¿Serán futuramente sellados los humanos con el número de la bestia mencionada en el libro de Apocalipsis? ¿Qué es ese nombre y en qué consiste? Este es un estudio en el cual se explora el misterio de ese nombre y su significado.
Si bien es cierto que la Santa Escritura está llena de intrigantes misterios difíciles de explicar y de entender debido a la escasa información que los rodea, no existe dentro del mundo cristiano una profecía que despierte tanta expectación como aquella de Apocalipsis 13:16-18 donde se menciona el número de la bestia. Acerca de esa profecía se han impreso miles de toneladas de papel, cuyos libros son leídos con verdadera avidez porque se supone que quien los escribe ha descubierto el significado de esa cifra.
En realidad, la constante impresión de libros relacionados al número y a la bestia, y la ávida lectura por parte de la clientela, son demostración de que millones de humanos esperan encontrar en cada libro la clave que satisfaga el deseo de saber que finalmente ha sido descubierto en qué consiste ese número y quién es el misterioso poder descrito como bestia. Esto también muestra la inseguridad y temor que rodea al Cristianismo, porque está viva la posibilidad de que muchos, sin sentirlo o pensarlo, sean tomados en cuenta por la bestia para sellarlos con ese número.
Aprovechando las circunstancias, muchos, con habilidades para escribir, han editado (y continúan editando) libros y más libros para la venta. Después de todo, cada escritor pinta las escenas con palabras con gran dosis de sensación por medio de las cuales impactar a las masas. Pero en resumidas cuentas, aunque en sí muchos escribe respecto al mismo tema, todos llegan al mismo punto.
Esto lleva a concluir que entretanto existan personas que se aflijan por el sombrío porvenir, y se mantengan sedientas de leer literatura de ficción, siempre las ventas de libros respecto a la bestia apocalíptica serán atractivas.
Necesidad alarmante
Actualmente la Palabra de Dios está siendo traducida a centenares de lenguas. Por supuesto que el propósito es notoriamente maravilloso, consistiendo en poner al alcance de millones y millones de personas, el conocimiento respecto a Dios, a nuestro Divino Salvador y a la gracia por medio de la cual Dios salva a la humanidad.
En verdad las casas editoras de Biblias están realizando una excelente labor con frutos maravillosos. Cada ejemplar de la Biblia cumple funciones más allá de las esperadas, porque cada lector la lee cuantas veces le sea posible, descubriendo de esa manera las verdades en torno a las razones por las cuales nuestro Salvador vino a morir.
Mas con todo y el excelente trabajo de imprimir Biblias, falta muchísimo por hacer ya que sólo producir el libro santo en cantidades enormes no es suficiente para llevar a cabo un trabajo total.
La otra parte importante que sigue a la impresión de Biblias es instruir a los humanos para que conozcan en realidad la voluntad divina, cuyo cometido, sin temor a pecar de insensibilidad, puede decirse que está a distancias asombrosas de ser alcanzado.
La enseñanza divina, desde el siglo segundo de nuestra era, ha sido sometida a serias distorsiones, ocasionando, de esa manera, que el cristianismo sea la religión más grande del mundo entero (unos dos mil millones en la actualidad) sin la verdadera obediencia a la voluntad divina.
Desde el siglo segundo de nuestra era, el cristianismo ha sido encaminado a mirar la voluntad divina con lentes distorsionantes, lentes con los cuales puede verse la realidad de Dios en forma desfigurada. Esto significa que el verdadero mensaje celestial está siendo predicado fuera de la realidad. En el pasado, el poder episcopal inundó al Cristianismo con una serie de enseñanzas que en vez de ayudar a los humanos a encontrarse con Dios, más los alejó. En la actualidad, una mezcla extraña de actitudes emocionales, aunadas a la predisposición humana al éxtasis es el plato favorito en centenares de iglesias.
Las iglesias tradicionales del mundo cristiano occidental y otras más que cuentan por millones sus membresías, están prestando más atención a políticas extrañas que validan el homosexualismo y el lesbianismo, los matrimonios entre personas del mismo género y cosas semejantes dentro de sus organizaciones, que al modo de enseñar lo que en realidad Dios demanda del humano para darle la salvación.
Los resultados de semejante desviación posiblemente sean en alguna medida satisfactorios porque consigen retener a quienes desean buscar una iglesia o sociedad que tolere los desvíos de la mente, pero a la vez han traído como consecuencia hambre espiritual, desaliento y ateísmo sobre todo a la juventud. Esto es enteramente notorio cuando se mira en las calles a personas con rostros de incertidumbre y desaliento, y se les escucha platicar respecto a los programas litúrgicos de sus iglesias, enfatizando, con cierto disimulo, su insatisfacción por no estar llenando su alma con el agua doctrinal sin contaminación que emana de la Palabra de Dios.
En gran parte del Cristianismo actual resulta intolerante, ridículo y fuera de contexto cristiano, enfatizar las prohibiciones divinas de tener uniones entre personas del mismo sexo, lo cual, aunque es una enseñanza divina (Levítico 18:22) que nunca cambiará, para algunos teólogos “no van acordes con el modo de entender las Escrituras en nuestro tiempo actual”. Grandes segmentos del Cristianismo actual no están siendo conducidos por el camino de la santidad sino por caminos extraños promovidos por las malicias espirituales.
Admítase o no; sea notorio o no; este tipo de enseñanzas son la causa de tanta vaciedad espiritual, de tanta necesidad espiritual y de tanta hambre espiritual.
El triunfo del cristianismo nominal divorciado del beneplácito divino, donde se proclama felicidad religiosa, es sólo aparente, en lo más interno del alma, donde nadie entra sino sólo Dios, reside aquello que llamamos conciencia, allí está siendo denunciada a cada instante la carencia de la verdadera enseñanza que llena, que sustenta y alegra el alma y el espíritu.
Y es que exteriormente el humano puede aceptar enseñanzas desfiguradas, pero en lo interno, donde el humano mismo carece de habilidad para engañarse a sí mismo, es donde Dios le dice que lo malo nunca será la llave para abrir la puerta de la vida eterna, y que lo mediocre (tibieza espiritual) nunca obtendrá el beneplácito divino. Y que entretanto no se den los pasos correctos para acercarse a la Majestad Divina, todas las demostraciones de satisfacción espiritual serán sólo apariencias.
Es debido a la existencia de ese estado incierto y vacío, que millones de personas buscan en diferentes religiones (Budismo, Islamismo, Nueva Era, entre otras) una enseñanza doctrinal que les llene ese vacío; que les calme la intranquilidad que les mueve a sentir temor a lo desconocido. La inseguridad y desaliento que millones de personas de todas las edades sienten, les ha creado resentimiento hacia la religión Cristiana en que nacieron y desde hace unas cinco décadas la han estado abandonando. No desean estar asociados con una entidad que únicamente insatisfacción y resentimientos les ha dado.
*“Nueva Era” (New Age en Inglés) es un movimiento que a pesar de sugerir no ser religioso, en verdad es religioso. Cada agrupación dentro de ese movimiento alimenta en la conciencia de sus seguidores sentimientos de amor, de compañerismo, de libertad de la opresión esclavisante sostenida por algunas iglesias Cristianas. Algunas agrupaciones que forman el movimiento de la Nueva Era, son: La astrología, la santería, el Raelianismo, la brujería, el espiritismo,el esoterismo, el ocultismo, la angeleología y otras similares; cada una de las cuales posee diferentes disciplinas y diferentes formas de manifestarse.De esa necesidad y de ese temor es que se aprovecha el movimiento de la Nueva Era* y otras religiones que nada tienen que ver con Dios, proporcionando a los buscadores de la verdad un manto blanco de amor, de comprensión, de tranquilidad, de compañerismo; pero que su trasfondo real es crear mentes ateas.
¿Por qué se adquiere un libro que “explica” las profecías bíblicas? Por varias razones: Por ansias de conocer el futuro. Por miedo a aquello que seguramente vendrá al tiempo señalado. Por ahorrar el tiempo que tomaría leer la Biblia. Por conocer la solución que ayude a escapar de las angustias venideras. Etc. Pero sobre todo, el propósito es buscar el modo cómo lograr la aceptación divina sin el sometimiento al tedioso programa de abstinencias del pecado y de todas las privaciones a la libertad a que el desenfreno y una vida despreocupada desean estar sometidos.
Buscar con ansias conocer el futuro es bueno, mas el paso correcto para cualquier persona deseosa de conocer las revelaciones divinas es leer la Palabra de Dios, eso, aunque sea el paso más lento, es el más seguro: La lectura de la Palabra de Dios abre de par en par las puertas del conocimiento de lo revelado, y advierte sobre lo posible y lo imposible de conocer. La ansiedad por conocer el futuro debiera saciarse acudiendo a la fuente divina, no a libros de ficción.
El número de la bestia
La opinión general atinadamente sugiere que la cifra seiscientos sesenta y seis (666) mencionada en Apocalipsis 13:16 es una clave que esconde algo siniestro con lo cual nadie quiere ser sellado. Asimismo sugiere que quien la descifre correctamente logrará conocer en qué consiste esa marca, e identificará al personaje que encaja en ese número.
Algunas iglesias evangélicas radicales desde hace siglos han sostenido que el número identifica al Papa, que es la cabeza espiritual del mundo católico romano.
Tal interpretación, aunque en alguna manera podría estar correcta, es muy limitada; y más sugiere rivalidad y antagonismo contra la doctrina católica que propósitos de buscar significados aún más profundos.
Esas iglesias lo hacen sin necesidad de recurrir a artilugios, y para ello toman el título en Latín “vicarius filii dei y convierten sus letras en números arábigos, de tal manera que al sumarlos obtienen la cifra 666.
La conversión la hacen de la manera siguiente:
V | = | 5 | |
I | = | 1 | |
C | = | 100 | |
A | |||
R | |||
I | = | 1 | |
V | = | 5 | |
S | |||
F | |||
I | = | 1 | |
L | = | 50 | |
I | = | 1 | |
I | = | 1 | |
D | = | 500 | |
E | |||
I | = | 1 | |
________ | |||
666 | |||
La frase “vicarius filii dei”, vertida al Español viene siendo “representante del hijo de Dios”. Lo cual, sea por coincidencia o porque en realidad guarda estrecha relación con esa marca misteriosa, es una identificación que merece bastante consideración.
Por supuesto que la Iglesia rechaza semejante identificación, argumentando que el Papa es el “Vicarius Cristii”, o sea, el “Representante de Cristo”, y que a él en ningún momento se le ha conocido como “representante del hijo de Dios”. En realidad, ambos títulos, aunque sean escritos en forma diferente, en verdad significan lo mismo.
Al mismo tiempo, algunos católicos arremeten en contra de la fundadora de la iglesia Adventista, alegando que el nombre de ella también encaja dentro del número 666, lo cual ilustran de la manera siguiente:
H | ||
E | ||
L | = | 50 |
L | = | 50 |
E | ||
N | ||
G | ||
O | ||
U | ||
L | = | 50 |
D | = | 500 |
V | = | 5 |
V | = | 5 |
H | ||
I | = | 1 |
T | ||
E | ||
__________ | ||
666 |
Para hacer encajar el nombre Hellen Gould White dentro del 666 proceden a partir en dos la w, de modo que se vea como v v, lo cual, numéricamente hablando, es incorrecto, y más parece intención contenciosa que apego a la razón. Debe recordarse que el personaje del cual Juan habla es uno que no identifica a una persona en particular, sino a un poder de enormes dimenciones.
Posiblemente la guerra de palabras entre grupos religiosos e iglesias no desaparecerá (al menos dentro de los próximos años).
Las creencias doctrinales e interpretaciones de tópicos proféticos siempre serán dispares a menos que las cabezas directrices de las organizaciones se unan a dialogar.
Primeros intentos de descifrar la clave
Sin lugar a dudas descifrar el número para encontrar el nombre del personaje ha sido un reto bastante común desde el siglo segundo de nuestra era, lo cual ha conducido a aplicar ese número a diferentes personas y gobiernos.
Una proposición, aunque sin gran énfasis, fue realizada por Ireneo (130-202 D. de C., que dice:
“Entonces Lateinos tiene el número seiscientos sesenta y seis, y es muy probable [solución], siendo este el nombre del último reino [de los cuatro vistos por Daniel]. Porque los Latinos son quienes al presente gobiernan (5) Y sin embargo ellos no harán ningún enaltecimiento acerca de esta coincidencia...” (Ireneo “Contra los Herejes”. Libro 5, Capítulo 30, Párrafo 3).
Se dice que lateinos (λατεινος en Griego) es el nombre conque los griegos identificaban a los latinos o romanos, lo cual, tomando el dicho de Ireneo, queda totalmente establecido como cierto.
Si las letras griegas que forman ese calificativo son aparejadas a su respectivo número, entonces se obtiene la cifre 666. Esto es así porque a diferencia del idioma Español, que usa números y letras, el Griego se vale sólo de letras, o sea que cada letra desempeña doble función, unas veces equivaliendo a letras del alfabeto y otras equivaliendo a números.
L | 30 | λ (Lambda) | |
A | 1 | α (Alpha) | |
T | 300 | τ (Tau) | |
E | 5 | ε (Épsilon) | |
I | 10 | ι (Iota) | |
N | 50 | ν (Ny o Nu) | |
O | 70 | ο (Ómicron) | |
S | 200 | ς (Sigma) | |
___________ | |||
666 |
En lo personal pienso que Ireneo estaba en lo correcto al identificar con el nombre genérico de “Lateinos” (latino) al Imperio Romano, mismo que la Santa Escritura identifica como el imperio más poderoso que más tiempo permaneció vigente y que también se ensañó grandemente sobre el pueblo de Dios. Sus palabras y su conclusión denotan que él está refiriéndose a la bestia que está significada con el 666. Ireneo estaba en lo correcto en su conclusión.
Infiero que Ireneo no pone el debido énfasis cuando identifica al Lateinos sencillamente porque para el tiempo en que él vivió el Imperio Romano todavía no se había introducido de lleno al seno de la Iglesia como lo hizo tiempo después de su muerte, aunque en su tiempo su poderosa fuerza golpeaba duramente al pueblo de Dios.
Es verdaderamente curioso que Ireneo no se percató que para el tiempo en que escribió, el Imperio ya había impuesto su señal de autoridad dentro del Cristianismo tal como se verá más adelante. La voluntad del Imperio ya era obedecida por aquellos que iban siendo convertidos al Cristianismo, lo cual no sucedió mientras los Apóstoles estaban vivos porque ellos se preocuparon por mantener la iglesia libre de elementos religiosos extraños.
Si Ireneo, que al parecer era de origen pagano, hubiera sido conocedor de la Palabra tal como aquellos grandes apóstoles, seguramente no habría dudado en identificar al imperio con el 666.
¿Griego o Latino?
Debe recordarse que el apóstol Juan escribió el Apocalipsis en Griego, por lo tanto, el significado de la cifra habría que buscarla en ese mismo idioma como lo hizo Ireneo. Al mismo tiempo, el personaje mencionado por Juan y descifrado por Ireneo es uno cuya lengua y gentilicio predominaba en el Imperio. Por lo cual este personaje encaja completamente en el marco de la profecía, pues hablando en Griego Juan está identificando un poder que incluso habla Latín: Roma.
De esa manera, la señal de la bestia mencionada en la profecía debe buscarse en el Imperio Romano.
La lectura de Apocalipsis 13:16-18 muestra a dos bestias, una es la dueña de la marca, la otra es la encargada de sellar a los humanos con la marca. De hecho, la dueña de la marca es el Imperio Romano. Interesante resulta averiguar qué otro poder es también identificado como una bestia que se encarga de sellar a los moradores de la tierra
En ocasiones se sugiere que los hebreos identificaban a los romanos con el nombre ROMITI, cuyas letras hebreas, convertidas a números dan 666. Al imperio romano lo identificaban como ROMITH, que también arroja la misma cantidad, sin embargo el Hebreo no es el idioma correcto para buscar el nombre de la bestia, después de todo, el número fue escrito en Griego.
Intentos vagos de identificación
Posiblemente en la actualidad no existan intentos serios de explorar las palabras de Ireneo. Modernamente se hace bastante propaganda a varias maneras que supuestamente en el futuro podrían ser usadas para “marcar” a los humanos con el 666, entre los cuales están, los documentos de identificación personal, las tarjetas de crédito, una moneda de aceptación universal. Otros miran esa señal como un sello que se estampará sobre la piel de las personas. Otros piensan que la marca podría formarse de las tres letras griegas que forman 666. Otros piensan que podría ser un tatuaje hecho con láser. En fin, la mente de muchos divaga tratando de encontrar algo que parezca ser la figura o el modo adecuado de sellamiento que se llevará a cabo en quienes adoren a la bestia. Incluso insistentemente se habla de una “micro chip” (maicro chip) conque los humanos podrían ser sellados. Siendo hoy tiempos modernos, lo más indicado es pensar en ese sellamiento valiéndose de los adelantos electrónicos.
Como su nombre lo indica, micro chips son diminutas piezas electrónicas actualmente diseñadas para una amplia variedad de usos como por ejemplo en tarjetas de teléfono y en computadoras. Se supone que uno de estos diminutos objetos podría ser colocado debajo de la piel de las personas, de esa manera su identificación y localización vendría a ser extremadamente fácil.
He escuchado a personas evangélicas hablar con cierto grado de temor respecto a todo eso, y sienten que al poseer esa señal irrevocablemente pertenecerán al dios de este mundo (Satanás) que supuestamente en lo futuro se entronizará sobre la tierra por medio de un representante al cual en algunas ocasiones se le identifica como el Anticristo.
Pero por otra parte, esas personas sienten que al no tener la marca fácilmente serán identificadas por los servidores de la bestia, pues tanto las autoridades gubernamentales, como la banca y el comercio no pedirán ninguna otra identificación para cualquier transacción sino la marca. Desde ese ángulo, la cosa en verdad se les pone bastante difícil, y hasta aquí, posiblemente, nadie hace planes para evitar las angustias que les vendrán ya sea por tener la señal en sus manos o en las frentes, o por no tenerla. El panorama en verdad presagia días extremadamente difíciles porque Apocalipsis 13:17 claramente dice: “y que ninguno pudiera comprar ni vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia o el número de su nombre”.
En verdad la situación sí se torna aflictiva para los Cristianos porque se desconoce totalmente en qué, según ellos, consistirá esa marca y si van a poder soportar la terrible presión que significará no poseerla.
A su mente inmediatamente salta la indecisión, porque desde el momento que la acepten quedarán señalados para el castigo en el día del juicio final. Y si no la aceptan entonces pasarán horribles dificultades a lo largo del tiempo que hayan de vivir sobre la tierra.
A decir verdad, no existe cosa más horrible que estar en inseguridad. Y podría ser aún más horrible ignorar que esa marca no será futura, e ignorar también que ya se está poseyendo.
Identificando la señal
Para identificar la señal de la bestia se debe poner cuidadosa atención a las palabras reveladas a Juan, a quien se le dijo que sólo quienes tuvieran la marca de la bestia o el número de su nombre actuarían sin restricciones en la vida cotidiana. Eso significa que la marca de la bestia no debe ser buscada en elementos estampados en alguna parte del cuerpo o insertados debajo de la piel, sino en aquello que ella ha demandado portar a quienes le pertenecen.
Así entonces, la marca no es otra cosa sino el sellamiento por el cual se identifica una propiedad, lo cual quiere decir que los sellados con ese número no son propiedad de Dios sino de la bestia.
Aquellos bajo el poder o autoridad del Imperio Romano obedecían su autoridad, o sea, poseían la marca de su autoridad (para conocer cuál es la marca de la bestia se sugiere poner bastante atención a este punto), de lo cual se entiende que la marca mencionada por Apocalipsis de ninguna manera es un sello tatuado, mucho menos un circuito electrónico debajo de la piel, sino la dependencia y la sujeción a todo cuando Roma ordenó. En otras palabras, los ciudadanos romanos que se sometían a su sistema religioso poseían el sello de la bestia. ¡He allí la marca! Después de todo, en elantiguo tiempo, Roma reconocía a sus ciudadanos y los protegía no porque les hubiera sellado la piel sino por la obediencia de ellos a las leyes civiles y religiosas (Dichosamente, más de la mitad del siglo primero de nuestra era fue de libertad religiosa para el pueblo de Israel. Roma se los había permitido con tal de serle fieles a su sistema de gobierno civil. Esa misma libertad fue gozada por la iglesia apostólica).
A manera de ampliar la explicación de lo que es un sello pueden ponerse como ejemplo dos casos. El primero fue el pacto de la circuncisión hecho por Dios con Abraham. La circuncisión es el sello o la marca por lo cual Dios reconoce a los descendientes de Abraham como de su propiedad. Segundo, Pablo dice:
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. (Efesios 1:13).
El Espíritu Santo es el sello por el cual Dios reconoce su pueblo ganado por la sangre de su Hijo.
Ningún humano puede ver ese sello estampado en cada hijo de Dios. Lo que sí pueden ver es que cada uno de ellos refleja por medio de su comportamiento que es hijo de Dios y que le obedece a Él.
Así sucede con la marca de la bestia, porque nadie puede verla, pero sí puede verse quién es obediente a ella.
Debido a que el Cristianismo busca ese sello en elementos materiales tales como una moneda de tipo universal, o un micro circuito debajo de la piel, o un número de identificación personal, etc., nunca lo encontrará, porque ignora que el sello es nada más y nada menos que la obediencia a lo que el Imperio Romano dictó cuando era el imperio más poderoso de la tierra, cuya autoridad aún hoy en día permanece.
La dificultad en conocer el sello estriba en que la profecía lo menciona en las manos o en la frente, con todo, debe observarse cuidadosamente que manos y frente, como son mencionados en la profecía, no son otra cosa que, dependencia y sometimiento. O sea que poseerlo en la mano significa dependencia; y poseerlo en la frente significa sometimiento voluntario.
Obedecer a Roma significa sencillamente depender de su autoridad y sometérsele. De esa manera era como se llevaba a cabo el sellamiento (Se sugiere al lector analizar esto cuidadosamente para entenderlo).
Si la bestia mencionada es el Imperio Romano, entonces debe pensarse qué ha tenido siempre el Imperio de particular con lo cual ha sellado a sus súbditos desde tiempos antiguos y los ha identificado. Véase esto:
El Imperio Romano adoraba fielmente al sol, incluso se dice que en su tiempo Roma hizo florecer a Baalbek, ciudad dedicada al sol en el Líbano. De esa ciudad hoy en día se conservan sus restos.
El Imperio se terminó, pero continuó existiendo
Sí, por curioso que esto parezca no deja de ser cierto. El momento vino cuando el poderoso Imperio Romano llegó a su fin, Roma y Constantinopla, como capitales del Imperio actualmente no son más que historia.
Pero espiritualmente Roma continúa existiendo por medio de su influencia sobre los pueblos. Para comprobar que el Imperio continuó existiendo aún después de su desvanecimiento, póngase atención al texto siguiente:
“El ángel me dijo: «¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, la cual tiene siete cabezas y diez cuernos. La bestia que has visto era y no es, y está para subir del abismo e ir a perdición. Los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será” (Apocalipsis 17:7-8).
La última frase del texto claramente dice que la bestia, o sea el Imperio Romano era, y dejó de ser, pero continuará existiendo. O sea que a pesar que iba a terminarse continuaría existiendo.
La palabra “y será” no debe entenderse como que su resurgimiento tendrá lugar en los últimos días. Más bien el ángel está informando a Juan que si bien el momento vendría en que el Imperio iba a terminar, al mismo tiempo continuaría existiendo.
Por esto, aunque arriba se ha dicho que el Imperio dejó de existir materialmente, en lo espiritual está vivo porque continúa ejerciendo su autoridad sobre aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida.
De acuerdo al capítulo 13 de Apocalipsis, que es citado más adelante, a esta bestia que murió otra bestia le ha continuado dando vida, que es precisamente la que hace a los moradores de la tierra continuar adoraándola y reconociéndole su autoridad y dominio.
Explorando el misterio de la marca
Tres siglos después de haber Juan recibido la profecía, el día del sol fue impuesto oficialmente sobre todo el Cristianismo. Todo ciudadano del Imperio debía trabajar en sábado, pero debía de reposar en domingo, excepto que la fuerza de la necesidad debido a las cosechas requirieran de trabajo. El decreto de Constantino acerca de observar “el venerable día del sol” en todo su imperio, es notorio. Muy poco (o casi nada) dicen los historiadores respecto a los cristianos que se resistieron a aceptar ese día (domingo, o primer día de la semana) en sustitución del santo Sábado decretado por Dios.
Indudablemente, el “piadoso” Emperador Constantino nada sabía acerca del puro Cristianismo fundado por nuestro Salvador y construido por los santos Apóstoles. Más bien, él utilizó la Iglesia como instrumento que efectivamente le ayudó a mantener unido su enorme imperio, pero en la realidad de la política cotidiana él y todo los millones de súbditos romanos nunca cambiaron su sistema de adoración pagana, incluso al convertirse a la Iglesia, Constantino y las masas paganas trajeron consigo el aparato idólatra en el cual habían estado viviendo por siglos. Esto, naturalmente, incluía la adoración al sol, el cual por cierto, era el dios principal, el indiscutible, el señor de todo el imperio y al cual Constantino fielmente adoraba. Constantino entró a la Iglesia para obtener una ayuda tan efectiva para dominar las masas que jamás iba a conseguir por la fuerza de las armas.
Todo lector de la historia narrada por quienes escribieron acerca de la Iglesia y acerca del Imperio, entre ellos Sosomenes, Eusebio de Cesarea, y Sócrates Escolástico, mencionan el día dedicado al sol como el día de adoración celosamente observado en todo el Imperio, incluyendo la Iglesia.
Justino Mártir (siglo II de nuestra era) en su “Apología contra el Emperador”, abiertamente rechaza las calumnias en su contra y en contra de la Iglesia respecto a su total obediencia a las leyes del Imperio. En esa apología, en tres veces le enfatiza su total sujeción a la observancia del día establecido en todo el Imperio como el día de adoración, cuyo día es el primero de la semana popularmente conocido como domingo. Enfáticamente le informa que ellos no tenían otro día para realizar sus asambleas que el primero de la semana.
Prácticamente al estar sometidos totalmente a Roma le estaban informando al Emperador que ellos poseían en sus frentes la marca distintiva del Imperio: el 666.
Notoriamente, el día del sol era un distintivo de Roma que los paganos cristianizados continuaron observando dentro de la Iglesia, atribuyéndole una santidad que ni los apóstoles, ni mucho menos nuestro Divino Salvador le atribuyeron. Tan así era que siglos después de la muerte de aquellas grandes columnas a quienes el Señor adiestró para fundar su pueblo, el domingo era adorado y saludado en adoración por muchos cristianos.
La fecha del 25 de Diciembre era grande porque ese día fue dedicado al nacimiento del sol invicto. Los cristianos la absorbieron y la disfrazaron atribuyéndola al nacimiento de Cristo.
Seguramente leer los libros “Babilonia Misterio Religioso”, o “The Two Babylons” de Alexander Hislop, puede ayudar a conocer más respecto a aquello que la Roma pagana tenía como parte de su sistema religioso fielmente obedecido por los paganos que vivían dentro de la Iglesia en calidad de cristianos.
Si se les presta atención a las palabras de Apocalipsis, entonces se conoce que el peligro futuro es inminente para millones de humanos:
“Fue el primero y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen” (Apocalipsis 16:2).
Las plagas postreras están preparadas y serán derramadas sobre los adoradores de la bestia que poseen su señal. (Vea el estudio: “Las Siete Plagas Pstreras”.
El tiempo de recibir la señal
Pensar que el sellamiento será hecho “hasta cuando aparezca el anticristo”, como popularmente pudiera creerse, es desacertado, esa es una situación totalmente desventajosa para el Cristianismo porque lo mantiene esperando algo que supuestamente será hecho futuramente; eso favorece a Satanás que afanosamente mantiene a las personas divagando sobre cuál o qué será esa marca y cuándo es el tiempo de ponerla.
Si la marca de la bestia consiste en obedecer a su sistema religioso, entonces significa que miles de millones la han estado recibiendo desde que el Imperio Romano se impuso sobre el Cristianismo, sin embargo no se han percatado de ello, más bien afanosamente están pensando en varias marcas que nada tienen que ver con la realidad.
Sorpresivamente, sin que la gente lo notara, la marca les comenzó a ser puesta desde el momento en que aceptaron el sistema religioso que el Imperio introdujo en el seno de la Iglesia, desde entonces semejante marca no ha dejado de ser puesta en cada humano que se somete a su dominio y autoridad.
La marca no es literal sino simbólica
Como se dice antes, según el texto bíblico, el número 666 no es una marca impresa o tatuada sobre la piel; tampoco es un documento de identificación; ni mucho menos es una diminuta pieza electrónica. Más bien el número es la clave para descubrir quién es la bestia. El texto dice:
“Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, y que ninguno pudiera comprar ni vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Apocalipsis 13:16-18).
El error que ha hecho desviar la atención de la marca propiamente dicha consiste en haberla tomado de modo literal, como una figura. Pero debe tomarse en cuenta que las palabras de Apocalipsis son una profecía donde abundan los símbolos, de manera que así como la bestia no es real sino simbólica, así también lo es la marca
La frase “pues es número de hombre” (Apoc. 13:18) podría parafrasearse como: “pues ese número identifica a un hombre”, que como se ha dicho antes, no es un solo hombre en particular sino un hombre genérico que identifica al hombre latino (Lateinos o romanos).
Es debido a la confusión que a surgido por tratar de encontrar una marca material, que más de alguna persona ha sugerido que la marca podría ser la letra griega xi (x ) que en Griego equivale también al número 60. Lo sugieren debido a su forma, argumentando que en cierto modo posee forma de serpiente, o sea de la “serpiente antigua” que es Satanás.
En definitiva, no existe ninguna figura con la cual equiparar la forma de la marca, mucho menos debiera de pensarse que sea el 666 colocado en algún medio de identificación personal. Tampoco debe pensarse que un supuesto futuro anticristo ordenará (quien sabe a quien) que marque a todo el mundo con ese número.
Sí, debiera pensarse seriamente en investigar con cuidado el contenido de Apocalipsis capítulo 13 pues en él está la clave para entender correctamente las palabras de Juan y cómo es que los humanos han estado siendo sellados con el distintivo de la bestia a través de los siglos.
Un error que costó caro
A la muerte de los apóstoles la doctrina predicada por ellos fue cambiada dramáticamente. La apostasía, de la cual ellos previnieron que vendría, fácilmente se apoderó de gran parte de la iglesia postapostólica a partir del siglo segundo de nuestra era, prueba de ello fue la distorsión a que fueron sometidos los escritos apostólicos. Por ejemplo, las palabras de Apocalipsis 1:10 “fui en espíritu en el día del Señor”, sufrió tremenda transformación, llegando a ser interpretadas como que Juan está diciendo: “...fui en espíritu en el primer día de la semana”.
En realidad Juan 1:10 no está hablando de un día de veinticuatro horas, más bien usa la palabra día para referirse a un período de tiempo indefinido. Con todo, si se hubiera de tomar como un día de veinticuatro horas, entonces habría que actuar con apego a la razón como lo hicieron los apóstoles, y entonces se debe concluir que Juan está hablando acerca del sábado pues Cristo es el Señor del sábado (Marcos 2:28), no Señor del primer día de la semana como casi un siglo después de su muerte lo interpretaron algunos obispos provenientes del paganismo.
La frase griega kyriaké hemera (κυριακη ημερα) literalmente viene significando algo así como “del Señor día”, por lo cual, hacerlo aparecer como que eso significa “Señor del primer día” de la semana es un flagrante error.
Esa interpretación surgió años después de la muerte de Juan, cuando el primer día de la semana ya había sido entronizado dentro de la Iglesia como día de adoración en lugar del sábado. Sin temor a equívocos, Juan no pensó que sus palabras se refirieran al día en que los paganos adoraban al sol.
Posteriormente, el error vino a ser latinizado cuando la frase griega “kyriakee hemera” (día del Señor) pasó al Latín como “dominica die”, que es precisamente como lo vierte Jerónimo en la Vulgata Latina. De allí surgió la palabra españolizada “domingo” (del Señor), nombre que no es aplicado al sábado sino al primer día de la semana.
De manera que el sábado de Marcos 2:28 fue despojado del “dominica dies” que le confirió el Salvador, y fue trasladado al primer día de la semana.
Los años siguientes a la muerte de los apóstoles fueron decisivos para entronizar en muchas iglesias de Asia y de Europa una serie de enseñanzas extrañas como lo fue, además del domingo, el cambio de la fecha de la celebración de la Cena del Señor, la cual, en vez de continuarla celebrando como los apóstoles la celebraron, es decir el 14 de Nisán, fue transferida a un día fijo, para que de esa manera la celebración de la Resurrección ocurriera siempre en domingo.
En verdad, Ni Dios, ni su Hijo son cambiadizos, ellos nunca cambian de idea como el humano religioso promedio lo piensa. Por consiguiente, el sábado siempre será el día del Señor aunque los humanos hayan proclamado su despojamiento y hayan atribuido tan honroso título al día que el Imperio Romano consideraba ser el día del sol (en Inglés, Sunday).
La segunda bestia
“Después vi otra bestia que subía de la tierra. Tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón. Ejerce todo el poder de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia...” (Apocalipsis 13:11-12).
Curiosamente, esta bestia, la segunda después de la primera que simboliza al Imperio Romano, tiene dos cuernos como de cordero, pero habla como dragón. (El cordero es símbolo de mansedumbre e inocencia, el dragón es referencia directa a Satanás). Esto claramente dice que es un poder de aparente mansedumbre cuya verdadera identidad carece totalmente de algún elemento de bondad y de acercamiento hacia la voluntad divina.
Según vio Juan, esta bestia hace que los moradores de la tierra se sometan al Imperio Romano, ordenando a sus fieles instrumentos que a los moradores de la tierra se les ponga la marca del imperio. En oras palabras, esta bestia es fiel servidora del Imperio Romano que aunque ya hace varios siglos desapareció, continúa vivo porque su influencia está sobre la segunda bestia a la cual dotó de todo su poder o autoridad.
Así como el Imperio Romano tenía representantes en todos sus dominios, con lo cual lo mantenía todo bajo control; así es la bestia sucesora. Esto es así porque ella manda que a los moradores de la tierra adorar la imagen de Roma, y domina a los moradores de la tierra y los mantiene bajo control por medio de sus representantes que dominan a los moradores de l tierra y les impone la férrea voluntad de la cabeza gobernante.
¿Quiénes son los representantes de la segunda bestia?
Resulta enteramente intrigante leer los escritos de los “padres apostólicos” y observar el modo tan denodado conque algunos de ellos rechazan el sábado como día de adoración para las naciones cristianizadas, y en su lugar ponderan el día del sol como su día por excelencia.
Por supuesto que la preferencia del primer día de la semana o día del sol no se debió a haber encontrado en la Palabra de Dios algún elemento que los condujera a realizar la transferencia de santidad del séptimo día al primero. Más bien no parece que haya habido algún momento en que hayan conocido u observado el día de reposo ordenado por Dios. Ellos, siendo de origen pagano, siempre habían observado el día del sol.
Es, por lo tanto, enteramente obvio que al haberse convertido al Cristianismo, no cambiaron su día original de adoración, más bien se opusieron fuertemente a que el sábado fuera introducido al Cristianismo que ellos estaban fundando para sustituir el día en que habían adorado al sol antes de su conversión.
Los “padres apostólicos” vivieron en el tiempo cuando el Imperio Romano estaba en la cima del poder, cuando ninguna otra nación osaba enfrentársele o contradecir sus órdenes, y por el modo conque enfatizaban el primer día de la semana claramente se ve que ellos predicaban a las multitudes paganas cristianizadas, conforme a la voluntad del Imperio.
¿Habrán sido ellos los precursores de quienes, después de haber desaparecido el Imperio Romano continuaron dándole vida por medio de enseñar sus bases religiosas a las multitudes que cristianizaban? Las posibilidades abiertamente señalan que sí.
Un hecho bastante notorio es que muchos templos cristianos de la actualidad, que fueron construidos hace cientos de años en algunos países europeos, siguen fielmente el ejemplo pagano de rendir culto al sol, por esa causa imágenes de ese astro fueron grabadas en algunos altares, en paredes y en ventanales. Por demás está decir que el Cristianismo postapostólico se identificaba fuertemente con la adoración al sol. Y aunque las pretenciones disimulativas consistían en enfatizar que Cristo es el sol de justicia, la realidad es que eso fue sólo un argumento detrás del cual se escondía la realidad en sí: El sol (y no Cristo) vino a ser el foco principal de identificación de los convertidos al Cristianismo.
Parece inadecuado señalar al Papa como la bestia apocalíptica pues la profecía no está hablando de un solo hombre sino de un cuerpo, de un poder. Si la primera bestia simboliza al Imperio Romano y no a los Emperadores, entonces la segunda bestia también simboliza un poder, ya sea de igual magnitud o menor, pero de ninguna manera simboliza a una persona en particular. Como quiera que sea, una cosa es incontrovertible: La segunda bestia es un poder religioso de grandes magnitudes que arrastra multitudes y les manda obedecer las disposiciones idólatras heredadas de la primera bestia.
Seguramente el Imperio Romano desapareció, sin embargo, su influencia ha continuado manifestándose dentro del Cristianismo con la misma fuerza conque introdujo su sistema religioso.
La profecía dice que por el modo conque la segunda bestia actúa, hace que la primera bestia tenga vida:
“Y hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra por las señales que le ha sido dado hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que hagan la imagen de la bestia que tiene la herida de cuchillo, y vivió. Y le fue dado que diese espíritu a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia hable; y hará que cualesquiera que no adorare la imagen de la bestia sean muertos. (Apocalipsis 13:13-15).
Según este texto, la segunda bestia hace grandes señales con las cuales engaña a los moradores de la tierra, haciéndoles creer que esas manifestaciones provienen de lo divino.
De acuerdo a la profecía, todas sus enseñanzas no son herencia apostólica ni tampoco nacieron en su seno; más bien es una demostración de obediencia a la bestia imperial romana.
Según el texto, todo cuanto enseña no es de ella, sino que son prácticas del Imperio. Así, hace que la gente se mantenga obedeciendo las creencias religiosas de la primera bestia. De allí es que, por el modo tan decidido conque actúa a favor del Imperio Romano lo hace revivir. Tan sutiles son sus enseñanzas que ha desviado la atención de las multitudes para que crean que sus enseñanzas son propias de ella, cuando que la realidad dice que son las creencias religiosas romanas.
Sin lugar a dudas la segunda bestia está viva y se mueve ágilmente dentro del Cristianismo, ejerciendo grande influencia, y afanosamente haciendo que sellen con la marca de la primera bestia a todos los moradores de la tierra.
Cada morador que porta la marca de la bestia, ha hecho que su nombre sea borrado del libro de la vida, y al final de los tiempos será lanzado al lago de fuego donde con anticipación estará la bestia esperándole para compartir el lago de fuego.