El Reinado de Cristo está por venir. Será un tiempo como nunca antes en la historia de la humanidad ha habido.

Durante ese período e inmediatamente después, se van a desarrollar muchos acontecimientos de los cuales aquí se mencionan algunos.

Como su título sugiere, este estudio enlista algunos acontecimientos mencionados por la Palabra de Dios, que se desarrollarán sucesivamente durante el maravilloso reinado de Cristo sobre la Tierra e inmediatamente después. En otras palabras, lo que a continuación se narra toca algunos aspectos del reino milenial de Cristo y otros que continúan después que ese período haya terminado.

Si el amable lector no tiene una idea respecto a ese reino que está por venir, la sugerencia es leer primero el estudio «El Reino de Cristo En La Tierra».

Mil años de paz vienen

Mil años están por venir en los cuales nadie estará expuesto al peligro acechante de mentes que gobernadas por el mal causen dolor y lágrimas. Mil años en los cuales Satanás no va a causar ningún daño, de manera que hombres y mujeres; niños, jóvenes y adultos, caminarán por las calles sin peligro. Los centros escolares serán lugares adonde los alumnos asistirán confiadamente, sin temor a sorpresas dolorosas. Será un tiempo en el cual no va a existir peligro de robo o violencia. Nadie tomará ventaja de la buena fe de otros. El tiempo que viene será para que en el mundo haya verdadera paz, una paz sin precedentes. Allí ningún gobierno hará planes para ir en contra de otras naciones. Satanás no podrá influenciar a algún humano despiadado para causar daño.

Verdaderamente, ese tiempo va a ser especial en todo sentido, porque no habrá guerras, ni rumores de guerras; ni las naciones serán incitadas por las malicias espirituales a fabricar armas de destrucción masiva.

Esos mil años serán un tiempo verdaderamente especial para la humanidad. Tiempo de prosperidad cual nunca ha habido; donde el único pensamiento acerca de cómo hacer para evitar los problemas económicos, será buscarse un empleo. Donde la ciencia hará verdaderas maravillas, y todas las ramas de la tecnología alcanzarán sus más altos niveles.

Sí habrá accidentes de toda índole: en el trabajo, automovilísticos, ferroviarios, aéreos, marítimos; pero ninguno será debido a terrorismo, o a terremotos, o a tormentas, o a guerras o a sabotajes; ninguno será premeditado. El mundo entero vivirá en paz porque Cristo va a estar presente sobre la Tierra como Rey de reyes y Señor de señores. Durante ese tiempo de paz se cumplirán las palabras del profeta:

«Y juzgará entre muchos pueblos, y corregirá fuertes naciones hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada gente contra gente, ni más se ensayarán para la guerra». Miqueas 4:5

Éste que va a juzgar entre muchos pueblos es Cristo, que durante ese largo período de mil años establecerá su autoridad divina sobre las naciones de toda la Tierra a las cuales juzgará con verdadera justicia, y donde la igualdad de derechos entre humanos será indiscutible, donde cada nación prosperará grandemente. Mil años donde nadie pensará en fabricar armas por lo innecesario de ellas. Es más, será un período tan largo que muchos nacerán sin saber qué es guerra y qué son armas; por la paz y la presencia de Cristo en su Reino ninguna nación competirá por poseer el más grande y poderoso armamento, ninguna de ellas pensará en poseer ejércitos.

Las palabras del profeta son claras porque anuncian la venida de un largo período donde los materiales hoy utilizados para fabricar armas será utilizado para fabricar herramientas, para fabricar útiles de uso doméstico, industrial y científico. Allí no existirán presiones políticas de un gobierno a otro; ni tampoco las naciones que hoy en día son fuertes intentarán sacar ventajas de su influencia sobre las débiles, todo porque allí no existirán naciones fuertes y débiles sino todas iguales.

Siendo un tiempo de paz, las naciones vivirán en plena tranquilidad. No intentarán aprovecharse de la debilidad de otras porque proceder de esa manera será innecesario debido a que todas van a estar viviendo en tranquilidad y gozando de gran bienestar.

Tres grandes grupos

Durante ese glorioso reino habrá tres grandes grupos de personas de las cuales aquí se dan algunos detalles:

Primer grupo. Este grupo estará formado por aquellos que van a resucitar en la primera resurrección. Estos son aquellos que durante la predicación del evangelio en este tiempo han estado aceptando a Cristo como salvador; estos van a estar allí con cuerpos transformados en seres angelicales viviendo en inmortalidad (1 Tesalonisenses 4:15-17). Siendo que van a resucitar al venir Cristo a establecer su reino, estos nunca jamás morirán, después de todo, su resurrección, que se va a realizar en el mismo momento cuando Cristo venga en las nubes a establecer su reino, será para certificarles que han obtenido el privilegio de vivir en la eternidad. Su vida será completamente nueva, sin recuerdos de su vida humana pasada (Véase el estudio «La Gran Transformación»).

Segundo grupo. También estarán allí los habitantes de las naciones que van a sobrevivir los terribles acontecimientos de las siete plagas postreras y de la terrible venida de Cristo. Estos mencionados en este segundo grupo son los que rechacen el evangelio y la oportunidad de salvación. Estos, habiendo sobrevivido el terrible momento de la segunda venida de Cristo, van a estar vivos durante el reinado pero sin ninguna esperanza de salvación porque para ellos ya todo estará perdido por haber rechazado el evangelio mientras tuvieron la gran oportunidad. Estos, aunque van a vivir durante el reinado de Cristo, de ninguna manera van a gozar de ese reino; su suerte será verdaderamente amarga porque en vez de gozar van a ser gobernados sin ninguna piedad, regidos con verdadero rigor por el Rey de reyes y Señor de señores como está escrito acerca de las naciones: «...las regirá con vara de hierro y serán quebradas como un vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre». (Revelaciones 2:27).

Durante ese período, éstos continuarán reproduciéndose como en la actualidad, viviendo exactamente como los humanos actuales pero en medio de la desesperanza de un futuro eterno, hasta que el tiempo de vida se les termine y vayan a la tumba y no quede ninguno de ellos (vea el estudio «La Predicación del Evangelio»). Irán a la tumba sin Dios y sin esperanza, sabiendo que van allí a esperar el momento de ser levantados para comparecer al juicio final y ser lanzados sin ninguna misericordia al lago de fuego.

Tercer grupo. Asimismo van a estar allí sus hijos para quienes la suerte será diferente. Para ellos todo va a ser diferente porque se les va a predicar el evangelio al mismo tiempo que a los Israelitas (vea el estudio «Salvación a Israel»), ya sea para que lo acepten o para que lo rechacen, esa predicación está mencionada por Isaías 66:19:

« Pondré entre ellos una señal y enviaré a los sobrevivientes de ellos a las naciones: a Tarsis, a Fut y a Lud que disparan arco, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no han oído de mí ni han visto mi gloria. Y publicarán mi gloria entre las naciones. (El subrayado es por énfasis).

Para este grupo, el requisito que tendrán que llenar para alcanzar la salvación será el bautismo, después de todo, bajar a las aguas es señal de aceptar a Cristo para salvación, bien que Hechos 16:31 lo declara:

«Ellos dijeron: —Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa».

Aceptar a Cristo y ser bautizados en su nombre es el único requisito para salvación mencionado en las Escrituras del Nuevo Pacto. Porque entretanto existan humanos que deseen alcanzar la salvación, sea hoy en día o en el reino de Cristo, el requisito es el bautismo ya que no existe otro plan diseñado que sea diferente al que es mencionado en las Escrituras del Nuevo Pacto.

Es importante poner atención a este tercer grupo porque de ellos hablan muchos versículos en Isaías, Mateo, Lucas y Revelaciones, sobre todo, en aquello referente a los nombres que están escritos en el libro de la vida.

Muchos de éstos irán a la tumba como todo mortal ya que deberán pasar el mismo proceso de los redimidos actuales; pero otros, por haber aceptado a Cristo poco antes de terminar los mil años, no morirán. Ambos, vivos y muertos serán transformados en el día del juicio final para recibir la vida eterna como está declarado en Mateo 25:34:

«Entonces el Rey dirá a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo».

Lo que espera al segundo grupo

«Todos los que sobrevivan de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Y acontecerá que si alguna familia de la tierra no sube a Jerusalén para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, no habrá lluvia para ellos. Y si la familia de Egipto no sube ni viene, no habrá lluvia para ellos, sino que vendrá la plaga con que Jehová herirá a las naciones que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Esta será la pena del pecado de Egipto y del pecado de todas las naciones que no suban para celebrar la fiesta de los Tabernáculos.» Zacarías 14:16-19.

Como se ha expuesto en el estudio «El Reino de Cristo En La Tierra», Ese reino será para gozo exclusivo de los redimidos, de aquellos que al toque de la final trompeta van a ser resucitados del polvo de la tierra con cuerpos transformados, que junto a quienes estén con vida y que en un abrir y cerrar de ojos van a ser también transformados, irán a las nubes a recibir a su Señor que viene.

Pero debe tomarse en cuenta que la venida gloriosa del Salvador a establecer su reino será el comienzo de un lamentable y doloroso castigo para quienes estén vivos y no lo aceptaron mientras tuvieron oportunidad de escuchar el evangelio; bien que las palabras del profeta se cumplirán:

«He aquí que viene con las nubes: Todo ojo lo verá, y los que lo traspasaron; y todos los linajes dela tierra se lamentarán por causa de él. Sí, amén» Revelaciones 1:7.

Este texto habla del mundo que por decisión personal no quiere nada con el Señor. Toda la gente se va a lamentar al ver al Señor viniendo porque entenderán que el mensaje de salvación al cual tanto desinterés mostraron cuando tuvieron oportunidad de aceptarlo, era el medio que pudo haberles excluido de la condenación eterna. Se van a lamentar porque la gloriosa venida claramente dirá a sus conciencias que para ellos nada será favorable. Entenderán que haber puesto su interés y atención en religiones inventadas por hombres, que nada tienen que ver con la salvación, fue una lamentable pérdida de tiempo. Entenderán que sus razonamientos contradictorios a la verdad del evangelio, sus puntos de vista esotéricos, sus creencias acerca de su capacidad de comunicarse con los ángeles, de hablar con los muertos, de nada les habrá servido. Entenderán que ningún amuleto, ni imagen, ni ritos secretos serán suficientes para librarlos de una realidad que les habrá venido y que de ninguna manera podrán evadir. En ese momento todos los indiferentes al evangelio se estremecerán de pánico porque Aquél de quien se burlaron y ridiculizaron por medio de películas, de comentarios, de opiniones y cosas semejantes, estará viniendo en las nubes a tratar directamente con ellos. En ese entonces de nada valdrán las excusas y los argumentos. Porque si bien para ese entonces las plagas ya habrán sido serán derramadas sobre la Tierra, con las cuales se habrá manifestado la ira de Dios (Vea el estudio «Las Siete Plagas Postreras», ese tiempo apenas les será el comienzo del dolor. Revelaciones 1:7 dice que la gente de toda la Tierra se va a lamentar, eso, porque su venida les anunciará castigo; su venida les va a anunciar que el tiempo de ser indiferentes al mensaje de salvación será altamente recompensado.

Se van a lamentar porque habiendo tenido suficiente tiempo para arrepentirse para salvación, no lo aprovecharon, y confirmarán que al ver al Señor venir en las nubes toda oportunidad se habrá perdido para siempre.

A partir del sufrimiento de las plagas postreras, todo será dureza en el trato para ellos, ninguna consideración. Allí sentirán el rigor de Dios que durante muchos años les dio oportunidad de arrepentirse de sus pecados y no quisieron.

¡Qué chasco más grande se van a llevar los burladores al ver venir en las nubes Aquél que les fue objeto de burlas, de comentarios desfavorables, de risas; que pensaron que el anuncio de su venida eran sólo cosas informales, sin fundamento. En ese momento van a entender que con Dios las cosas siempre son formales y determinantes.

Zacarías 14:16-19 dice que esa gente será obligada a subir a Jerusalén cada año a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Desobedecer les será tomado como pecado digno de castigo, el cual les vendrá por medio de sequía sobre su tierra. Dicho de otra manera, si hoy no quieren adorar a Dios por fe, voluntariamente, con gozo del alma, para salvación, en aquel tiempo serán obligados a adorarlo teniendo que subir a Jerusalén cada año a celebrar la fiesta de los Tabernáculos lo cual no les será contado para justificación ni para salvación, porque la oportunidad de salvación que desperdiciaron habrá quedado atrás, nunca jamás volverá a sus manos. Ir a Jerusalén les será obligación sin que eso les ayude a alcanzar la salvación.

Desechados con gran desdén día a día, secándose su alma por la pena de estar viviendo sin Dios y sin esperanza, sabiendo que Aquél que derramó su sangre para perdón estará presente en ese tiempo con todo su poder y gloria tal como lo está hoy en los cielos, al cual tendrán que adorar subiendo a Jerusalén de año en año hasta que a cada uno le vaya llegando su tiempo de ir a la tumba, a esperar ser levantado para comparecer frente al gran juez de toda la tierra en el día del juicio para ser lanzados al lago de fuego. Sí, ese Altísimo Dios, Jehová de los Ejércitos, que los estará gobernando con rigor hasta que mueran, los despertará a su debido tiempo, y los estará esperando para declararlos malditos, dignos del fuego eterno, en el horroroso juicio final.

La obstinación, propia de la falta de capacidad para optar por el bienestar hoy que está abierta la oportunidad, hará a millones formar este segundo grupo que, sin temor a equívocos cargará sobre sus conciencias con la peor de las consecuencias.

La ciencia en la cúspide

«Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia aumentará». Daniel 12:4.

Es claro que las palabras dichas al profeta Daniel encierran mensajes muy importantes que no pueden pasarse inadvertidos, sobre todo porque ayudan a entender aquello que viene futuramente.

El capítulo 12 de Daniel es como un sumario de varias profecías que antes se le han anunciado: Casi todas ellas ya cumplidas en este tiempo, excepto una: la de los versos del 1 al 4, los cuales, aunque tienen que ver con los Israelitas en los mil años de paz sobre la Tierra, también declaran un acontecimiento que va a ocurrir entre los moradores de la Tierra en general, es decir, entre aquellos del tercer grupo ya mencionados. La declaración dice que «la ciencia aumentará».

Es cierto que los siglos XX y XXI están testificando de los grandes prodigios que la ciencia está llevando a cabo; prodigios que nunca antes humano alguno pensó que podrían llevarse a cabo, entre ellos la clonación o duplicación de seres, los transplantes de rostro, e incluso ya se habla de hacer que el cuerpo humano reproduzca cualquier extremidad, superior o inferior, que por algún accidente se pierda. Por el momento, esto es una idea acariciable, con todo, lo científicos están trabajando en eso. El tiempo vendrá cuando sea realidad y dejen de existir personas a quienes les falte, por ejemplo, una mano un brazo, una pierna, etc.

¿Qué otras maravillas hemos de ver? Dejemos que el tiempo nos lo diga.

Pero como si esos grandes avances fueran poco, al profeta le fue dicho que la ciencia, o conocimiento, será aumentado, eso va a acontecer durante el reinado de Cristo. El mundo de ese entonces navegará sobre océanos de maravillas cual nunca antes ha visto ni verá.

Claro que semejante despertar será una gloriosa bendición que el humano tendrá a su disposición, con todo, esa inmensidad de conocimientos será crítica e importante porque van a ubicar a los humanos de ese tercer grupo en la alternativa de gozarse aceptando a Cristo como salvador o continuar viviendo ajenos a ese propósito en medio de tanta maravilla científica. Millones y millones van a tomar la decisión correcta, millones van a fallar ignorando a Jesucristo; de esto se habla un poco más adelante bajo en subtítulo «el tercer grupo durante el reinado»

El diablo no tendrá poder

«Y vi a un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano.

Y prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años.
Y lo arrojó al abismo, y [lo] cerró y [lo] selló sobre él, para que no extraviara más a las naciones hasta que se terminaran los mil años. Después de estas cosas tiene que ser desatado por un poco de tiempo». Revelaciones 20:1-3.

Aún no me está claro en qué momento es que el diablo va a ser atado, si a la orden del arcángel para que se toque la trompeta de Dios, mencionada por Pablo en 1 Tesalonicenses 4:16, o si al empezar el reinado de Cristo sobre la Tierra. Lo que sí es ciertísimo es que Satanás va a ser encadenado y encerrado, y va a perder todo su poder hostigador. Ese es el plan de Dios a favor de aquellos del tercer grupo.

Ciertamente, los desdichados del segundo grupo, para quienes toda oportunidad de salvación será inexistente, estarán allí entretanto no terminen sus días sobre la tierra, pero aunque Satanás va a estar atado, de nada les servirá porque con ellos él, antes de ser atado, ya habrá obtenido gran triunfo impidiéndoles aceptar a Cristo como salvador. ¿Para qué les va a servir que el diablo pierda su poder siendo que cuando lo tenía le fueron fieles servidores? Además, el tiempo para ser tratados con dureza les habrá llegado.

Estos van a vivir en paz porque van a vivir sus últimos días en un mundo de paz, sin embargo, eso no les será beneficioso porque nunca más volverán a tener otra oportunidad de aceptar a Cristo como la que habrán desperdiciando, la cual pudo librarlos del castigo eterno.

Mil años serán esos en los cuales la humanidad estará libre de su influjo maligno como ya se ha mencionado al principio de este estudio. Mil años dentro de los cuales las naciones de la Tierra no van a sufrir la presión de los malos pensamientos promovidos por el diablo y sus ángeles.

Revelaciones 20:1-3 dice que un ángel vendrá desde el cielo. Vendrá para prender al diablo que es la serpiente milenaria. Trae consigo una cadena, misma que, aun cuando no es material, de metal como los que se conocen, no por eso deja de ser cadena literal, ¿difícil de entender que esto pueda ser así? No hay problema, todo cuanto se requiere para asimilar algunos dichos sagrados es familiarizarse un poco con el campo de lo metafísicamente divino, eso favorece grandemente entender que las cosas literales no siempre han de entenderse materiales.

Después de ser atado, el diablo será lanzado al abismo o profundidades, que por cierto es el lugar de su morada aquí en la Tierra. (Porque ha de saberse que al diablo Dios le asignó su cueva o morada no en otro lugar sino aquí en la misma Tierra donde lo creó. Se dice que después de atarlo, será lanzado al abismo. Allí va a estar durante mil años, sin poder para actuar. Mil años sin poder enviar sus millones de ángeles que no son otra cosa que su influencia o malicias espirituales que se apoderan de los pensamientos y sentimientos de los humanos para inducirlos al mal.

No sólo le va a ser quitada si libertad, y su poder, sino que además, va a ser lanzado a su lugar de morada, y como si eso fuera poco, la entrada a su lugar será sellada.

Es notorio que su odio contra la humanidad y sus criminales intenciones no le serán quitadas, lo que dice el texto es que él va a ser reducido a total impotencia, por lo tanto, por mucho que lo intente, no podrá desatarse, no podrá salir de su lugar ni podrá causar daño alguno aunque en medio de su terrible ira, y ante la impotencia a que estará sometido, vea cómo los humanos gozan de paz, una paz que para él va a significar grandísima pérdida al no poder dañarlos por medio de sus influencias.

El tercer grupo durante el Reinado

Dichosos los hijos que van a nacer de esos pecadores del segundo grupo, porque ellos no serán tratados con rigor. No, Dios no será injusto con ellos. La oportunidad de salvación les será proporcionada igual a como les fue proporcionada a sus padres. Isaías 32:1-6 ha dicho:

1 He aquí que para justicia reinará un rey y príncipes presidirán en juicio.

2 Y será aquel varón como escondedero contra el viento y como refugio contra la tormenta; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.

3 No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes escucharán con atención.

4 El corazón de los necios entenderá para comprender y la lengua de los tartamudos hablará con fluidez y claridad.

5 El ruin nunca más será llamado generoso ni el tramposo será llamado respetable.

6 Porque el ruin habla ruindades y su corazón maquina iniquidad, para cometer impiedad y para decir blasfemias contra Jehová, dejando vacío al que tiene hambre y privando de beber al sediento».

El contenido de este texto es importante para este estudio porque describe la actitud de las generaciones que van a nacer durante el maravilloso reino mundial de Cristo. Ciertamente, estos que forman el tercer grupo van a gozar de paz mundial, pero eso no significa que vayan a estar incluidos dentro del reinado de Cristo el cual está preparado exclusivamente para los redimidos por su sangre salvadora. Para entrar al gozo del reino milenial deberán primero aceptar a Cristo como salvador.

Acerca de este tercer grupo, Isaías 32:1-6 describe dos tipos de personas, cada grupo dedicado a vivir una vida normal como la tenemos hoy: Trabajando, estudiando, casándose, viajando, triunfando, fracasando, reposando, comiendo, y muriendo. Cada persona viviendo de acuerdo a su propia naturaleza, sin ser estorbada por el diablo por medio de ponerle defectos al evangelio y de exaltar los placeres de la carne. Sí, estando atado, el diablo no podrá trabajar contra el mensaje del evangelio, de manera que esta gente estará libre de su influencia negativa.

El verso 1 menciona a un rey y a príncipes: El rey es Cristo según Lucas 1:32, y al parecer, esos príncipes son los doce apóstoles, esto podría ser así si se toman en cuenta las palabras de Mateo 19:28:

«Jesús les dijo: —De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido, también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel».

El profeta dice (versos 3-4) que durante ese tiempo no habrá gente presionada por ninguna circunstancia negativa que pueda impedirle escuchar el mensaje con serenidad y con capacidad de entender, eso significa gran oportunidad de poner atención para hacer clara diferencia entre vivir en Dios o vivir una vida común y corriente.

Los versos 5-6 podrían parecer incongruentes con la naturaleza de ese maravilloso tiempo ya que expone un tipo de personas con características individuales sin ningún valor moral, con todo, su exposición claramente deja ver una realidad que pone al descubierto cuál en verdad es la naturaleza humana.

Quizás se pudiera pensar que si el diablo va a estar atado y sin influenciar a nadie entonces la predicación del evangelio va a recibir la acogida general de todos los humanos, con todo, la situación será diferente ya que unos la aceptarán y otros la rechazarán. Allí será conocido que en las decisiones tomadas por los humanos no siempre es el diablo el que influye para mal sino sino que es la persona en sí, su carácter, el modo de pensar, su voluntad, lo que le ordena cómo proceder. Allí será conocido que muchas inclinaciones al mal son producto de la persona misma y no de influencias diabólicas.

Estando frente al evangelio, cada quien decidirá si ser pueblo de Dios o mantenerse alejado, todo lo cual será basado en su propia naturaleza. Por supuesto que de la manera en que los mortales hoy tienen la oportunidad que dura los años de sus vidas, así aquellos tendrán la misma oportunidad, con la única diferencia que no será durante todo el tiempo que vivan, sino uno determinado tal como el profeta Isaías 65:20 dice:

«No habrá más allí niño que muera de pocos días ni viejo que sus días no cumpla, sino que el niño morirá de cien años y el pecador de cien años será maldito».

Este texto de Isaías 32:1-6 pareciera sugerir, entre otras cosas, que no existirá muerte debido a deficiencias de salud y que la longevidad humana podría ser igual a los tiempos antediluvianos cuando aquellos alcanzaban a vivir cientos de años. Asimismo, sugiere un tiempo determinado para aceptar a Cristo como salvador o perder la oportunidad para siempre. La declaración: «el pecador de cien años será maldito» quizás significa que el tercer grupo, que estará gozando de paz, sin estorbos del diablo que les impida ver a Cristo como salvador, tendrá un tiempo específico dentro del cual estará abierta su oportunidad de salvación. Pasado ese tiempo su oportunidad se habrá ido para siempre y quedará expuesto a la misma condición de sus antecesores del segundo grupo.

Aunque estar Satanás atado será la gran oportunidad de salvación para todos los que oigan la predicación del evangelio, su misma naturaleza decidirá cómo orientar su vida, sin estar rodeados por los estorbos de las malicias espirituales ya que esas, siendo las manifestaciones del diablo, no influirán sobre nadie; de allí es que muchos tomarán la gran ventaja de entrar al gozo milenial de Cristo como está anunciado: «No se ofuscarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los oyentes escucharán con atención. El corazón de los necios entenderá para comprender y la lengua de los tartamudos hablará con fluidez y claridad».

Durante ese tiempo nadie intimidará a otros por medio de amenazas, no habrá inquisiciones, ni hogueras para quemar vivos a quienes acepten a Cristo. Tampoco existirán religiones. Ni mucho menos existirán organizaciones que le hagan propaganda al anticristo como las que existen hoy en día. Nadie será fundador y promotor de creencias religiosas vacías como esos que abundan hoy en día.

Maravillosamente, habrá sanidad sin precedentes, de modo que el tartamudo, el sordomudo, el ciego, el cojo no enfrentarán ningún obstáculo que pueda anteponerse a su oportunidad de escuchar el evangelio para aceptar a Cristo como su Señor y Rey.

Siendo palabra de Dios, lo que el profeta ha dicho es cierto: «El ruin nunca más será llamado generoso ni el tramposo será llamado respetable. Porque el ruin habla ruindades y su corazón maquina iniquidad, para cometer impiedad y para decir blasfemias contra Jehová, dejando vacío al que tiene hambre y privando de beber al sediento». El malo será malo no porque el diablo, estando atado, lo incite a ello, sino por que su propia naturaleza lo orientará a decidirse a tomar cualquier decisión.

¿Qué será de quienes (dentro de este tercer grupo) acepten a Cristo? El profeta ha dicho:

«Las naciones que hayan sido salvas andarán a la luz de ella y los reyes de la tierra traerán su gloria y su honor a ella». Revelaciones 21:24.

Es verdad que muchos millones van a prescindir de la gran oportunidad de aceptar a Cristo y ser salvos eternamente, pero otros millones, quizás más que los negligentes, alegremente van a aprovecharla. Su acertada decisión les hará acreedores al privilegio de que sus nombres sean escritos en el libro de la vida del Cordero. Naciones o enormes conglomerados de humanos, todos escuchando el mensaje y aceptándolo. A su debido tiempo morirán, pero el momento les vendrá cuando resuciten y sean puestos a la derecha del trono para recibir el gran galardón del reino eterno.

Entretanto no mueren, ellos se gozarán glorificando a su Señor que estará reinando en Jerusalén.

El tiempo de gracia y de predicación del evangelio para aquellos gentiles que nazcan durante el reino de Cristo llegará a su final cuando los mil años terminen. Tendrán la gran oportunidad de su vida de aceptar al Rey de reyes y Señor de señores y de tener sus nombres escritos en el libro de la vida, y de esperar el juicio final para escuchar aquellas bienaventuradas palabras de Mateo 25:34:

«Entonces el Rey dirá a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo».

¡Miserables aquellos del tercer grupo cuya oportunidad de salvación echen a perder! ¡Cien años de fácil oportunidad, mucho mejor que la que los humanos actuales tienen! Allí la naturaleza rebelde obtendrá lo que sus malas obras merecen, es decir, esperar el gran día del juicio final para ser lanzados sin dilación al horroroso lago de fuego. (Lea el estudio: El Juicio Final).

El desarrollo de todo cuanto deberá acontecer continuará sin variación. El período de mil años va a terminar, y el Señor Jesucristo no volverá a poseer el titulo de Rey de reyes y Señor de señores, porque ese honroso título sólo le va a corresponder para ese tiempo de gloriosa paz. Después de esos mil años de su reinado su condición volverá a ser la de Dios terrible, de Juez que va a mostrar a los ingratos despreciadores que el tiempo de recibir su correspondiente pago está casi a las puertas. Posterior al juicio final, el mismo Señor se sujetará a Aquél que sujetó a él todas las cosas, como está escrito:

«Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo». 1 Corintios 15:28.

Lo que espera a la humanidad postmilenial

«Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla. Su número es como la arena del mar. Subieron por la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; pero de Dios descendió fuego del cielo y los consumió.». Revelaciones 20:7-9

El largo tiempo de mil años terminará y el diablo será desencadenado y su poder restituido, y removido el sello de su lugar de morada. Su tiempo para volver a estar entre los humanos y de enviar sus malicias espirituales por todos los rincones de la Tierra habrá llegado. Su naturaleza, la cual consiste en odiar a los humanos y matarlos, le hará actuar sin pérdida de tiempo. Mil años perdidos le representan una enorme pérdida porque millones y millones habrán estado libres de sus incitaciones.

Allí le viene nuevamente su poder para actuar, para desestabilizar, para sembrar odio, para hacer creer a los humanos que son lo suficientemente poderosos para triunfar en todo cuanto se propongan. ¿Sobre quienes va a influir? Va a influir sobre aquellos ruines y mezquinos mencionados por Isaías32:5-6, no va a influir sobre quienes alcanzaron la dicha de tener sus nombres escritos en el libro de la vida que no hayan ido a la tumba a espera el momento de ser levantados para ser declarados benditos herederos del reino en el juicio final. Más bien va a actuar contra aquellos malvados que durante el Reino de Cristo van a despreciar la salvación y estén vivos al término de los mil años.

Las naciones formadas por ese tipo de personas no se darán cuenta que el período de mil años habrá terminado, lo que sí van a notar es que las cosas comenzarán a cambiar. Poco a poco irán dejando de sentir paz; las convulsiones manifestadas en desestabilidades sociales y políticas, asesinatos, conspiraciones, deseos de guerra, odio, revanchismo, deseos de hacer daño a otros, todo promovido por el diablo, poco a poco volverán a hacerse sentir. Van a empezar a sentir la presión del diablo que los va a mover a su antojo para inducirlos a ir a hacer guerra, pero no guerra de humanos contra humanos sino contra al Altísimo Dios y contra su pueblo de redimidos que yacen gozando en Jerusalén.

De esa manera, la humanidad paulatinamente irá entrando a un extraño mundo. El profeta ha dicho que al venir el reino de Cristo los hombres van a convertir sus armas en instrumentos de labranza y la necesidad de formar ejércitos será inexistente; pero al fin de los mil años el diablo, trabajando activamente en su plan, moverá a los humanos a volver a la fabricación de armas y a la formación de ejércitos.

Un mundo desconocido les será ese. Semejante mundo únicamente es conocido hoy, antes que venga el reinado de Cristo. Pero para ellos, después de ese período de paz, la situación les será incomprensible, estando bajo el poder e influencia diabólicos empezarán a sentir sus efectos. Allí van a saber quién en realidad es el diablo y cuáles las consecuencias de ser sus servidores.

Sin que lo noten, poco a poco irán siendo dominados por aquello que Pablo identifica como malicias espirituales, que no es otra cosa que los ángeles del diablo. La inseguridad de los débiles frente a los fuertes volverá, caminar por lugares poco transitados volverá a ser peligroso.

En fin, la humanidad existente mil años después del reino de Cristo empezará a vivir los mismos tiempos que existen hoy, porque siendo destructor, el diablo volverá a ensañarse en los humanos destrozándolos con verdadera saña como es su característica. Las adicciones volverán y muchos caerán víctimas de sus consecuencias. De esa manera la terrible fiereza diabólica masacrará a los impíos que despreciaron la oportunidad de ser escritos en el libro de la vida.

Bien que el diablo, como dice el texto, saldrá de su prisión con el propósito que le caracteriza: «engañar a las naciones». Entender esta frase es interesante, porque para el tiempo en que eso va a ocurrir ya no se refiere a ser engañadas sobre cosas vagas para impedirles que acepten a Dios, después de todo, ninguna oportunidad se les volverá a dar siendo que acaban de desechar la que se les dio. Para esos momentos la predicación del evangelio habrá terminado definitivamente y el mensaje de arrepentimiento nunca jamás volverá a ser escuchado, y como si eso fuera poco, el día del gran juicio ya casi está para llegar. Más bien el diablo los va a engañar poniendo en sus mentes rencor contra los redimidos que fueron transformados por el Señor en su segunda venida. Los va a engañar haciéndoles creer que aunque no aceptaron a Cristo como salvador también ellos merecen participar en ese gozo para lo cual también los va a llenar de resentimiento. Los va a engañar haciéndoles creer que si la entrada les es vedada, entonces deberán hacer planes para destruir el Reino cuyo asiento estará en Jerusalén. Les hará creer que habiendo alcanzado asombrosos resultados debido a que la ciencia habrá alcanzado su nivel más alto, ellos poseen capacidad para hacer guerra contra Dios.

En fin, siendo astuto, Satanás se pondrá a trabajar los pensamientos de aquellos desventurados haciéndoles creer que siendo millones fácilmente alcanzarán la victoria contra el pueblo de los santos que en esos momentos estarán morando pacíficamente al lado de Jesucristo.

Esa grotesca serpiente sabe muy bien que nada podrá hacer contra los santos glorificados que se encuentran gozando en el preámbulo de la eternidad, por lo cual pondrá en la mente de aquellos desdichados la idea de suficiencia, de poder para ir a batallar contra ellos pensando que la batalla será corta y la victoria fácil.

El espíritu bélico regresa

El texto Revelaciones 20:7-9 en consideración dice:

«...saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla. Su número es como la arena del mar. Subieron por la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada...»

Respecto a Gog y Magog, débese poner atención a la narración del texto para evitar confusión, ya que habiendo terminado los mil años de paz, el diablo repetirá la misma treta que puso en práctica antes que ese tiempo diera inicio. Semejante treta había consistido en levantar el ánimo de las naciones para ir contra el pueblo de Israel y contra la ciudad amada de Dios (Véase el estudio «Armagedón».

Ese extraño personaje identificado como Gog y Magog, es un espíritu bélico, aunque es uno solo, es identificado como Gog y Magog, o, Gog Magog; antes de iniciarse los mil años, ese espíritu dominaba más que todo, las regiones del Norte de Israel, que incitó a los moradores de aquellas regiones hasta que las predispuso para ir a una guerra que les resulto en una horrible masacre y contundente derrota.

En un mundo que vivirá en paz durante mil años posiblemente no habrá plena memoria de las cosas que condujeron a las naciones a guerrear contra Dios en Armagedón, de allí que al diablo le será fácil engañar a los moradores de todas las naciones levantándoles los ánimos para ir a destruir, esta vez, no a Israel como lo intentó en Armagedón, sino al pueblo de los redimidos que gozan con Cristo en su reino.

Por la descripción proporcionada por la profecía, parece que el número de individuos que el diablo va a predisponer sobrepasará el número de quienes guerrearon contra Dios en Armagedón. En esa batalla postmilenial todas las naciones sin oportunidad de gozar con Dios son mencionadas,

Lamentablemente, para ese tiempo los eventos de la historia de la humanidad estarán casi terminados, ya no quedará más qué hacer, porque después de haber terminado el Reino de Cristo, poco tiempo queda para reunir al mundo en el gran juicio final. Por eso no habrá tiempo para que los ejércitos de las naciones emprendan la marcha contra Jerusalén, se quedarán sólo con el intento, porque Dios desde su trono enviará fuego destructor para matarlos. No sé por cuanto tiempo las cosas van a estar así, lo que sí sé es que el siguiente paso es el juicio final.

La ciencia no será más

«El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará». 1 Corintios 13:8

Pablo es sumamente claro en estas cuatro áreas que está mencionando, porque por amor es que Dios va a compartir su eternidad con quienes hayan seguido las guías por él diseñadas. El amor nunca va a terminar porque Dios es amor, y la base sobre la cual Dios y sus redimidos van a gozar es el amor.

En el día del juicio final todas las profecías habrán llegado a su final. Todos los mensajes anunciados por los profetas como eventos futuros se habrán cumplido. Lo que sigue después de ese terrible evento no son profecías sino el cumplimento del plan salvificante divino.

En el día del juicio terminarán las lenguas, es decir, la abundancia de lenguas actuales será innecesaria ya que una es la lengua divina que todos los presentes la van a entender. A partir de ese día una sola será la lengua, tal como al principio, antes del nacimiento de las múltiples lenguas en Babel.

Por último, Pablo declara que la ciencia que hizo maravillosas cosas durante el reinado de Cristo terminará. Sí, la ciencia llegará hasta los límites señalados por el Creador. Estando frente al gran trono blanco en el día del juicio final, ¿quién va a necesitar la ciencia? En la eternidad la ciencia no será necesaria.

De esta manera transcurrirán algunos eventos contenidos en el tiempo señalado entre el reino milenial de Cristo y el juicio final. FIN.