Considerablemente larga es la lista de exposiciones que acerca del anticristo han sido hechas a lo largo de los siglos, todas apuntando a diferentes personas, entre ellas, los emperadores romanos, y los Papas. Entre las características para validar los argumentos está, principalmente, lo sanguinario y la oposición a la doctrina de Cristo. No toca aquí abordarlas para comentarlas.
Aparte de eso, a partir de las últimas cinco décadas han surgido abundantes exposiciones que, aun cuando tratan sobre ese mismo personaje, el enfoque es diferente, con propósitos más amplios, pues no sólo será un ser despiadado contra los humanos sino incluso contra la infraestructura de los pueblos.
Estas exposiciones, aunque cada una proporciona sus puntos de vista, todas por lo general llegan a lo mismo, por eso, evitando tomar espacio en el cual darle cabida a aquello que seguramente es una redundancia, se han tomado dos, bastante concretas por cierto, pero que en nada difieren de las demás.
«El Profeta Daniel da el "tiempo" del Anticristo, ¡hasta los días!, 1260 días, o 3 meses y medio, como lo dará después Ap.11:3, 12:6, 13:5.
La clave del Libro de Daniel nos la da Jesús en Mat. 24:15, es la "abominable desolación", o la "asoladora prevaricación", o, como dicen otras Biblias, la "abominación desoladora", o el "horrible sacrilegio"; que consistirá en la supresión del "sacrificio eterno", y será lo primero que haga el Anticristo; la "señal" de que ya viene en 3 años y medio la "Gran Tribulación", según Jesús en Mat.24:15, 21; y esta Tribulación durará otros 3 años y medio; en total, los 7 años de Dan.8:14, 4:18). A la Abominable Desolación le dedicamos un capítulo especial aparte»...
Este punto de vista moderno acerca del anticristo arranca desde las Escrituras del Antiguo Testamento porque mira su actividad profetizada desde antes de la venida del Salvador.
Según esta exposición transcrita (un poco enredada por cierto debido a los muchos elementos diferentes que han sido colocados juntos en tan poco espacio); los 1.260 días, o 3 años y medio, mencionados por Daniel, no son años proféticos como tradicionalmente han sido tomados por una parte del mundo evangélico, sino literales, y supone que ese es el tiempo que durará la labor de un supuesto personaje al cual identifica como el anticristo, mientras que «los otros tres años y medio» será el tiempo que durará la gran tribulación. Total, siete años.
Como puede verse, el relato arriba transcrito es una composición, en la cual se han tomado diferentes elementos proféticos que nada tienen que ver entre sí, porque pertenecen a diferentes profecías que hablan sobre eventos diferentes. De hecho, un examen razonable de esa exposición arroja un resultado desfavorable, pues no encaja con la Palabra de Dios. ¿Por qué no encaja? Porque además de haberse tomado diferentes profecías para soldarlas en una sola, el anticristo que menciona es enteramente diferente al que el apóstol Juan menciona.
En realidad, no existe base bíblica alguna que apoye a ese anticristo «profético», ni a los tres años y medio que supuestamente va a durar su actividad; tampoco hay bases sobre las cuales afirmar que esa gran tribulación haya de durar otros tres años y medio.
Revelaciones 7:14 menciona una gran tribulación, mas no menciona que haya de durar ese tiempo tan corto. Revelaciones 7:14 se refieren al período de la predicación del evangelio, en el cual los hijos de Dios han padecido persecución, tortura, hambre y muerte. La Inquisición, la cual duró más de mil años ha sido el período más largo en el cual el pueblo de Dios ha sufrido toda clase de horribles maltratos.
La «gran tribulación» mencionada en el comentario, y el tiempo que va a durar, son una doctrina imaginaria, no pasa la prueba de una verdadera hermenéutica.
La transcripción anotada arriba también dice:
«La clave del Libro de Daniel nos la da Jesús en Mat. 24:15, es la "abominable desolación».
Es verdad, Jesucristo, en Mateo 24:15, habla de la abominación desoladora mencionada en la profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24-27, pero esa profecía nada tiene que ver con ningún anticristo, sino con la profanación y destrucción del Templo a manos del ejército romano al mando de Tito, a la cual el Señor llama abominación desoladora. Prueba de ello son sus palabras:
«Por tanto, cuando veáis en el Lugar santo la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel —el que lee, entienda—, entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Pero ¡ay de las que estén encinta y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en sábado, porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá». Mateo 24:15-21.
Esta parte del sermón profético del Señor fue, más que nada, para prevenir a sus discípulos, a fin de que cuando vieran a Jerusalén cercada de ejércitos, huyeran, porque su destrucción había llegado, por eso les dice que oraran porque su huida no tuviera lugar en invierno ni en sábado: Que no fuera en invierno debido a las inclemencias del tiempo pues en invierno la nieve hace descender la temperatura a niveles bajo cero, que incomodan el cuerpo. Que no fuera en sábado porque es el día del Señor (Marcos 2:28), y ese día los discípulos y la iglesia lo dedicaban a adorar a Dios (Véase el estudio «Algunas Razones Para Guardar el Sábado»).
Esta destrucción tampoco tiene que ver con los falsos cristos que el Señor mencionó. Primero, porque esos son más de uno, en cambio la doctrina del anticristo se refiere a un ser espectacular que supuestamente habrá de aparecer futuramente.
En resumen, ni las personas mencionadas por Daniel, ni los eventos destructivos, son prototipos de algún anticristo con su supuesta acción destructora, que es la idea central del argumento considerado arriba.
Esto demuestra que no es recomendable tomar cualquier pasaje bíblico, y aislarlo, para formar doctrinas sin fundamento como la del anticristo que se dice vendrá futuramente. Porque entretanto el Señor menciona la última semana de Daniel 9:24-27 como eventos terribles en contra de Israel, que se cumplieron en el año 70 de nuestra era, la doctrina del anticristo arranca la última semana de esa profecía y la arregla, imaginando que la mitad le corresponde al anticristo y la otra a la gran tribulación.
Un enredo aún más inexplicable es formado cuando el argumento bajo consideración dice:
«y esta Tribulación durará otros 3 años y medio; en total, los 7 años de Dan.8:14, 4:18».
La profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24-27 nada tiene que ver con la profecía de los 2300 días de Daniel 8:14, porque aunque ambas mencionan abominaciones, esas se refieren a dos sucesos diferentes en diferentes tiempos. La abominación desoladora dicha en Daniel 9:27 se refiere a la profanación y destrucción del Templo por Tito en el año 70 D. de C., mientras que la abominación mencionada en 8:14 se refiere a aquella llevada a cabo por Antíoco IV Epífanes, cuando allá por el siglo II antes de Cristo profanó el Templo, según dice el primer libro de los Macabeos, sacrificando una cerda en el altar de Dios, e instalando en el Templo una estatua de Júpiter. Más de doscientos cincuenta años separan ambas profecías.
Daniel 4:18 habla de un sueño que el rey Nabucodonosor tuvo, y se refiere exclusivamente a él, nada tiene que ver con profecía alguna, ni mucho menos con el imaginario anticristo.
Como puede mirarse, la explicación que se da respecto al anticristo es confusa en todo sentido, primero, porque se toman profecías que hablan acerca de sucesos que sobrevinieron a Israel. Segundo, porque ninguna de esas profecías hace referencia a algún personaje que haya de venir futuramente. Tercero, porque la descripción que se le da no encaja con la que Juan da.
Otra exposición al respecto dice:
«Eventos horripilantes han comenzado a suceder en América, y en mucho de Occidente, que se profesa mundo Cristiano. La destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York, y la devastación del Pentágono, en Washington, D.C. han proyectado la mente de millones hacia la profecía bíblica. Ellos se preguntan ¿Cuál es el propósito de Dios en todo esto?
En verdad, los eventos profetizados se están acelerando. Tal como Jesús instruyó, todos nosotros necesitamos orar y velar. Porque dentro de esta generación las tragedias, realmente feas, inspiradas por Satanás, comenzarán a golpear mucho de la humanidad. El anticristo estará directamente detrás de muchos de esos eventos... Probablemente dentro de esta generación un poderoso líder religioso va a aparecer en la escena. Él hará asombrosas señales y maravillas. Él será la personificación final de lo que la Biblia describe como anticristo…»
De acuerdo a esta opinión, el ataque a los Estados Unidos es una muestra de lo terrible que va a ser la presencia del anticristo. Esto conduce a ver que la doctrina acerca de ese personaje sostiene que él viene a sembrar destrucción, confusión, dolor y muerte, dejando en la miseria a gobiernos y enlutando millones de hogares.
Esta doctrina sostiene que el anticristo va a surgir en Europa, y sin vacilar señala a la Iglesia Católica como encajando exactamente en sus características. Claro que siendo muchos sus expositores, esta doctrina no define a cabalidad su punto de vista pues algunos identifican al anticristo como una persona mientras que otras la identifican con la Iglesia Católica.
No puede negarse: La doctrina acerca del anticristo tiene el propósito de infundir temor a quienes la escuchen, de esa manera, nadie querrá estar a merced de semejante poder sino agarrado fielmente de la iglesia donde pertenezca.
Con todo (otra vez), el «anticristo que ha de venir» no posee bases bíblicas, ningún ser pintoresco como ese va a aparecer, y no va a aparecer porque sus características son imaginarias, en nada se relacionan a las palabras de Juan que es el único que lo menciona. En sus epístolas, Juan dice que en su tiempo ya estaban apareciendo muchos anticristos, mas, ninguno de ellos es mencionado como destructor de naciones, como un ser despótico que esclaviza y golpea con verdadera saña a quienes están bajo su poder, tampoco lo menciona como alguien que va a surgir en lo futuro, particularmente en Europa. ¡Esta es la diferencia! Los anticristos mencionados por el apóstol eran personas reales, con características específicas, que, influidas por un espíritu maligno, estaban atacando a la iglesia ganada por Cristo; mientras que el anticristo futuro, en parte, es identificado como un ser grotesco, como un déspota, destructor del cual la Escritura nada habla.
Un anticristo más real
Aparte de la doctrina del anticristo, la cual lo presenta del modo en que ha sido brevemente comentado, existen otras explicaciones más reales, es decir, más apegadas al sentido de las palabras de Juan.
Lo que dice el Diccionario Bíblico de Easton (íston)
«Anticristo. Contra Cristo, o en oposición a Cristo, un rival de Cristo. La palabra es usada sólo por el apóstol Juan. Al referirse a los falsos maestros él dice (1 Juan 2:18, 1 Juan 2:22, 1 Juan 4:3, 2 Juan 1:7) «así ahora han surgido muchos anticristos».
Este nombre ha sido aplicado al cuerno pequeño del rey de fiero rostro (Daniel 7:24, Daniel 7:25, Daniel 8:23-25).
Ha sido aplicado también a los falsos cristos mencionados por el Señor (Mateo 24:23, Mateo 24:24).
Al «hombre de pecado» descrito por Pablo (2 Tesalonicenses 2:3, 2 Tesalonicenses 2:4, 2 Tesalonicenses 2:8-10).
Y a la bestia que sale del mar (Revelaciones 13:1, 17:1-18).
Este comentario toma correctamente las palabras de Juan. Anticristo significa eso, opuesto a Cristo, contra Cristo, o, un rival de Cristo, esas palabras identifican a los falsos maestros que estaban atacando al mensaje del evangelio precisamente en sus bases, una de las cuales es la naturaleza de Cristo, tergiversando su mensaje de salvación a modo de confundir a los redimidos. Éstos individuos provenían del Judaísmo y del paganismo. Ambas corrientes negaban rotundamente la divinidad de Cristo, negaban su origen celestial, negaban que su sacrificio tuviera la virtud de limpiar pecados, negaban que aún habiéndose vaciado de su gloria continuara siendo de origen celestial. Estos anticristos no vinieron para castigar con verdadera ira a ningún morador de la Tierra durante un imaginario tiempo de tres años y medio, ni a destruir naciones.
Las palabras de Juan
Aparte de las conclusiones subjetivas a que se pueda llegar, el anticristo mencionado por Juan no es un ser fabuloso (descrito por fábulas), ni mitológico, de figura siniestra, lleno de ira, destructor despiadado de cuantos no lo adoren ni se sometan a su voluntad.
La identidad del anticristo debe ser buscada tomando como base las palabras de Juan que lo menciona, y ciertamente sus palabras son suficientes para saber de quién se trata. Por ejemplo, él dice:
«Hijitos, ya es el último tiempo. Según vosotros oísteis que el Anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo». 1 Juan 2:18.
Juan dice que la iglesia de Dios ya había sido prevenida (indudablemente por los profetas de la iglesia) acerca de la aparición del anticristo.
En realidad el anticristo no se trataba de una persona sino de muchas con ese mismo espíritu (por favor póngase mucha atención a esto porque es importante). Interesante podría ser entender que el mensaje profético no contenía el número específico de personas, por lo cual Juan, al decir: «así ahora han surgido muchos anticristos», está significando que el término es un apelativo genérico aplicado a muchos y no a una sola persona. En el subtítulo siguiente se expone más a fondo las características de esa corriente.
«así ahora», designa el tiempo cuándo el anticristo iba a aparecer, como tal, era importante para la iglesia del siglo I, estar alerta para no dejarse sorprender. Los redimidos debían poner esmero en no caer en la red de las falsas enseñanzas que esa corriente estaba exponiendo activamente. De esta manera, el tiempo de su aparecimiento fácilmente puede ubicarse dentro del siglo primero, que es precisamente el tiempo cuando los apóstoles estaban en el pleno desarrollo de su misión evangelizadora en todas las regiones del Oriente Medio.
«por esto conocemos que es el último tiempo», se refiere al tiempo en que él está escribiendo y no como mirando al futuro, a dos mil años (o más) después de él. Sus palabras las está diciendo exactamente allí, cuando el último tiempo ya había llegado o comenzado. Viéndolo desde este punto no se comete error al interpretar sus palabras como: «por lo cual sabemos que el último tiempo ya ha comenzado».
Frases como: los últimos tiempos, los últimos días, y similares, aparecen varias veces en algunas profecías, mas no siempre se refieren a que los mensajes proféticos vayan a llevarse a cabo hasta cuando vengan los últimos días de la humanidad. Véase por ejemplo:
«Después de esto derramaré mi espíritu sobre todo ser humano, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. También sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días.
Haré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día, grande y espantoso, de Jehová.
Y todo aquel que invoque el nombre de Jehová, será salvo; porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el resto al cual él habrá llamado». Joel 2:28-32.
Estas palabras fueron interpretadas por el apóstol Pedro de la manera siguiente:
«Pero esto es lo dicho por el profeta Joel: «En los postreros días —dice Dios—, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas, en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
Y daré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra, sangre, fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y glorioso.
Y todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo» Hechos 2:16-21.
La profecía de Joel contiene al menos tres aspectos que no deben ser tomados como uno solo:
¿Por qué han sido citadas las palabras de Joel y las de Pedro? Porque ellos mencionan la frase «postreros días» los cuales empezaron a partir del momento en que el evangelio empezó a ser proclamado. De donde se infiere que cuando Juan declara que el anticristo debía aparecer en los últimos tiempos, se refiere a partir de sus días y no a miles de años en el futuro.
«¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, pues niega al Padre y al Hijo.
Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo tiene también al Padre.
Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.
Y esta es la promesa que él nos hizo: la vida eterna». 1 Juan 2:22-25.
Seguidamente, Juan desenmascara el propósito del movimiento del anticristo. Blasfemo sobremanera y astuto para tomar ventaja del don de la palabra que Dios ha dado a los humanos.
En esencia, el mensaje del anticristo es mentiroso porque abiertamente contradice a las Santas Escrituras que declaran la sublime misión de Cristo, ejemplo de lo cual es Isaías 53. No sólo los judíos legalistas rechazaban el origen del Salvador, sino también las diferentes filosofías paganas que nada conocían acerca del plan de salvación dado por Dios a la humanidad a través de su santísimo Hijo. Semejante corriente judío/pagana estaba el pleno apogeo en los días de Juan, contradiciendo, blasfemando y confundiendo a muchos creyentes hasta el grado de borrarles de sus mentes el profundo significado que los apóstoles daban al Salvador y poniéndoles un mundo de ideas extrañas respecto al Hijo de Dios que nada tenían que ver con la gloriosa realidad por la cual el Padre lo envió.
Al rechazar la naturaleza de Cristo, la cual está testificada por la ley y los profetas, el anticristo estaba a la vez rechazando al Padre.
Lo difícil para los creyentes era hacer diferencia entre la predicación apostólica y esa extraña mezcla de filosofías religiosas paganas que para desvirtuar el origen divino del Salvador distorsionaban la Santa Escritura. Y era difícil porque los convertidos, en su mayoría, provenían del paganismo, origen dentro del cual las falsas doctrinas acerca de dioses y de orígenes del universo eran sostenidas por escuelas ocultistas que poseían un lugar bastante fuerte en la sociedad de cultura predominantemente greco-asiática.
«Y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del Anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo». 1 Juan 4:3.
El anticristo profetizado ya estaba en el mundo, trabajando activamente contra la iglesia de Dios ganada por Jesucristo, enseñando malévolas filosofías, extrañas al santísimo propósito del Padre Celestial.
Todo espíritu o intención malévola de rechazar el origen celestial de nuestro Salvador era sin lugar a dudas un abierto rechazo a la palabra de los grandes profetas del Antiguo Pacto que fueron inspirados a hablar por el Dios Omnipotente.
Al anticristo no le importaba la Santa Escritura, al contrario, la rechazaba, la ridiculizaba, la desvirtuaba con tal de poner en relevancia las doctrinas diabólicas provenientes de hombres que nada tenían que ver con la narrativa divina acerca de la creación, del llamado de Abraham, del Pacto dado en el Sinaí, etc., uno de esos era Filón, el judío alejandrino , cuyas enseñanzas acerca de las Escrituras contenían fuerte influencia platónica y esotérica como fácilmente puede advertirse en sus escritos, siendo uno de esos, su explicación respecto a la Creación.
Indudablemente, las enseñanzas de ese judío filósofo, mezcladas con la Palabra de Dios fue un arma con la cual sus seguidores combatían el mensaje de salvación. Debe recordarse que aunque el evangelio causaba gran impacto dondequiera que era predicado, sus adversarios siempre estaban listos a formar una contraparte, Esa contraparte negaba que Jesucristo en realidad haya poseído la divinidad que declaraba poseer.
Claramente está expuesta la intención de ese espíritu maligno: Negar la salvación proveniente de Dios a favor de la humanidad. Otra vez el énfasis juanino se hace sentir: «el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo». Hace ya unos dos mil años que el anticristo apareció; no como un horrible ser bestial que con sus patas golpeara a los humanos. No como un poderoso dictador que con verdadera saña impusiera su voluntad sobre las naciones, no un ser portador de marca alguna como esa del 666. No como un ser siniestro cuya presencia aterrorizara a los moradores de la tierra. No como alguien que durante tres años y medio iba a causar toda suerte de dolor a los humanos. Ni como alguien que precedería a una gran tripulación. Ni tampoco que su presencia sería señal del inminente retorno de Cristo a la tierra. Mas bien era alguien que a partir de aquel entonces apenas estaba empezando a construir una enseñanza extraña que se mantendría a lo largo de los siglos y que, para el tiempo de escribir este estudio, está alcanzando gran nivel de aceptación entre los moradores de la tierra, sobre todo, entre los Cristianos.
«Muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo». 2 Juan 1:7.
El anticristo, según esta exposición, no es una persona en particular, sino un espíritu que se apodera de los humanos para manipularlos y utilizarlos como instrumentos de perversión contra el pueblo de Dios.
Muchos engañadores (y no una sola persona) movidos por ese espíritu estaban batallando contra la iglesia. Una de sus armas era no confesar a Cristo, es decir no proclamar la verdad acerca del Verbo que se hizo carne para venir a cumplir la misión que su Padre le había encomendado.
El anticristo no es persona, sino un espíritu
Tratar de identificar al anticristo buscándolo en una persona en particular es una faena totalmente infructuosa, y lo es porque no se trata de algún ser humano misterioso sino de una malicia espiritual mandada por Satanás contra el pueblo de Dios.
No identificar quién en realidad es el anticristo es la clave para el éxito de Satanás, porque a él le interesa confundir a la gente poniéndole ideas con las cuales nunca lograrán descubrirlo aunque su labor es activa. Esta es la razón por la cual en la actualidad el anticristo está presente dentro de la Religión Cristiana, trabajando activamente sin ser descubierto, porque el maligno ha conseguido desviar la atención de los Cristianos hacia seres imaginarios.
Así, entretanto el mundo se mantiene divagando cómo fabricar al anticristo, ese espíritu se está moviendo activamente, engañando y distorsionando la enseñanza de Cristo.
El anticristo pertenece al mismo orden de aquellos tres espíritus, inmundos como ranas, que le fueron revelados a Juan cuando redactó el libro de Revelaciones 16:3. Pertenece a ese orden porque su misión es causar perturbación a los humanos como esos tres, con la diferencia que su objetivo no son las naciones sino el pueblo de Dios.
Juan menciona muchos anticristos, lo cual significa muchos humanos poseídos por ese espíritu encomendado por Satanás para perturbar y confundir a los santos. Porque así como el Espíritu Santo guía a toda verdad y a toda justicia, enseña, conforta, ilumina, da dones y da paz; el espíritu del anticristo emponzoña la mente, la tuerce haciendo que la verdad de Dios sea vista desde el ángulo pagano de las religiones medioorientales contaminadas con todas aquellas ideas nacidas de la mentalidad alejada de Dios como en el caso de Filón, que siendo judío, las ideas que enseñaba estaban en sus seguidores profundamente orientadas al mundo pagano. Ése espíritu abruma la mente, intranquiliza el alma, confunde, destruye la razón.
Gnósis es en sí una palabra griega que en nuestra lengua equivale a conocimiento o saber. En tal sentido, ésta se encuentra unas cuarenta y ocho veces en el Nuevo Testamento.
Siendo neutro su significado, esa palabra no contiene ningún elemento que la identifique como inclinada a lo falso o a lo verdadero, más bien, sólo se refiere a conocimiento. Gnósis es una de las virtudes dadas por Dios al espíritu humano; así, el significado propio o impropio que se le aplique depende de cómo la palabra sea usada.
Ahora bien, entre la gnósis y el gnosticismo hay marcada diferencia ya que gnosticismo es un término generalmente usado como referencia a las prácticas de los (tildados por la Iglesia) gnósticos.
Gnóstico es una palabra que, de acuerdo al Diccionario Oxford, empezó a ser usada por la Iglesia Católica allá por el siglo XVI para identificar a los miembros de diversos grupos religiosos que habían mezclado elementos religiosos paganos filosóficos con elementos religiosos Judíos y Cristianos.
De esa manera, el significado «gnósticos» venía siendo algo así como «los conocedores» o «los que saben». Por supuesto que la Iglesia no los identificó con tan encumbrado calificativo porque aceptara que esas personas poseyeran los conocimientos que sugerían poseer, más bien ese adjetivo iba cargado de sarcasmo y desdén.
Si ese Diccionario está en lo correcto, entonces es fácil entender por qué esa palabra no se halla en la Biblia aplicada al anticristo.
Breves acerca del nacimiento del gnosticismo
El gnosticismo antiguo tomó prestadas algunas de las enseñanzas del Zoroastrismo (antigua religión Persa), del Budismo de la India y del Neoplatonismo.
El Zoroastrismo es una enseñanza en la cual alternan el bien contra el mal. Ormuz, es el creador supremo, se le opone Angra Manyú, el dios malo. La tierra fue creada por Hormuz como el campo de batalla, y los humanos como las piezas a mover. Al final, la victoria será para Ormuz.
Por supuesto que nunca hubo un grupo de personas reunidas en algún lugar sesionando para organizarse como sociedad religiosa que iba a sustraer del Zoroastrismo esa enseñanza, más bien, como siempre sucede, siempre hay simpatizantes de alguna doctrina, filosofía o enseñanza que, sin mencionar la fuente de dónde provienen las ideas, las enseñan o transmiten a otros, de esa manera, aquello que ha sido sustraído aparece como enseñanza de carácter personal, como en el caso de los sacerdotes paganos y de filósofos que esparcían sus enseñanzas entre quienes los escuchaban. Por supuesto que esas enseñanzas sustraídas no eran enseñadas al pie de la letra, sino con las modificaciones del caso a modo de hacerlas aparecer como de iniciativa personal. De esa manera, el nombre de los personajes eran cambiados y las escenas modificadas. Esto está comprobado por la diversidad de creencias en el mundo que guardan similitud unas con otras.
Acerca del Budismo, el punto de vista de algunos eruditos es que, «El budismo proclama cuatro nobles verdades: toda la existencia implica sufrimiento o frustración; el sufrimiento es hijo del deseo; el sufrimiento puede ser destruido o aniquilado si se elimina el control ejercido por los deseos y un «óctuple sendero» necesario para llegar a la meta. Este a su vez se divide en las siguientes categorías: conducta moral (conversación recta, acciones rectas, ganarse la vida rectamente); disciplina mental (esfuerzo recto, atención recta a la realidad, concentración recta) y sabiduría intuitiva (enfoques rectos de la realidad e intenciones rectas)». (International Standard Bible Encyclopedia).
Respecto al Neoplatonismo, el punto de vista de quienes lo han analizado, lo sintetiza como: «Movimiento filosófico-religioso. En realidad, el momento de gran apogeo del neoplatonismo se produjo en la antigüedad, pues tuvo gran auge en los siglos III y IV de la era cristiana. No debe confundirse con el Platonismo original, pues se trata más bien de una síntesis de elementos platónicos y pitagóricos. Ha habido variedades de neoplatonismo que se han considerado como «cristianas», «judías» y, por supuesto, paganas.
Los estudiosos de mayor rigor consideran el neoplatonismo como una renovación del platonismo en la escuela de Alejandría del siglo III. Se trata de una convergencia del pensamiento oriental (de egipcios, persas y judíos sobre todo) con el pensamiento de Platón. Plotino y sus tres hipóstasis (el alma, la inteligencia y el Uno) dieron un nuevo significado a las formas ideales y a la «reminiscencia» según la enseñaba Platón (retorno a la mente con ocasión de la vista de las cosas sensibles, del recuerdo de las ideas del mundo inteligible). Estos asuntos los resaltan muchos autores. Plotino y sus discípulos cultivaron el éxtasis e intentaron trasponer los límites de lo sensible para llegar al Infinito, más allá del mundo de las apariencias.
Además de Plotino, quien fue discípulo de Antonio Sacas, se destacaron Porfirio, Proclo y Jamblico entre sus mejores expositores. Las tendencias al misticismo son evidentes en el intento de unidad con el Absoluto, lo cual supone el alejamiento de la materia, como intentaron los seguidores de Plotino.». (ibid.).
Basando sus concepciones en esas tres corrientes, el gnosticismo tomó la Sagrada Escritura para descomponerla usando ideas paganas que desvirtuaban el relato sagrado; cuyas ideas esparcieron con verdadero ahínco hasta que consiguieron deformar el recuento inspirado de tal modo que el Dios Omnipotente y Creador, no existe, con esas extrañas enseñanzas eminentemente paganas lograron convencer a muchos redimidos que más adelante tomarían el mismo estandarte para blasfemar contra Dios.
El «gnosticismo», como corriente ideológica y religiosa, alcanzó su mayor grado de desarrollo dentro del Cristianismo allá por el siglo II E. C. De esta manera es fácil entender que ninguna de esas dos palabras (gnósticos y gnosticismo) se encuentran en los escritos apostólicos, por lo tanto, resulta infructuoso emprender semejante búsqueda dentro de sus escritos.
Breve síntesis.
En realidad, hasta cierto punto es difícil rastrear los orígenes del gnosticismo, eso, debido a que es una corriente sincretista que involucra la filosofía y el esoterismo de algunas religiones del Oriente Medio entre las cuales pueden encontrarse el Zoroastrismo (o fundado por Zarathustra o Zoroastro en la antigua Persia, cuya religión enseña la supuesta existencia eterna del bien y del mal, la luz y las tinieblas. En el Zoroastrismo, Ormuz (Aura-Mazda), la luz, el sabio Señor, y Ahrimán (Angra-Manyú) el espíritu del mal, son dos poderes iguales que poseen sus propios dominios. Y la Tierra, que fue creada por Ormuz, se convirtió en el campo de batalla. Ahriman alejó la primera pareja de su lealtad a Ormuz, y de esa manera surgió el mal en la humanidad. Asimismo enseña acontecimientos escatológicos como el fin del mundo, la resurrección, y la recompensa después de la muerte. El Zoroastrismo actual incluye la existencia de un dios todopoderoso que seguramente no es el Dios Todopoderoso creador de lo visible e invisible que para realizar su obra tomó la nada como materia prima.
El Neoplatonismo por los siglos III-IV A. de C., fundado por Plotino es otro de los rasgos del gnosticismo. En sí, el neoplatonismo está basado en las ideas de Platón acerca de la emanación mística del mundo material partiendo de un principio espiritual en el que las ideas, siendo eternas, vienen a ser como la materia prima en lo cual, en un estado imaginario, un ser, al cual él mismo creó mentalmente, y al cual llama el demiurgo, es el causante de traer las cosas a nuestra realidad. En otras palabras, para Platón el Santísimo Creador no existe, sino una cosa que él llama demiurgo.
De esa manera, el demiurgo (que significa maestro de obras) es para Plotino algo así como la base o alma del mundo, y para los gnósticos ese mismo demiurgo es el creador del mundo, no el Altísimo Creador.
La Cabala, la cual es un sistema esotérico judío de interpretar las Escrituras, reclama haberse iniciado en el patriarca Abraham. Siendo un conjunto de creencias misteriosas, nada tiene que ver con las Escrituras, aunque como es costumbre, sus adherentes la prodigan de excelencias, como siendo de origen o inspiración divina.
Algunos estudiosos sugieren que esta corriente arrancó a partir del tiempo cuando el pueblo de Israel del siglo II A. de C., había descendido a niveles sumamente bajos de desobediencia al pacto, y la mano de Dios, manifestada por los profetas, estaba totalmente ausente. Notoriamente, por este mismo tiempo floreció en el pueblo la literatura apócrifa que incluso llegó a poseer gran importancia entre los Israelitas.
Al igual que cualquier conjunto de creencias fabricadas por la mente humana, la cabala corría paralela con las religiones esotéricas de aquel tiempo al pretender, como ellas, poseer un elevado grado de conocimiento que únicamente pueden alcanzar sus seguidores.
La biblioteca de Nag Hammadi
La biblioteca de Nag Hammadi es en sí una colección de alrededor de cincuenta textos en códices descubiertos en 1945 en el Alto Egipto. Se trata de una colección de libros gnósticos que al estudiante de historia bíblica le sirve sobremanera para comprender las razones por las cuales los apóstoles Pablo y Juan más que todo, dirigen sus escritos hacia la iglesia de Cristo previniéndole contra las falsas enseñanzas del anticristo.
Esta abundante literatura fácilmente conduce a ver el tremendo éxito que allá por los primeros siglos de la Era Cristiana alcanzó ese movimiento.
Entre la literatura gnóstica de Nag Hammadi se encuentran: Los Hechos de Pedro y los Doce Apóstoles, Apocalipsis de Adán, Primer Apocalipsis de Jacobo, Segundo Apocalipsis de Jacobo, Apocalipsis de Pablo, Apocalipsis de Pedro, Apocalipsis de Juan, Diálogo del Salvador, Evangelio de los Egipcios, Evangelio de Felipe, Evangelio de Tomás, Evangelio de Judas Iscariote, Evangelio de Jacobo, Evangelio de la Verdad, Carta de Pedro a Felipe, Oración de Pablo, Sabiduría de Jesucristo, Enseñanzas de Silvano, Tratado de la Resurrección. Etc.
Para el lector de este estudio, que se interese por conocer el contenido de esta literatura, he de informarle que existen no menos de tres diferentes obras: “The Old Testament Pseudepigrapha” (algo así como Pseudoepígrafos del Antiguo Testamento) por James H. Charlesworth, editado por Doubleday & Co. “Los Apócrifos del Antiguo Testamento”, por Alejandro Díez Macho. Ediciones Cristiandad, y, “Los Evangelios Apócrifos”, de Aurelio Santos Otero, Biblioteca de Autores Cristianos. Las tres son meritísimas obras de autores cuya erudición ha puesto al alcance de sus lectores, que no poseen acceso a las lenguas originales, un trabajo de incalculable valor.
En realidad, la literatura gnóstica atañida al evangelio, no es sino el producto del oportunismo de escritores anónimos cuyo propósito fue aprovechar aquellos aspectos de la narrativa de los escritores inspirados que, a juicio de ellos, son vacíos informativos que llenaron para describir aquello que supuestamente ocurrió pero que los escritores inspirados omitieron o no mencionaron.
Misticismo, esoterismo, docetismo
Entre los elementos desplegados por el gnosticismo están el misticismo, el esoterismo, el docetismo.
Por misticismo se entiende una serie de prácticas relacionadas entre sí, tales como el ocultismo, el espiritismo, el astrologismo, el teosofismo, el cabalismo, la numerología, la angeleología, la cienciología, la biosofía, el amuletismo, la brujería, el paranormalismo, el reencarnacionismo, el antropologismo, la ufología o creencia seres de otros planetas, la adivinación, las religiones alternativas, el rosacrucismo, y similares, todas las cuales en el presente siglo XXI están bastante difundidas en el mundo Cristiano, todas agrupadas en lo que comúnmente es conocido como el movimiento de la Nueva Era (New Age). Incluso los Testigos de Jehová, al declarase anticreacionistas, es decir, contra el relato bíblico acerca de los seis días literales de la Creación, y negar la divinidad de Cristo, al cual identifican como «un dios», encajan dentro de estas tres corrientes que encabezan este subtítulo, y vienen a constituirse en una rama del gnosticismo.
Misticismo es la creencia acerca de la existencia de realidades más allá de la percepción general. En tal sentido, el gnosticismo es definido como un significado arcánico, es decir, como un misterio, como un conocimiento especial que no está al alcance del nivel humano promedio. De esa manera, la gnósis es el conocimiento ulterior que se obtiene sólo por medio de la experiencia personal.
Difícil de encontrarle una explicación racional a semejante corriente de pensamiento, el gnosticismo se define a si mismo como un estado superior en el cual el espíritu sobrepasa los límites por Dios asignados hasta ubicarse en el campo de lo trascendental y místico. El misticismo gnóstico es un campo vago, de imaginación, que por ser mental no posee límites. Se profesa ser de índole Cristiana o emparentada con ella y algunas veces definida como un estado al cual pueden optar quienes lo deseen sin que necesariamente renuncien del Cristianismo.
El esoterismo es un posición reclamada por el gnosticismo pues afirma poseer conocimientos excluidos del alcance de quienes no pertenecen a su núcleo; es decir, de cierto grado de conocimiento exclusivo de cierto número de gente. Tomando sus propias palabras, ellos dicen: «A diferencia de doctrinas que enseñan "qué pensar" acerca del mundo, de la vida, de la muerte, etc, la gnósis enseña a "APRENDER A PENSAR". De esa manera toda afirmación, conocimiento o explicación debe llevarse a la experiencia antes de poder afirmarse cabalmente».
Por supuesto que semejante «aprendizaje» conduce a desechar el sentido común dado por Dios al humano, para así, aprender a pensar y dar como sublime aquello que el iniciado ha de recibir como iluminación gnóstica a costas de rechazar la Palabra de Dios.
Tanto el misticismo como el esoterismo son puntos donde fue construido el sincretismo gnóstico.
Se entiende por docetismo (del Griego dokein-parecer o aparentar) la opinión asociada con el gnosticismo en el cual Jesús en realidad no poseyó un cuerpo humano, y que sólo en apariencia es que él murió en la cruz.
Mas tarde esa posición gnóstica causaría que la Iglesia Católica tuviera dificultades para definir la naturaleza del Hijo de Dios. Innecesario e infructuoso, como lo fue el hecho de querer adentrarse en un campo vedado para los humanos, los obispos iniciaron una serie debates para definir la naturaleza del Salvador; así se originó el Nestorianismo.
Nestorio (por el 381 D. de C.) enseñaba que en Cristo existían dos naturalezas diferentes: la divina y la humana, no unidas, o sea, una persona con dos naturalezas. Nestorio fue acusado de hereje y excomulgado, sin embargo, su doctrina tuvo éxito ya que dio lugar a una organización bastante fructífera que se desarrolló en varios países del Oriente Medio.
La posición contraria a la de Nestorio se identifica como monofisismo, o sea la doctrina que niega que en Cristo hubieran dos naturalezas.
El asunto de la doble naturaleza de Cristo fue un tema de debate entre los obispos de la Iglesia durante varias centurias. Mucho del dogma trinitario se relaciona con este tipo de ideas. Atanasio (La Encarnación del Verbo) y Tomás de Aquino (Suma Teológica), entre otros Padres de la Iglesia, se ocupan de ello.
Se dice que Tertuliano, uno de los padres de la Iglesia que enérgicamente combatió el gnosticismo, posteriormente se unió al movimiento.
Breves de la doctrina gnóstica
En realidad es difícil encontrar los principales puntos o creencias de los gnósticos porque no existe un listado que ellos, con todo, el origen de todas es común, y se basa en el sincretismo.
Por sincretismo puede entenderse la fusión o convergencia de doctrinas filosóficas o religiosas que, aun siendo diferentes, son fusionadas hasta formar una doctrina. Así, el gnosticismo es una mezcla de Zoroastrismo, Neoplatonismo, Hinduismo.
Para el gnosticismo, Dios, esencialmente, es puro; mientras que la materia es, esencialmente, impura, por lo tanto, afirma, Dios no puede tocar la materia, de hecho, él no creó el mundo.
Para crear el mundo, Dios lanzó emanaciones (también se les llama eones y ángeles), una de las cuales se alejó tanto de él que pudo tocar la materia. Esa emanación creó el mundo, pero se alejó tanto de Dios que incluso le vino a ser hostil. Semejante doctrina constituía una base firme gnóstica al grado que Cerinto, uno de los líderes gnósticos del siglo II D. de C., afirmaba que el mundo no fue creado por Dios sino por un dios que le era enemigo. Semejante doctrina concluía que Dios nada tenía que ver con la creación del mundo.
Esta rara filosofía enseñaba que el Cristo encarnado no era de origen divino, pues siendo materia, de ninguna manera podía ser el Hijo de Dios que decía ser, ya que la materia es mala. Otras veces enseñaba que Cristo era una emanación tan lejana de Dios como otros eslabones entre Dios y la materia.
En otras veces sostenía que Cristo, siendo Hijo de Dios, de ninguna manera era humano o materia, de hecho, no poseía peso y caminaba sin dejar huellas, o caminaba sobre las aguas sin hundirse, en otras palabras, el Hijo del Hombre en realidad no era hombre sino que parecía serlo. Así, el anticristo dio origen al docetismo.
Breve exposición de la enseñanza del anticristo.
Esto que sigue debiera formar parte de un estudio diseñado exclusivamente para ver las razones por las cuales el alternativismo sostenido por las corrientes formadas por el anticristo se ha sostenido exitosamente a lo largo de los siglos.
«En los Evangelios se revela un cuerpo de doctrina esotérica tradicional que es francamente extraordinaria y que revela la conexión directa de Jesús con la Jerarquía Iniciática de la India. Vamos a ver acto seguido de qué se trata.
Sin duda este tema reviste enorme trascendencia espiritual. Se trata de intentar revelar varios puntos esenciales de la enseñanza contenida en la tradición secreta del Cristianismo, siempre negada por algunos pero que existió indudablemente desde Jesús mismo. No se nos oculta el riesgo de tal empresa, no sólo por sus dificultades propias, sino, sobre todo, al abordar aspectos que por rozar ideas fanáticas pueden encender emociones primero y polémicas después. Esto no debe ocurrir pues sólo se lograría apartarnos de nuestro objetivo: investigar la verdad en forma impersonal con mente serena y ecuánime, plenos de ese espíritu fraternal que debe distinguir a quienes han centrado sus vidas en el sendero espiritual.
De hecho siempre han existido dos cristianismos, uno dado a los muchos y otro reservado a los pocos. Del primero nada queremos decir pues no nos interesa. Es el segundo el que nos cautiva con sus joyas espirituales tesoros recónditos que se mostrarán gradualmente a medida que el alma madure y despierte, llegando así a estar en condiciones de reclamar la divina herencia de cada uno. Este Cristianismo esotérico ha sido celosamente preservado a lo largo de dos mil años.». (El subrayado no forma parte del escrito transcrito, es sólo a manera de énfasis). (Documento tomado de la Internet).
Por esotérico se entiende el supuesto conocimiento elevado que no es alcanzado por las masas sino por pocos. Si este concepto es llevado hasta el siglo primero de nuestra era, entonces esos pocos se refiere aquellos a los cuales el antictisto logró confundir y los sacó del cuerpo de Cristo haciéndoles creer que la enseñanza por la cual estaban cambiando la enseñanza del evangelio era enteramente superior.
Los evangelios, o mejor dicho el evangelio, no pertenece a la categoría ocultista-esotérica-mística, sino que es la revelación de Dios dada a la humanidad. Esa enseñanza divina en ningún momento ha sido dada aun grupo secreto de iniciados. Tampoco ese evangelio es tan extraño al grado de revelar la imaginaria conexión del Divino Salvador con algún conglomerado pagano hindú.
Curiosamente, el apocrifismo de la literatura de Nag Hammadi, y las ideas a las cuales su autor, el anticristo, ha enfatizado como verdades, son las que profanamente ligan al Salvador del mundo como un iniciado en las religiones de la India. Es claro el desdén conque los relatos de Lucas y Mateo es tomado, anulándolos para introducir un cuento fabricado por Satanás.
«Sin duda este tema reviste enorme trascendencia espiritual». Por supuesto que no existe semejante trascendencia espiritual, sin embargo, la declaración es hecha con el propósito de poner curiosidad en la persona para moverla a inquirir más, de esa manera, ser introducida en el campo del gnosticismo.
«Se trata de intentar revelar varios puntos esenciales de la enseñanza contenida en la tradición secreta del Cristianismo, siempre negada por algunos pero que existió indudablemente desde Jesús mismo».
El movimiento del anticristo de los tiempos apostólicos no pudo enarbolar este argumento porque los apóstoles habían estado a la par del Señor escuchando las enseñanzas que después llevarían por todo el mundo. Los apóstoles sabían que nada secreto u oculto había que aprender de su Salvador, porque él vino a ser luz del mundo, no «luz» para unos cuantos que reclaman poseer privilegios esotéricos que en la realidad son inexistentes.
El Señor se identifica a sí mismo como Maestro porque vino a enseñar la voluntad del Padre, pero el anticristo toma ese título para propagar que él obtuvo ese título por haber «salido egresado» del misticismo esotérico Hindú antiguo.
Imagínese el lector los dilemas a que el anticristo sometió a los convertidos, de los cuales muchos, por no haber entendido a fondo el mensaje de salvación, fueron inducidos a aceptar un cristo fabricado de acuerdo a las medidas que este comentario en consideración expone.
El gnosticismo moderno
El precursor del gnosticismo latinoamericano moderno es una persona originaria de Colombia, nacido en 1917, que murió en 1977, que construyó sus enseñanzas sobre la doctrina de los rosacruces pues él era rosacruz, al hablar acerca del cristo que imaginariamente formó, dice:
«El Crestos es revolucionario por naturaleza, terriblemente rebelde. Está más allá del bien y del mal: no lo comprenden las fuerzas del bien, lo odian las fuerzas del mal; actúa en consonancia con eso que podríamos denominar, nosotros "comprensión individual profunda”.
(...) ...Aclaro, el Cristo está más allá del bien y del mal. Obviamente, todavía ustedes tienen que depender de las fuerzas del bien y del mal. Si ustedes quisieran, en este momento, pasar más allá del bien y del mal, pues "no más" no pueden todavía. Pero un día llegará en el que ustedes pasarán más allá de las fuerzas del bien y del mal; entonces comprenderán mis palabras. Hoy, todavía, no están preparados para eso...».
Por supuesto que semejante conclusión, carente de razón, nunca será conocida por nadie ya que sólo es producto de la imaginación que incluso, al dirigir estas sus palabras a sus discípulos de antemano sabía que ellos nunca entenderían semejante palabrerío.
Es probable que, habiendo tenido ideas tan absurdas, se le haya ocurrido la existencia de algo que no es ni el bien ni el mal, ya que ambas lo odian; eso no es ni lo uno ni lo otro era la posición de ese crestos que él imaginó.
Para este movimiento anticristo, las Sagradas Escrituras no son la verdadera Palabra de Dios, sino una narración humana extraña que nada tiene que ver con la verdad, porque la Palabra de Dios «enseña qué pensar», lo cual es contrario a la gnósis que enseña a «aprender a pensar», o sea, enseña a rechazar los escritos de Dios.
Esta enseñanza está conformada por diferentes escuelas, y seguramente entre las prácticas, ritos y creencias actuales, y las prácticas de los fundadores originales hay muchas diferencias, con todo, el punto principal, que es oponerse al Salvador del mundo y sus enseñanzas, no ha variado.
El propósito de Juan
Al observar las enseñanzas esotéricas idealísticas del gnosticismo, sobre todo lo relacionado a la creación, a la salvación, y al Hijo de Dios, fácilmente se entiende que los escritos de Juan tienen el objetivo de rechazarlas.
Juan dice:
«En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres». Juan 1:1-4.
Los escritos de Juan tienen el propósito específico de orientar a la iglesia por el camino de la verdad; de hecho, su mensaje está orientado a contrarrestar la falsedad del movimiento que se estaba dando a la tarea de distorsionar la narración bíblica acerca del Creador y de la Creación.
Para Juan el demiurgo imaginado por Platón y el Hormuz, imaginado por el Zoroastrismo no son sino claro rechazo del paganismo a Cristo como creador del mundo, pues rechaza el registro Escritural para darle total valor a imaginaciones.
En la iglesia apostólica
«Hijitos, ya es el último tiempo. Según vosotros oísteis que el Anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo». 1 Juan 2:18.
Sin lugar a dudas Dios había preparado a su iglesia al haberle proporcionado las herramientas necesarias para conocer los diferentes fenómenos que se le iban a presentar. Una de esas herramientas fueron los profetas. Pablo (Efesios 2:20) había recomendado a la iglesia que su fe fuera edificada sobre el fundamento de sus profecías, de tal manera que su fe creciera sana.
Los profetas (entre ellos Agabo, Hechos 21:10; las hijas de Felipe (Hechos 21:9) y muchos más (Hechos 19:6, etc.), recibían los mensajes de Dios para comunicarlos a la iglesia para prevenir contra el engaño y contra las falsas enseñanzas. Los profetas habían anunciado que algo nefando estaba por venir, lo cual, para el tiempo en que Juan escribió, había llegado, por lo cual dice: «así ahora han surgido muchos anticristos».
El movimiento desestabilizador mencionado por Juan no era aquel del cual los judaizantes legalistas eran sus promotores, sino una fuerza diferente, una que no se basaba en la ley de justificación por obras, sino en religiones paganas y filosofías sin sentido.
Siendo el esoterismo una de sus bases, el anticristo proclamaba que la verdad acerca del mundo, del pecado y del fin, etc., únicamente podía conocerse si se obtenía el privilegio de alcanzar la revelación especial, que sólo perteneciendo al movimiento gnóstico podía ser alcanzada.
Por las palabras de Juan se entiende que el anticristo que había de venir no se trataba de una sola persona sino de muchos. Todo aquel que se opone a Cristo y desfigura su naturaleza y su sacrificio es el anticristo.
Semejante movimiento sólo es identificado genéricamente como anticristo porque el calificativo de gnóstico aún no había sido fabricado para ellos.
Esa corriente penetró en algunas iglesias de Asia con cierto grado de éxito ya que confundió a algunos redimidos que se unieron con ellos para combatir la fe que una vez recibieron. 1 Juan 2:19 dice:
«Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestara que no todos son de nosotros».
Salieron de la iglesia para continuar en el engaño. Cuando se convirtieron al evangelio salieron del engaño, del paganismo, ahora habían optado por regresar a su estado original con una comisión específica: Combatir la enseñanza de Cristo.
Dos calificativos usa Juan en sus palabras: Anticristos y mentirosos. Esto es así porque los enemigos de santo sacrificio en la cruz no sólo se oponían a las enseñanzas del Señor sino que las desacreditaban poniendo las enseñanzas paganas de ellos por sobre las del Divino Maestro. Eran mentirosos porque enseñaban mentiras, cosas nacidas de la imaginación corrupta de los paganos.
«¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, pues niega al Padre y al Hijo». 1 Juan 2:22.
Juan es claro y específico. Los cataloga de mentirosos porque sus enseñanzas diabólicas negaban (y hasta el día de hoy continúan negando) que el causa ser u originador de todo sea Dios el Padre. Según esa doctrina una cosa imaginaria a la cual dan el nombre de demiurgo, es el creador.
En su imaginación, Platón creó el demiurgo, y dispuso que fuera algo así como una deidad que produjo el mundo natural partiendo de un caos. Muerto Platón, Plotino continuaría sosteniendo al imaginario demiurgo hasta que el anticristo, identificado posteriormente como movimiento gnóstico, tomaría ese demiurgo como parte de sus enseñanzas.
«Y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del Anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo». 1 Juan 4:3
Esto es conocido como docetismo. El docetismo es una creencia helenística que, para combatir contra el evangelio, sostenía como improbable que Cristo, con su naturaleza divina, hubiese encarnado.
Eso tendría que significar cualquiera de dos cosas: O bien aquel que murió en la cruz no era el verdadero Hijo de Dios sino un humano cualquiera, o que el Hijo de Dios, al no dejar su naturaleza divina, sólo aparentemente sufrió en su carne la agonía de la muerte.
Las palabras de Pablo
No se encuentra en los escritos apostólicos información de cuándo o dónde fue que las ideas gnósticas empezaron a combatir la estabilidad de la iglesia, pero por lo que se ha visto en las palabras de Juan, el gnosticismo halló en la iglesia un campo apropiado para expandirse, sobre todo en los lugares donde los redimidos provenían de un mundo religioso abundante en creencias supersticiosas y mitos, donde la sociedad las había tomado desde hacía varios siglos como de primaria importancia. De allí se desprende la urgencia de los apóstoles, sobre todo de Juan y Pablo, quienes dedican suficiente espacio para informar acerca de las malicias espirituales que por medio de las falsas religiones estaban combatiendo contra la fe de Cristo. Conociendo esa lucha es que el lector puede mirar las razones por las cuales Pablo, hablando a Timoteo, dice:
“Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén”. 1 Timoteo 6:20-21.
(El subrayado es a manera de énfasis para indicar que la palabra griega gnoseo, de gnósis=conocimiento o saber, ha sido traducida como ciencia). Un estudio razonable acerca del significado de sus palabras conduce a pensar que el espíritu del anticristo usaba ciencia o razonamiento para combatir la doctrina de Cristo.
Se ve claramente que las palabras de Pablo no hacen referencia a legalismo alguno sino a quienes estaban tratando de inducir a los creyentes a aceptar la gnósis que ellos habían fabricado en contraparte al mensaje del evangelio.
La carta de Pablo a los Colosenses capítulo 2
Podría decirse que esta carta fue escrita para combatir al paganismo, los judíos legalistas, y a los judíos gnósticos que habían mezclado elementos de la ley dada por Dios con elementos neoplatonistas. Prueba de esto se ve en los versos siguientes:
(1) «Quiero pues, que sepáis cuán grande lucha sostengo por vosotros, por los que están en Laodicea y por todos los que nunca han visto mi rostro».
Sólo conociendo por experiencia propia lo mucho que cuesta llevar un alma a los pies de Cristo es que puede mirarse el trasfondo conque Pablo expresa sus palabras.
El verso 1 claramente menciona la razón por la cual la carta fue escrita: “cuán grande lucha sostengo por vosotros”. Esta lucha era interna en Pablo, quien ante el conocimiento que tenía acerca de la obra tergiversadora del evangelio que los judíos gnósticos estaban llevando a cabo, sentía la necesidad de reforzar en ellos su convicción acerca del Padre, de Jesucristo y de la obra que desde la creación estaban llevando a cabo a favor de la humanidad.
(2) «Lucho para que sean consolados sus corazones y para que, unidos en amor, alcancen todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo»,
La lucha, más que todo, era mental. Sus pensamientos no estaban tranquilos debido al amor y responsabilidad que por ellos sentía para que alcanzaran el premio de la soberana vocación mediante el pleno conocimiento de aquello que en otro tiempo fue el misterio de la salvación que a su debido tiempo el Dios Altísimo habría de revelar a través de su Santísimo Hijo.
Sus palabras: “a fin de conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo”, es un ataque directo contra la posición docetistaneoplatónica, propia de la corriente falsaria gnóstica que estaba luchando por destruir el mensaje del evangelio.
El docetismo y el neoplatonismo son generalmente asociados al gnosticismo, cuyo punto de vista rechaza a Jesucristo como venido en carne y muerto en la cruz. Sostiene que Jesús, siendo divino, de ninguna manera pudo haber tomado carne ya que ésta, por naturaleza, es el mal, por lo tanto, quien murió en la cruz de ninguna manera pudo haber sido divino y humano a la vez.
(3) «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento».
Verdaderamente la sabiduría es el más preciado de todos los tesoros para quienes logran descubrirla. Excede en valor a las riquezas materiales; y nadie más indicado para manifestarla a los hombres el prefecto Hijo de Dios, de cuya sabiduría gozaban aquellos doce apóstoles con satisfacción sin precedentes.
“en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”, es un énfasis sobresaliente respecto a quiénes iluminan el espíritu humano con sabiduría basada en la realidad, lo cual es una exposición contraria a las falsas exposiciones respecto a la creación de las cosas; falsedad que se basaba en imaginaciones de humana gnósis o sabiduría que nada tenía que ver con el Omnipotente.
(4) «Esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas,
Aquí empieza la declaración por la cual Pablo sentía temor por la iglesia en Colosas. Su carta estaba encaminada a prevenirles contra las falsas enseñanzas de los enemigos del evangelio, porque el mensaje que llevaban estaba contaminado con fuerte dosis de paganismo y de filosofías materiales acerca de la fundación del mundo, de la naturaleza del Altísimo y de su Hijo Jesucristo.
(5) «porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante, en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo».
Porque aunque él no estaba junto a ellos confortándoles la fe y ayudándoles a madurar en los misterios del evangelio, su confianza en que no serían movidos de la fe que les había enseñado le daba gozo a su espíritu.
(6) «Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él»,
Y su exhortación era tendiente a recomendarles no cambiar ni abandonar el recto conocimiento que habían recibido.
(7) «arraigados y sobreedificados en él y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.
La clave del éxito estaba en mantenerse firmes dentro de la correcta enseñanza, sin vacilar, sólo de esa manera podían continuar abundando en acciones de gracias a Dios por las bendiciones que a cada instante los colmaba.
(8) «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas basadas en las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo».
No dar lugar al diálogo con gente desconocida cuyo propósito intentaba hacerlos dudar de su fe, era la recomendación. Esas filosofías huecas sin lugar a dudas incluían las enseñanzas de Filón y del neoplatonismo, que para ese tiempo poseían muchos seguidores. Esas tradiciones de hombres que menciona no eran otra cosa que las falsas enseñanzas acerca de cómo fue realizada la Creación, cómo el bien y el mal luchan en la Tierra, etc.
(9) Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad,”.
Estas palabras de Pablo están claramente enfocadas a prevenir contra el judaísmo filosófico y contra el docetismo, que eran corrientes con verdadero afán de emponzoñar la mente de los redimidos por medio de dañar la imagen del Divino Redentor restándole la importancia que los profetas desde hacía siglos le habían otorgado.
(16) «Por tanto, nadie os critique en asuntos de comida o de bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados».
El legalismo judío, por su parte, estaba afanado en continuar viviendo en el viejo sistema de justificación establecido en la ley, en cuyo afán desacreditaba totalmente el sacrificio redentor de Jesucristo. El texto es un ataque directo contra el sistema ritual, no contra los preceptos morales contenidos en la ley, de los cuales amar a Dios con todo el ser, y amar al prójimo son los dos mandamientos más grandes de la ley. El tema abordado respecto a los sábados nada tenía que ver con el sábado séptimo día de la semana, sino con todos los sábados festivo ceremoniales.
(17) «Todo esto es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo».
Los elementos más notorios que se encuentran en la Ley verdaderamente son una figura de las cosas que han de venir en el reino de mil años de Cristo, entre ellos, el Templo, los sacrificios, el sacerdocio, etc., todo lo cual ha sido suspendido por Dios para dar lugar a que las naciones del mundo aprovechen la oportunidad de la salvación.
(18) «Que nadie os prive de vuestro premio haciendo alarde de humildad y de dar culto a los ángeles (metiéndose en lo que no ha visto), hinchado de vanidad por su propia mente carnal».
El premio es la corona de victoria que han de recibir los que han luchado hasta vencer. Que ningún fingidor de esos que andan predicando mensajes distorcionados los sorprenda. No se dejen engañar porque ellos fingen humildad, pues esa apariencia es sólo un ardid para introducir sus falsas enseñanzas, entre las cuales está la angeleología, en la cual los ángeles y no Dios son objeto de adoración, y cosas similares que en realidad no existen pero que ellos fingen conocerlas a fondo.
(20) «Si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos».
Si en verdad ustedes han muerto con Cristo por medio del bautismo ¿por qué están sometiéndose a ordenanzas que fueron dadas en la Ley?
(21) «tales como: “No uses”, “No comas”, “No toques”?»
La muerte de Cristo ha puesto en libertad de cualquier ritualismo a los redimidos, por consiguiente, no están obligados a observar leyes culturales y rituales, tales como aquella de no usar ropas de diversos colores, o como aquella que ordenaba no comer de la olla antes que el sacerdote enviara al sirviente a meter el gancho para coger su porción, o como aquella de no tocar los cuerpos muertos, ya sean humanos o de animales.
(22) «Todos estos preceptos son solo mandamientos y doctrinas de hombres, los cuales se destruyen con el uso».
Si esto es aplicado con referencia a la ley ritual, entonces Pablo no las está desdeñando, sino aclarando que fueron leyes dadas a un pueblo material para el cual lo espiritual no era conocido, que venido el cumplimiento del tiempo tendrían que desaparecer.
(23) «Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría, pues exigen cierta religiosidad, humildad y duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne».
Y a la verdad, habiendo sido mandamientos dados por Dios, poseían profundo significado porque hacían a la persona estar cerca de él por medio de la disciplina del cuerpo, pero todas esas prohibiciones en nada servían para batallas contra la concupiscencia de la carne.
La carta a los Colosenses fue diseñada exclusivamente para reforzar la fe de los creyentes, porque las fuerzas contrarias a Jesucristo estaban tratando de impedir que alcanzaran la corona de la vida eterna, y aunque el mensaje autoritativo de los apóstoles era fuerte y eficaz, en no pocas ocasiones el anticristo conseguía dañar la fe de los creyentes, atacando la flaca fe de ellos, y confundiéndolos, y borrando de sus conciencias el verdadero Cristo, el verdadero Dios Altísimo, e implantándoles obediencia a la ley de justificación ritual y cultos extraños, de filosofías distorcionadoras de la verdad.
Como se ha dicho antes, la iglesia del primer siglo enfrentó serias dificultades provenientes del Imperio Romano, de los judíos legalistas, de los judíos helenistas, y de doctrinas paganas, cuyas corrientes, todas unidas, reciben el nombre de anticristo.
El anticristo ayer y hoy
La guerra del anticristo contra la verdad del santo evangelio ha venido a poner al descubierto la fragilidad de la Religión Cristiana, porque en carácter de corriente extraña, el anticristo no sólo se ha mantenido durante los casi dos mil años de existencia del evangelio, sino que ha forzado a muchos de débil fe a abrazar doctrinas extrañas contradictorias a la voluntad divina.
El anticristo en la actualidad está aprovechando la confusión religiosa en que el Cristianismo ha caído, y está promoviendo los cultos extraños de las religiones alternativas, de misticismo y de esoterismo; todo lo cual está recibiendo alegre acogida.
Anticristo no es un ser imaginario, tampoco está por venir, sino que es toda corriente de pensamiento ( o malicia espiritual) opuesta a la Palabra de Dios. El anticristo no sólo predomina en el mundo, sino principalmente dentro del Cristianismo, y se manifiesta con las demostraciones que han sido mencionadas en la página 6 de este estudio bajo el subtítulo «esoterismo, misticismo, docetismo».
Hoy en día el anticristo se ha introducido por todas partes del mundo Cristiano. Millones, posiblemente sin la debida advertencia, creen más al anticristo que al Cristo de las Escrituras.
Prueba de ello es que resulta más interesante conocer la información de los evangelios gnósticos (evangelio de Judas Iscariote, evangelio de Jacobo o Santiago, evangelio de Tomás, etc.), que el relato de los escritores inspirados. Es más interesante porque contradice aquello que el Cristianismo ha creído por siglos. De donde resulta novedoso y altamente acogedor ver películas de cristos fabricados antojadisamente, que desfiguran la imagen del Divino Salvador.
La gran variedad de libros, de películas, de amuletos, de tatuajes y de señales hechas con las manos, que con notoria avidez son mostrados al público, poseen significados misteriosos propios de las religiones místicas de algunas regiones del mundo antiguo que, aun siendo antiguas, hoy en día dominan el ambiente.
El gnosticismo, o «conocimiento elevado», es una ostentación sostenida desde hace unos dos mil años, que hoy en día se mueve triunfante, devaluando las enseñanzas de Jesucristo e instituyendo enseñanzas docetistas, esotéricas, místicas, sincretistas que por su naturaleza rechazan la sencillez y claridad de la enseñanza de Cristo a cuya sencillez anteponen su servicio cultista a creencias paganas.
Breve conclusión
El anticristo no es una persona ni una organización, sino un espíritu malévolo cuya misión satánica es desfigurar la persona del Salvador del mundo, dando a entender que él trajo dos enseñanzas o dos evangelios: una dada a las multitudes y otra dada a algunos seres especiales. El anticristo ha cambiado y anulado la ley de Dios y ha impuesto la suya propia. El anticristo presenta ante el mundo a un cristo lleno de pasiones que lo dominaban hasta hacerlo tan bajo como los humanos caídos. El anticristo no cree en la Sagrada Escritura. El anticristo afana porque la humanidad no crea en la realidad de la Palabra de Dios, al tiempo que procura introducirla a un mundo de fantasía esotérica.
El anticristo ha estado en el mundo desde que el Salvador vino a la Tierra, no es un personaje imaginario que esté por venir. Toda oposición o contradicción al evangelio, es parte del anticristo.
El gnosticismo, o como dice Pablo, la falsa ciencia, no es una iglesia en particular, sino un sistema movido por Satanás para anular la Palabra de Dios. FIN.