La obra del Espíritu en la salvación dentro del Nuevo Testamento es la obra de Cristo resucitado. En todas las generaciones en la era de la Iglesia Cristo continúa la obra a través de su Espíritu en la vida de los creyentes devotos. El Espíritu Santo es el poder de Dios. Los términos poder y espíritu se pueden utilizar alternativamente. Dios obra la obra de poder a través de su poder. a través de su Espíritu Dios creó el universo (Job. 26: 13) y dio vida a la humanidad (Job 33: 4). Por medio de su Espíritu, Dios dio fuerza a Sansón (Jueces 14: 6, 15: 14), sabiduría a Salomón, e inspiración a los escritores de la Escritura (2 Pedro 1: 21). El Espíritu de Dios dio vida a Jesús (Lucas 1: 35, Mateo 1: 20) y lo habilitó a operar milagros (Mateo 12: 28, Juan 3: 34). A través de este poder Dios resucitó a Jesús de entre los muertos a la inmortalidad (Romanos 1: 4, Efesios 1: 19, 20). Estas obras divinas fueron diferentes en propósito, pero el Espíritu de Dios estaba alterando los medios para operar estas acciones.
Cuando el Cristo resucitado ascendió al cielo y fue exaltado a la mano derecha de Dios, el Padre hizo de su Hijo el canal por el cual su Espíritu transformador sería usado en la salvación de los pecadores.
Por Él creó Dios, sostiene y cuida del universo físico. Dios obra todas las obras de salvación, a través de su Hijo Jesucristo. Jesús es el único mediador entre Dios y la raza humana. Dios da su Espíritu sobre los creyentes solamente a través de Cristo. Todas las criaturas tienen el Espíritu providencial de Dios (Salmos 104: 30), pero sólo los cristianos tienen su Espíritu redentor. El Espíritu providencial de Dios puede ser directamente sentido por toda la humanidad; el Espíritu redentor sólo puede ser sentido a través de Cristo. Por lo tanto, Dios hizo su Hijo, el guardián y el canal de su poder en relación a la salvación del hombre. Cristo explicó a los discípulos que cuando él fuera exaltado a la diestra de Dios, recibiría el Espíritu de Dios y entonces lo derramaría sobre ellos. "Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí." (Juan 15: 26). "Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré." (Juan 16: 7). "Ciertamente, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros." (Lucas 24: 49).
El acontecimiento histórico de este evento está registrado en Hechos 2: 32, 33, "A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís." Cristo recibió el Espíritu de Dios y lo otorgó sobre su Iglesia.
El Espíritu Santo mencionado en Hechos y en las Epístolas es el poder a través del cual Cristo obra su obra de salvación. Todas las veces que el Espíritu es mencionado como haciendo alguna obra durante la dispensación de la Iglesia equivale a decir que Cristo está haciendo la obra. El Cristo que habita y el Espíritu que habita en nosotros son expresiones equivalentes. En las cartas de Pablo, el Espíritu es identificado como el poder de Cristo o el Espíritu de Cristo.
Filipenses 1:19 por la suministración del Espíritu de Jesucristo
Romanos 8:9 el espíritu de Cristo
Gálatas 4:6 El espíritu de su Hijo
Romanos 8:2 ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús
2 Corintios 3:17 donde hay el Espíritu del Señor, allí hay libertad
Las escrituras que dicen que el Espíritu está dentro del creyente enseñan como la misma verdad como aquellos que dicen que Cristo está dentro del creyente.
El espíritu dentro del creyente
Juan 14:17 Espíritu de verdad, está en vosotros
Romanos 8:9 si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros
Romanos 8:9 no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él.
Romanos 8:11 mora en vosotros
Gálatas 4:6 envió el Espíritu de su Hijo
1 Corintios 3:16 Espíritu de Dios mora en vosotros
1 Corintios 6:19 vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo
Efesios 2:22 morada de Dios en Espíritu
2 Corintios 1:22 dado la prenda del Espíritu en nuestros corazones
Efesios 5:18 mas sed llenos de Espíritu
Juan 7:38-39 Ríos de agua viva ...el espíritu
Cristo en el creyente
Gálatas 2:20 Cristo vive en mí
Juan 15:4 si no estuviere en la vid
Apoca. 3:20 entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo
Romanos 8:9-10 no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él
Colos. 1:27 Cristo en vosotros
2 Cor. 13:15 Jesucristo está en vosotros
Efesios 3:16-17 el hombre interior por su Espíritu
Juan 17:21. 23, 36 que también ellos sean en nosotros una cosa
Juan 14:2-20-23 vosotros en mí
Efesios 1:23 Aquel que hinche todas las cosas en todos
Gálatas 4:19 que Cristo sea formado en vosotros
Estas escrituras nos enseñan que Cristo habita en el creyente a través de su poder y presencia que es el Espíritu. Nuestro Señor expresó el mismo pensamiento cuando presentó las dos declaraciones: "El Consolador vendrá ... para vosotros" (Juan 16: 7), y "Yo vendré a vosotros" (Juan 14: 18). En 1 Juan 3: 24, leemos: "... Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado." La frase como sinónimo siguiente ocurre en Romanos 8: 9-11: “si es que el Espíritu de Dios está en vosotros”... “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo”; si “Cristo está en vosotros”; “si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros”. Estas frases se utilizan de forma alternada y expresan el mismo pensamiento. En Efesios 3: 16, 17, leemos, "conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; que habite Cristo por la fe." En otras palabras, el Cristo glorificado se asentó a la mano derecha de Dios en el cielo, y habita en la vida de los creyentes por medio de su Espíritu.
Es importante reconocer que Cristo es superior al Espíritu. Cristo es una persona; el Espíritu es su poder. Cristo es lo que obra; el Espíritu es el medio a través del cual opera. Por eso, debería darse énfasis en la doctrina de la obra de Cristo más que a la doctrina del Espíritu. La confusión resulta cuando la atención está centralizada sobre un simple pensamiento abstracto; la conversión resulta cuando la atención está centralizada sobre una gloriosa persona que está operando a través de su poder y presencia. La obra del Espíritu es para exaltar a Cristo. Jesús dijo, "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber."(Juan 16: 13, 14). Cristo es el sol; el Espíritu el brillo del sol. Cristo es el dínamo; el Espíritu la electricidad. Cristo es la viña; el Espíritu es el jugo de la vida, la savia. Cristo es el objeto fotografiado; el Espíritu es la luz viajando desde el objeto hasta la cámara. El Espíritu es el medio, el mensajero, el conductor. Tenga sus ojos sobre la cara de su Señor glorificado, y usted será "transformado en la misma imagen de gloria en gloria por el Espíritu del Señor" (2 Corintios 3: 18).
Los Hechos de los Apóstoles son realmente los hechos del Cristo que ascendió. Aunque Hechos de los Apóstoles se relacionan sobre Pedro y Pablo, Jerusalén y Antioquía, y la predicación del evangelio a los judíos y gentiles; Cristo es el principal personaje en este libro. En el Evangelio, Lucas contó todo lo que Jesús hizo y enseñó hasta su ascensión al cielo. (Hechos 1: 1, 2.) En los Hechos, Lucas contó lo que Jesús continuó haciendo y enseñando después de que ascendió al cielo. Enviando su Espíritu a la vida de los discípulos, Cristo estaba apto para continuar la obra en ellos. Durante su ministerio terreno él había estado con sus discípulos; durante su ministerio celestial, él está dentro de sus discípulos. A través de su Espíritu, Cristo estaba apto para completar su revelación de la verdad a sus discípulos y habilitarlos a recordar los acontecimientos de su ministerio terrenal y escribirlos como permanente registro de los hechos en el registro del Nuevo Testamento. A través de su Espíritu, Cristo dio poder a sus discípulos para operar milagros de modo que sus palabras pudieran ser confirmadas. (Marcos 16: 20, Hebreos 2: 3, 4.) A través de su poder, Cristo estaba apto para dirigir el curso de su Iglesia de modo que ella cumpliera el propósito que él le asignó. A través de su Espíritu, Cristo estaba apto para transformar la vida de los discípulos. ¡Y qué transformación fue! Pablo, el principal de los apóstoles, reconoció: "Cristo vive en mí" (Gálatas 2: 20). Nuestro Señor convirtió y transformó a Pablo, y le reveló las doctrinas de la salvación y los misterios de la dispensación de la Iglesia. Cristo trabajó en la vida de Pablo a cada paso del camino. La vida de Cristo en Pablo cumplió gran éxito espiritual en el primer siglo.
Nuestro Señor continúa trabajando en su Iglesia hoy. Algunos hombres creen que Cristo trabajó con la Iglesia primitiva hasta asegurarse que ella tendría un inicio exitoso, y entonces la dejó con su propia fuerza y ??para su propio destino. En Pentecostés, nuestro Salvador no dio cuerda a la Iglesia como a un reloj esperando que de alguna manera ella continuara trabajando hasta que él regrese. Si la Iglesia fuera en todo como un reloj, sería como un reloj eléctrico, no como un mecánico. Alguien puede dar cuerda en un reloj mecánico y olvidarse hasta que se detenga, pero un reloj eléctrico requiere energía eléctrica cada segundo que funciona. De la misma manera, la Iglesia a falta de poder, y sin victoria en la vida de los cristianos es imposible, a menos que una constante conexión con Cristo sea mantenida. Los hombres que ignoran la dirección de Cristo en su Iglesia por el Espíritu fallan por no reconocer la relación vital de Cristo con su pueblo. La Iglesia no es una organización; es un organismo. La Iglesia no es una institución humana inanimada; es una entidad viva que tiene una unión orgánica con su Fundador y guía. Jesús dijo, "Sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mateo 16: 18). Cristo es el fundador y constructor de la Iglesia. Su éxito es cierto por la certeza de quien está haciendo la obra. Los trabajadores cristianos son la tripulación del barco, pero Cristo permanece en el timón guiando su el curso. Un trabajador planta, otro riega, pero todavía es el Señor que da el crecimiento. (1 Corintios 3: 6.) El Señor continúa añadiendo a la Iglesia diariamente los que deben ser salvos. (Hechos 2: 47).
La pregunta es: ¿"Jesús trabaja a través de su Espíritu en la Iglesia de hoy?" Esta pregunta es contestada por la declaración de las verdades de la Biblia: (1) Jesús trabaja en la iglesia de hoy; (2) El Espíritu Santo es el poder a través del cual Jesús obra; (3) Las promesas del Espíritu se adhieren a todos los creyentes. Jesús prometió, "Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28: 20). La lectura de margen de este verso es "hasta la consumación de las eras." ¿Estaba nuestro Señor haciendo una falsa promesa? ¿Hizo Jesús esta promesa sabiendo que cuando las cosas empezaban a ser difíciles, él dejaría el mando cuando nadie estuviera mirando? No, Jesús quiso decir exactamente lo que dijo. La obra de nuestro Salvador en la Iglesia no estaba limitada a unos pocos años y a un pequeño grupo de personas durante el primer siglo. Cristo continúa trabajando en su Iglesia en toda era. Cristo puede haber cambiado su manera de trabajar de un siglo a otro, pero Él nunca abandonó el hecho de Su obra. El trabajo de Cristo en su iglesia a través del Espíritu es una realidad actual, así como un hecho histórico. El Pentecostés no fue el fin de la obra de Cristo a través de Su espíritu, fue simplemente el principio.
Las promesas del Espíritu se adhirieron a todos los creyentes. Jesús dijo, "Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros."(Juan 14, 16, 17). La obra del Espíritu no estaba limitada a una generación sino a habitar en la Iglesia para siempre. Las palabras de Pedro en Pentecostés se dirigieron a los hombres de todas las edades de la Iglesia. "Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo, porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llame." (Hechos 2: 38, 39). Todo pecador que se arrepiente y es bautizado entra en Cristo y está en posición para recibir el don del Espíritu Santo de Dios. La promesa no estaba limitada a los hombres que oyeron las palabras de Pedro. Él fue prometido "para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llame." Esto incluye a usted ya mí. Esto incluye a todas las naciones y generaciones de la era de la Iglesia.
La teología del Nuevo Testamento distingue entre dones del Espíritu y frutos del Espíritu. Los dones del espíritu eran habilidades sobrenaturales otorgadas a los obreros cristianos para que hicieran su obra. El fruto del Espíritu es la apariencia producida por Cristo en la vida del creyente a través de su Espíritu. Los dones del Espíritu estaban asociados con lo que los cristianos hacían. Los frutos del Espíritu están asociados como parte de su conversión. Los dones del Espíritu eran externos y temporales, los frutos del Espíritu son internos y permanentes. Poseer dones del Espíritu era opcional; tener los frutos del Espíritu es esencial. Los dones del Espíritu, por lo tanto, son inferiores a los frutos del Espíritu.
Hay una diferencia entre el "don del Espíritu" (Hechos 2: 38) y "los dones del Espíritu" (1 Corintios 12: 4-13). El don del Espíritu Santo es para todo creyente; es el don de Dios; el cual es el Espíritu Santo.
Los dones del Espíritu, por otro lado, son dones que son el resultado del ejercicio del Espíritu de Cristo en la vida de sus obreros. El don del Espíritu es el Espíritu en sí. Los dones del Espíritu son los milagros producidos por el Espíritu.
Todo cristiano debe tener el Espíritu en su vida. Pablo advirtió: "Pero si alguien no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él" (Romanos 8: 9). Todo cristiano debe permitir que Cristo opere en su vida dándole a él poder para la obra el fruto del Espíritu. Todo cristiano, por tanto, debe tener el don del Espíritu (Hechos 2: 38, 39), y permitir que su poder produzca el fruto (Gálatas 5, 22, 23) en su vida. Sin embargo, los creyentes hoy, no necesitan tener los dones del Espíritu (1 Corintios 12). El movimiento pentecostal moderno insiste en que todos los cristianos deben poseer los dones del Espíritu, especialmente el don de lenguas. Ellos declaran que éste es el único medio que se puede confirmar si tiene el Espíritu. Nosotros respondemos que no son los dones del Espíritu, es el fruto del Espíritu que es la evidencia a través de lo que se sabe si Cristo está trabajando en su vida a través de Su Espíritu.
Los dones del Espíritu fueron designados para llenar las necesidades de extensión histórica de la Iglesia. El fruto del Espíritu era designado para llenar las necesidades de transformación interior de los miembros de la Iglesia. Pablo declaró que los dones del Espíritu (1 Corintios 12) son inferiores al amor, el principal de los frutos del Espíritu. (1 Corintios 13). los dones del Espíritu eran temporales; el fruto del Espíritu es permanente. Pablo dijo, "El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará... Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (1 Corintios 13: 8, 13).
Algunos hombres han sido engañados en este pensamiento que cuando los dones del Espíritu fallan, cesan o desaparecen, el Espíritu cesa la actividad. Esto es completamente irreal. La manifestación de poderes milagrosos fue únicamente una obra que Cristo hizo a través de su Espíritu. El hecho de que Él finalizó una fase de su obra no es indicación de que haya toda su obra. Cristo continúa trabajando en su Iglesia. El Espíritu no habilita a los creyentes a hacer milagros hoy, pero los habilita a experimentar el cambio de carácter. Los creyentes de hoy no necesitan operar maravillas para ser espirituales, pero pueden llegar a ser maravillosos. Ellos no necesitan hacer milagros, pero ellos pueden convertirse en milagros. Cuando un borracho vago, botado en una cuneta, es transformado por el Espíritu de Cristo en un ser viviente limpio y Cristiano devoto, esto es un milagro de carácter. Cuando un egoísta, angustiado, y miembro alejado de la Iglesia es transformado por el Espíritu de Cristo en un cristiano generoso, gentil, amable y humilde, a esto se llamaría milagro. Esto es lo que Cristo quiere hacer a través de su poder transformador hoy. Los milagros del carácter son superiores a los milagros de la naturaleza.
El agua es una de las figuras usadas para simbolizar el Espíritu de Dios porque, como agua, el poder de Dios transforma, deposita riquezas, y produce poder. Como el agua esculpe en la superficie de la tierra y transforma la faz del suelo, el poder de Dios transforma el corazón y la vida del creyente. Como el agua deposita riquezas minerales y tierra, el poder de Dios deposita ricas bendiciones en la vida del creyente. Él deposita riquezas de salvación y produce el fruto del Espíritu. Como el agua hace girar turbinas y produce fuerza eléctrica, el poder de Dios da habilidad para que el creyente sobresalga y fuerza para el servicio cristiano.