunto relacionado con los dos testigos puedo decir que, estando el Rey de reyes gozando con sus redimidos sobre la tierra, las convulsiones volverán al mundo pues Satán será desencadenado (Apocalipsis 20.8) y le será permitido salir del abismo, claro que él no tendrá acceso al ambiente de los redimidos.
Estando el diablo desencadenado, el mundo postmilenario vendrá a ser mucho más violento que el actual, y lo será pues serán los últimos momentos que le serán permitidos para masacrar despiadadamente a todos sus servidores y adoradores. La salvación por medio del evangelio habrá terminado para siempre durante el reino milenario, y los pecadores serán dejados a merced del diablo para ser brutalmente castigados por haberle sido fieles.
Por otra parte, cuando el Imperio Romano arremeta contra los dos testigos el Rey de reyes de ninguna manera va a intervenir para ayudarlos. Él no va a intervenir a su favor porque todo cuanto está dicho de ellos tiene que cumplirse. Si el Señor los defendiera entonces las palabras de Apocalipsis 11.6-12 quedarían sin cumplimiento.
Apocalipsis 11.8
Sus cadáveres estarán en la plaza de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.
La gran ciudad no se refiere a lo que hoy se conoce como la ciudad del Vaticano como popularmente se cree. Apoc. 11.7 viene hablando de la primera bestia en vez de la segunda por lo tanto, la gran ciudad es la ciudad del nuevo Imperio Romano que es la primera bestia.
Apoc. 11.8 menciona los cadáveres de los dos testigos; cadáveres son referencia a personas humanas, y son humanos porque de otra manera no podrían morir. Seguramente serán dotados de cuerpos físicos y quedarán expuestos a la muerte, tal a como fue con el Señor Jesus cuando vino a la tierra por primera vez.
Este verso 8 dice que Jesucristo murió en la ciudad que en sentido espiritual es llamada Sodoma y Egipto. Pero claro, Jesucristo no murió en ninguna ciudad identificada con ambos nombres, por lo tanto las palabras de este texto son una referencia al mundo en general, ya que, precisamente, el Señor vino al mundo a morir. Esa gran ciudad conocida como Sodoma y Egipto es una referencia a la gran ciudad capital del nuevo Imperio Romano.
Apocalipsis 11.9
Gentes de todo pueblo, tribu, lengua y nación verán sus cadáveres por tres días y medio y no permitirán que sean sepultados.
Por ira, despecho y odio contra Dios, —porque la salvación ya no existirá más en aquel entonces—, el mundo mirará los cadáveres de ellos, y su saña será tal que no permitirán que sus cuerpos sean enterrados seguramente para ver cómo se descomponen. Para que todo el mundo sea capaz de mirar sus cadáveres será necesario que los canales de televisión trabajen a nivel mundial.
Apocalipsis 11.10
Los habitantes de la tierra se regocijarán sobre ellos, se alegrarán y se enviarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas habían atormentado a los habitantes de la tierra.
El texto habla de una fiesta mundial, debido a que los enemigos han sido vencidos por la bestia a quien le será fácil vencerlos porque el poder les será quitado. Sus amenazas no volverán a ser oídas; la tranquilidad blasfema volverá, y será momento de parabienes y de glorificación a la bestia ; al menos por unas pocas horas.
Apocalipsis 11.11
Pero después de tres días y medio el espíritu de vida enviado por Dios entró en ellos, se levantaron sobre sus pies y cayó gran temor sobre los que los vieron.
Setenta y dos horas después de haber sido asesinados, la fiesta mundial terminará violentamente, cambiando la alegría en horror, viendo cómo aquellos cadáveres empiezan a moverse porque el espíritu enviado por Dios entrará en ellos hasta volverlos a la vida normal. En esos momentos el horror volverá sobre los pecadores.
Apocalipsis 11.12
Entonces oyeron una gran voz del cielo, que les decía: «¡Subid acá!». Y subieron al cielo en una nube, y los vieron sus enemigos.
Como he dicho arriba, la labor de estos dos seres será abundante durante el reinado del Mesías, y aunque nada sabemos de su procedencia sí podemos inferirlo. Lo cierto es que aun cuando estén en la tierra serán como cualquier humano lo cual está demostrado por su presencia en el lugar santísimo frente al trono del Señor Jesucristo.
Inmediatamente después de resucitar serán llamados de vuelta al lugar de donde vinieron. Esto significa que estos dos seres son de origen celestial, posiblemente sean ángeles que van de tomar carne como el Señor Jesús la tomó cuando vino a la tierra por primera vez; el texto dice que serán llamados para subir al cielo, eso es clave para entender que con seres celestiales pues ningún ser humano habita el cielo aunque el cristianismo así lo enseña.
Apocalipsis 11.13
En aquella hora hubo un gran terremoto y la décima parte de la ciudad se derrumbó. Por el terremoto murieron siete mil hombres. Los demás se aterrorizaron y dieron gloria al Dios del cielo.
No está dicho si este terremoto si será mundial o local. El texto se limita a informar acerca del desastre sobre la ciudad del Imperio Romano; la violencia de la sacudida destruirá edificios y morirán siete mil personas, pero todas ellas serán vueltas a la vida al venir el juicio final.
Dar gloria a Dios no significa alabarlo, sino asentir en que ese terremoto es un castigo por haber actuado contra los dos testigos.
Apocalipsis 11.14
El segundo ay pasó. He aquí que el tercer ay viene pronto.
El segundo hay termina con el ascenso de los dos testigos al cielo. La participación de ellos cierra también ha historia de la humanidad. Ya nada queda por hacer excepto el juicio final.
El texto dice que inmediatamente después del segundo ay viene el tercero. Sólo falta el cumplimiento del tercer ay el cual se refiere al día del juicio final. Maravillosamente, el Señor no tiene más que declarar excepto lo poco que queda, eso poco es el juicio final el cual vendrá dentro de pocos días, por eso es que este versículo dice que “el tercer ay viene pronto”.
Aunque el relato de los dos testigos está colocada en el capítulo 11, casi a la mitad del libro de Apocalipsis, en realidad su participación está señalada para que suceda cuando el mundo está ya para terminar. FIN.