Centro de Recursos Ministeriales "Sinaí"

ÍNDICE

Parte Tres
Hamartiología

Capítulo 35
Los Resultados del Pecado

Las consecuencias del pecado son tremendas. Pablo escribió: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará". (Gálatas 6: 7). El pecado genera una cosecha abundante y tiene un terrible resultado en la vida, el mundo, y el destino de los pecadores. A partir de ese punto de vista podemos decir que el pecado tiene dos resultados: sufrimiento y muerte. Todas las consecuencias del pecado pueden ser resumidas por estos dos factores. El pecado resulta en sufrimiento (o ira) y muerte. Lo opuesto del pecado es la justicia; lo opuesto de sufrimiento es la gloria; lo opuesto de la muerte es vida. La alegría resulta en gloria y vida. Es interesante notar que estas son las tres coronas prometidas al creyente; la corona de justicia (2 Tim. 4: 8), la corona de gloria (1 Pedro 5: 4), y la corona de vida (Santiago 1: 12, Apocalipsis 2: 10).

Estos factores, sin embargo, no proporcionan una adecuada explicación para todas las consecuencias del pecado. En este capítulo deseamos considerar los resultados del pecado por la observación de su efecto en relación a Dios, en relación al destino eterno, en relación al propio pecador, y en relación al ambiente. Entonces queremos considerar tres palabras que empiezan con la misma letra del alfabeto: pena, poder y presencia del pecado.

I. La Relación del Pecador con Dios

El pecado presenta su resultado más significativo en su efecto sobre la relación del pecador hacia Dios. El pecado es primero contra Dios. El hijo perdido confesó: "Yo he pecado contra el cielo y contra ti."

David había cometido adulterio y asesinato, y reconoció: "Contra ti, sólo contra ti he pecado, y he hecho mal a tus ojos." (Salmos 51: 4).

El pecado separa al hombre de Dios. Dios en su santidad no puede aprobar el pecado, pues el pecado es de naturaleza antiDios, y el pecado separa naturalmente al pecador de Dios. El pecado es una barrera, un bloqueo, una cortina de hierro extendida contra la amistad entre el hombre y Dios. En consecuencia de su pecado, Adán y Eva fueron separados del árbol de la vida, del hogar del Edén, y de la bendición fraternal de Dios. Ellos no tenían contacto vital con Dios. Ellos estaban muertos en pecado.

El pecado resulta en culpa. El pecador es responsable y digno de castigo ante Dios. El pecado genera la desaprobación y la condena de parte de Dios. El pecador merece castigo y debe satisfacer los requisitos de la justicia de Dios mediante el pago de la pena del pecado. El pecado hace del pecador un deudor, un criminal, un enemigo, un esclavo, un corrupto e impuro, muerto y un pobre extraño. El pecado corrompe la relación entre Dios y el hombre.

II. El Salario del Pecado

El resultado final del pecado es la muerte y la destrucción. "La paga del pecado es muerte" (Romanos 6: 23). Adán fue advertido: "El día en que de él comáis, ciertamente vas a morir" (Génesis 2: 17). Al Adán pecador le fue dicho: "En el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al polvo, de donde fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3: 19). Los pecadores merecen la muerte. Pablo dijo: "Los que cometen tales cosas son dignos de muerte "(Romanos 1: 32). Porque todos los hombres pecaron, “y la muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron”. (Romanos 5: 12.)

El resultado del pecado debe ser la muerte, lo opuesto de la vida, porque el pecado es contra Dios y Dios es vida. Los pecadores pagarán la pena del pecado al ser destruidos en la segunda muerte. Los pecadores serán resucitados para el juicio en la resurrección final. (Apoc. 20: 12-15). Aquel que haya vivido en pecado durante esta vida (Apoc. 21: 8) y los que no tiene su nombre escrito en el libro de la vida (Apocalipsis 20: 15) serán lanzados en el lago de fuego para ser destruidos. En su sacrificio, Jesús tomó el lugar de los creyentes. Él pagó el salario del pecado en su favor. En vez de la muerte eterna, los cristianos esperan la vida eterna. Ellos serán levantados en la primera resurrección. La segunda muerte no tendrá poder sobre ellos porque han sido hechos inmortales. (Apoc. 20: 6).

III. Resultados del Pecado Dentro del Pecador

El pecado tiene trágicos resultados dentro del pecador. Alejado de Dios, el pecador existe en un estado anormal. Está incompleto; su vida está vacía. Sin Dios, él es como un círculo sin centro, un sistema solar sin el sol. Bajo el gobierno déspota del pecado, el pecador normal en sus instintos dados por Dios de auto preservación, expresión propia, hambre, amor y auto perfeccionamiento están torcido y pervertido. Pecar debe ser natural para el pecador, pero el pecado en sí es anormal. Él es contrario al camino que el hombre debería estar. El individualismo resulta en miseria.

Algunos hombres afirman que el pecado es totalmente castigado hoy. Esto no es cierto. Es verdad solamente en un sentido limitado que el pecado es su propio castigo. El castigo completo y final para los pecados espera la segunda muerte. Sin embargo, el pecador experimenta ciertos resultados del pecado en esta vida. ¿No es verdad que la agonía mental y nerviosa que las drogas causan, y las experiencias alcohólicas constituyen por lo menos parte del castigo por sus pecados? ¿Podrían ser las enfermedades venéreas al menos un castigo parcial por los pecados de adulterio y prostitución? Ladrones y asesinos no pueden encontrar felicidad a causa de la culpa de sus conciencias y constante temor de estar expuestos. Aquel que tiene la vida llena de orgullo, avaricia, envidia, odio, auto piedad, o resentimientos, está en la miseria. La falta de encontrar la paz interior, la alegría y la estabilidad emocional puede ser parte de la pena que se está pagando por los pecados. Sin considerar los muchos sufrimientos que el pecador experimenta en esta vida, todavía debe colocarse delante de Dios en el juicio final y responder por su pecado personal.

IV. El Pecado en Relación al Medio Ambiente

El hombre depende de su ambiente para la continuación de la vida. El hombre necesita por oxígeno, agua, alimento, y protección, y lo encuentra en su relación física con el planeta. Después que Adán pecó, Dios puso una maldición sobre la tierra. Dios dijo a nuestros culpables ancestros: "maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida" (Génesis 3: 17, 18). "Sabemos que toda la creación gime y se queja en dolor hasta ahora "(Romanos 8: 22). La tierra ha sufrido porque el hombre tiene pecado. El tiempo de vida del hombre fue acortada por cerca de mil años antes del diluvio. La fertilidad de la tierra ha declinado. Las malas hierbas, los cardos y las espinas obstruyen el suelo cultivable. Hay temor entre los animales y los hombres. Enfermedad, y limitaciones físicas asuelan a la raza humana. Dios sujetó la tierra a la maldición de Adán como un castigo indirecto para el hombre. Esta maldición también sirve como un seguro contra el ataque para limitar al hombre en pecado. Considere la posible extensión que el pecador podría alcanzar si no hubiera estas limitaciones.

El hecho de que los cristianos estén sujetos a estas limitaciones no es una indicación de que son pecadores. Un creyente puede encontrar malas hierbas creciendo en su jardín, contraer una enfermedad o tener su casa destruida en una tormenta. Estas adversidades, sin embargo, no significarían que él es un pecador o sufre las tragedias como castigo por pecados personales. Incluso los cristianos experimentan los efectos de la maldición de Adán.

La tierra será redimida de la maldición y restaurada a la pureza y perfección del Edén por la obra de Jesucristo cuando regrese a la tierra. "Porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios." (Romanos 8: 19, 21.)

La tierra será restaurada a su fertilidad. (Isaías 35: 1, 2, 6, 7, Isaías 55: 13, Amós 9: 13, 14). Los animales se volverán mansos (Isaías 11: 6 -9). La enfermedad y el lamento serán removidos (Isaías 35: 5, 6, Apoc. 21: 4). "No habrá más maldición" (Apocalipsis 22: 3).

V. Pena, Poder y Presencia del Pecado

La pena, el poder y la presencia del pecado están relacionados. La pena del pecado es la condenación y la muerte. El poder del pecado es la influencia que el pecado y el hábito pecaminoso ejercen sobre el pecador. La presencia del pecado es la evidencia del pecado en un ambiente. Tres palabras adicionales comenzando con la misma letra del alfabeto como un trío ahora consideramos, la contaminación, la perversión y la práctica del pecado.

El evangelio contempla tres modos de salvación para el pecador. Hay la salvación del pasado la cual es hecho cumplido; hay la salvación presente la cual es un proceso progresivo; y hay una salvación futura la cual es la esperanza prometida.

1. Salvación de la pena del pecado. Por su muerte sacrificial, Jesús nos salvó de la pena del pecado. Él pagó el salario del pecado por nosotros. Él quitó nuestra culpa y condenación hacia Dios. Cuando el pecador acepta el sacrificio de Cristo por la conversión, es salvo de la pena del pecado. Él tiene, por lo tanto, la no condenación; está justificado ante Dios.

2. Salvación del poder del pecado. Cuando Cristo habita en nuestras vidas mediante su poder, él progresivamente nos salva del poder del pecado. El poder de Cristo es contrabalance del poder del individuo, de la mente carnal. Andando en el Espíritu, el creyente no cumple la voluntad de la carne. (Gálatas 5: 16) Sólo el poder de Cristo puede liberar al hombre del pecado. Cuando alguien se rinde al poder transformador de Cristo y vive en obediencia al él, progresivamente se salva del poder del pecado.

3. Salvación de la presencia del pecado. Cuando Jesús regrese a la tierra y comience su nuevo ministerio terrenal, él nos salvará de la presencia del pecado. Toda evidencia de pecado será eventualmente removida. Él redimirá nuestros cuerpos cambiándonos de la mortalidad a la inmortalidad. A través de su gobierno, él transformará nuestro ambiente de modo que "la tierra sea llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar" (Isaías 11: 9).