Un Estudio bíblico que muestra cómo este mandamiento del Señor debe ser obedecido. Se expone también cuándo y por quién fue cambiada su fecha original.
Obedecer los mandamientos del Señor Jesús no sólo nos une a él sino que fortalece nuestro espíritu según su sabiduría que alimenta el alma y nos estimula para caminar por el sendero de la vida hasta llegar al momento en que seamos llamados a dormir en espera de su Segunda Venida.
Seguramente la enorme mayoría de creyentes en Cristo sabe que la noche en que él fue entregado a muerte estableció lo que hoy se conoce como la Santa Cena, el Memorial, o, la Cena del Señor.
Aquella noche fue la más triste que el Señor, nuestro Salvador, necesariamente tuvo que afrontar por decisión del Altísimo Padre. Para Dios fue necesario que su propio hijo padeciera una de las muertes más crueles que el humano haya podido concebir para maltratar a sus víctimas hasta matarlas.
A la vez, su muerte es la más clara demostración del amor que Dios tiene por la humanidad. Con suficiente razón Juan escribió el que seguramente es el versículo más conocido de toda la Sagrada Escritura: Juan 3:16.
A pesar del sentido de obediencia a nuestro Señor la Religión Cristiana nunca ha considerado necesario uniformar el modo de escoger elementos y fecha. El concepto predominante sostiene que lo importante es obedecer; a partir de ahí el cómo, los elementos a usar y el tiempo son irrelevantes.
El principio de disparidad en la celebración del acto conmemorativo nace da la falta de conocimiento de lo que es obedecer a cabalidad un mandamiento del Señor; se piensa que haciendo la celebración anteponiendo ideas personales es suficiente para obedecer, lo cual en verdad en vez de acercar al Señor a la comunión lo aleja viniendo la persona a ubicarse exactamente en la misma posición del pueblo israelita en relación a la obediencia a la celebración de las fiestas solemnes de su calendario. Dios les detalló cada paso a seguir mas ellos establecieron como suficiente celebrar cada solemnidad a su manera. Hasta el día de hoy esa decisión predomina.
Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí. Lucas 22:10.
Este texto se refiere al momento en que el Señor Jesús tomó la última pascua. Según lo establece la ley de Moisés la solemnidad debía celebrarse exactamente en el 14 de Aviv o Nisán, se infiere que la cena se iniciaba a la entrada del día y no al final pues en tal caso la celebración debía ser el 15 lo cual contradice a Éxodo 12 y a Levítico 23:5. Fue pues al comenzar el 14 de Aviv que el Señor se reunió con los suyos para obedecer la ley de la Pascua. Los días según la Sagrada Escritura comienzan a la puesta del sol, que es aproximadamente a las 6:00 P. M.
Si se lee con atención Mateo capítulos 26 y 27 entonces se entiende que el Señor celebró la pascua en la fecha correcta, mientras que los judíos la iban a celebrar hasta después de la crucifixión o sea al día siguiente que es el 15.
El Señor fue aprehendido por sus captores en la noche del 14 poco después de haber tomado la cena pascual y haber instituido su mandamiento; venida la mañana de ese mismo día lo llevaron a juicio hasta crucificarlo, y cuando el 14 ya estaba para terminar la gente se daba prisa para bajarlo de la cruz porque la “pascua de los judíos”, como la llama Juan (Juan 19:42), estaba para entrar. Es importante conocer que Juan hace diferencia entre la pascua y la “pascua de los judíos” debido a que ya de siglos los judíos tenían por costumbre celebrar la pascua el 15 en vez del 14 cuya determinación contradice a la orden de Dios, por eso Juan hace la diferencia.
El día y el mes de la Pascua son importantes y se abordan con más amplitud en el capítulo 6.
Tres elementos debían estar presentes en la mesa: un cordero o macho cabrío asado, panes sin levadura y yerbas amargas. No se dice nada acerca del vino a consumir pero si en la mesa del Señor estaba presente seguramente era parte necesaria en cualquier comida.
Se evita entrar en detalles acerca de la pascua pues nuestro Estudio es acerca de la Cena del Señor. Consideremos el pan.
Mateo 26:26 El pan
Y comiendo ellos, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo.
Y comiendo ellos. Esto se refiere al tiempo en que estaban comiendo la pascua. tomó Jesús el pan. Es decir, una pieza, o porción del pan que se comía en la pascua el cual es pan sin levadura, sin fermento ni otras adiciones. El pan para la pascua no debía contener elementos contaminantes.
Como parte de la orden de Dios, tanto el cordero, como el pan y el vino tipificaban a Cristo. Así, al cordero sacrificado en la pascua no se le debía quebrar hueso alguno, lo cual se cumplió en la muerte del Señor (Juan 19:36). El pan sin levadura era tipo de su cuerpo. La levadura tipifica el pecado (Mateo 16:12) y contaminación de espíritu. Nuestro Señor fue sin pecado (Hebreos 4:15). Obsérvese que como símbolo de santidad el pan que se debe comer en la Cena del señor no debe contener levadura, aceite, sal, azúcar, sabores colores ni otras adiciones que lo contaminen sino únicamente harina de trigo y agua. Por que así como el cuerpo del Señor fue sin contaminación así debe ser el pan con que se conmemora su muerte.
Mateo 26:27 El vino
Y tomando el vaso, y hechas gracias, les dio, diciendo: Bebed de él todos.
Comentarios populares se han hecho de vez en cuando acerca de si el Señor bebió vino fermentado o sin fermentar puesto que la palabra vino no define la condición.
La iglesia de Dios, y al parecer gran número de otras congregaciones en la actualidad optan por vino sin fermentar debido a las connotaciones adversas que conciernen al vino alcoholizado. Véanse dos.
No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en el vaso: éntrase suavemente. Mas al fin como serpiente morderá, y como basilisco dará dolor. Proverbios 23:31-32.
La palabra hebrea para vino en este texto es יַיִן (yayin), la cual, al leerla u oírla, los israelitas inmediatamente sabían a qué tipo de vino se hacía referencia. No se requiere de mucha experiencia en la lectura de la Palabra para entender que Salomón está recomendando evitar ingerirlo por los destrozos que causa a la persona. El siguiente caso informa por qué el vino fermentado, o yayin, se debe evitar en la Cena del Señor:
Porque cada uno toma antes para comer su propia cena; y el uno tiene hambre, y el otro está embriagado. 1Co 11:21.
Si este texto tuviera que ser leído en lengua hebrea inmediatamente sabría el lector a qué tipo de vino se refiere Pablo.
El vino fermentado o alcoholizado perturba el espíritu y hace a la persona actuar sin control pleno de sus movimientos, pensamientos y emociones como está demostrado en esta cita bíblica. Aquellos corintios estaban ingiriendo yayin en la Cena del Señor y los resultados eran notorios.
El vino sin fermento, o vino nuevo, está mencionado en Isaías 65:8
Así ha dicho Jehová: Como si alguno hallase mosto en un racimo, y dijese: No lo desperdicies, que bendición hay en él; así haré yo por mis siervos, que no lo destruiré todo.
La palabra mosto mencionada en esta versión, significa jugo de uva, jugo recién extraído de la uva, sin ningún fermento; cuyo significado en el texto hebreo es תִּירוֹשׁ, (tirosh). Es posible que a este vino se refieran las palabras del Señor en Mateo 26:29: Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
En vista de la diferencia entre el vino fermentado o alcoholizado, al cual Salomón recomienda evitar, y el vino sin fermentar. No parece necesario pensar en que por ser omitida la mención del tipo de vino que el Señor tomo en la última pascua pueda ser opcional el que ha de beberse para un acto sumamente especial.
Como he dicho en otras oportunidades, este memorial es el segundo gran mandamiento que nuestro Señor ha dado a su pueblo, siendo el bautismo el primero. Sin el bautismo en la iglesia de Dios la participación en la Cena del Señor carece de importancia.
La Cena del Señor debe ser tomada con plena conciencia de su significado; los corintios adolecían de ese conocimiento y por eso cada quien llevaba su pan y su vino y al final aquello que debía ser un acto solemne era convertido en solemnidad contaminada lo cual Pablo rechaza al decirles:
Cuando pues os juntáis en uno, esto no es comer la cena del Señor: Porque cada uno toma antes para comer su propia cena; y el uno tiene hambre, y el otro está embriagado. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿ó menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis á los que no tienen? ¿Qué os diré? ¿os alabaré? En esto no os alabo. 1 Corintios 11:20;22.
La falta de conocimiento acerca del profundo significado del memorial por parte de los corintios había profanado el mandamiento del Señor, lo cual era extremadamente peligroso, debido a lo cual Pablo les recomienda:
Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así de aquel pan, y beba de aquella copa. Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos duermen. 1 Corintios 11:28-30.
Sus palabras pruébese cada uno a sí mismo, significan lo mismo que cada uno haga un examen de conciencia para saber si en verdad entiende lo que la Cena del Señor significa.
Según el contexto (1 Cor. 11:21-22) Pablo les afirma que comer o participar de la Cena del Señor sin tener pleno conocimiento de su profundo significado es comerla indignamente. Probarse cada uno es sugerencia a hacer autoexamen de conciencia por que se debe saber muy bien qué significa la Cena del Señor. La persona que desee participar debe primeramente haber sido instruida acerca del significado del pan y del vino y darle a cada elemento la debida honra pues significan el cuerpo y la sangre de nuestro Señor.
Con estas palabras Pablo no está ordenando a los líderes examinar para aprobar o reprobar a ningún miembro, sino que cada uno es responsable de su salvación o condenación, sus palabras: pruébese cada uno a sí mismo lo demuestran. Ningún líder tiene autoridad de Cristo para rechazar o admitir al miembro de la iglesia que desee tomarla. Participar de la Cena del Señor es tener comunión con Él, y nadie posee autoridad para determinar quién puede tener comunión con el Señor y quién no. Eso es un asunto que únicamente compete a nuestro Señor. De ninguna manera es opción del líder pronunciar ningún tipo de sentencia. Cuando el Señor aprueba o reprueba a alguien los resultados son enteramente visibles en la persona. Para los reprobados Pablo dice: Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos duermen.
Al tiempo que obedecemos su mandamiento proclamamos su segunda venida a la tierra como dice el apóstol en 1 Corintios 11:26: «Por lo tanto, siempre que coman este pan, y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor, hasta que él venga». Esto no quiere decir que debemos salir a predicar cada vez que celebramos su memorial, sino que quiere decir que cada vez que nos reunimos con ese propósitos confirmamos que la venida del Señor se aproxima cada vez más.
Aunque este es un acto físico nuestro Señor le dio un significado espiritual como lo declara Juan 6:54: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final». Cuando él dijo estas palabras probablemente sus discípulos no entendieron lo que quiso decir, pero lo entendieron cuando vino el momento de comer la última pascua comúnmente conocida en el Cristianismo como «la última cena» Mateo 26:26.
Unos dos mil años han pasado desde que el Señor se reunió con sus discípulos para participar de aquel memorable momento. Desde entonces su voz ha estado siendo obedecida por su pueblo año tras año sin ninguna dilación. Todos los miembros bautizados nos reunimos en la misma fecha, a la puesta del sol, en obediencia para participar del pan y vino que representan el cuerpo y sangre de Cristo sacrificado a favor de la humanidad, cumpliendo de esa manera el deseo del Padre Altísimo.
Y la cena acabada, ...Levántase de la cena, y quítase su ropa, y tomando una toalla, ciñóse. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dice: ¿Señor, tú me lavas los pies? Respondió Jesús, y díjole: Lo que yo hago, tú no entiendes ahora; mas lo entenderás después. Dícele Pedro: No me lavarás los pies jamás. Respondióle Jesús: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Juan 13:1a- 8.
¿Por qué nuestro Señor incluyó el lavatorio de pies unos a otros como parte de su memorial? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que siendo su mandamiento debemos obedecer sin dilación ni conjeturas.
Es claro que él no estaba tomando como referencia la cortesía practicada en los países del Oriente Medio en la cual uno de los sirvientes era ordenado lavar los pies de los visitantes a la casa de su señor, después de eso la persona era invitada a descansar, a comer y a permanecer como huésped; pero el lavamiento de pies realizado por el Señor no fue para imitar costumbres regionales sino para instituir lo que su Padre le encomendó, y lo dio en calidad de mandamiento.
Por otra parte, imaginarse que por ser mencionado este mandamiento únicamente por Juan queda abierta la oportunidad para cuestionar su validez lo cual es enteramente desacertado, después de todo, es abundante el número de eventos mencionados por Juan sólo una vez sin que por ello sea cuestionada su legitimidad; como por ejemplo, las bodas de Caná (Juan 2:1-11), convertir el agua en vino (Juan 2:1-11), la sanidad del hijo del oficial en Capernaún (Juan 4:46-54), sanidad en el estanque de Bethesda (Juan 5:1-15), alimentación de 5000 (Juan 6:1-14), Jesús camina sobre las aguas (Juan 6:16-22), sanidad del ciego (Juan 9:2-7), resurrección de Lázaro (Juan 11:32-45), la pesca (Juan 21:1-8). Seguramente que cuestionar el lavamiento de pies por haber sido escrito sólo por Juan y no se vuelve a mencionar en otra parte es una oposición temeraria que apunta a desobediencia que da lugar a cuestionar todos estos milagros y a cuestionar si el evangelio de Juan es genuino.
Que el lavamiento de pies es un mandamiento está declarado por nuestro Señor cuando declaró a Pedro la necesidad de obedecer: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Y enfatiza que todos sus discípulos y no solamente los doce debían continuar haciéndolo:
Vosotros me llamáis, Maestro, y, Señor: y decís bien; porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Juan 13:13-5.
No se debe imaginar que este es un mandamiento dado exclusivamente a los Doce sin que ello involucre al resto de la iglesia. Lo cierto es que si esto fuese así habría que aceptar que la Cena fue también exclusivamente para ellos.
La ausencia del lavamiento de pies en Corinto de ninguna manera es base para dudar si el lavatorio de pies estuvo vigente en la iglesia del siglo I puesto que el problema en aquella iglesia ya ha sido comentado arriba el cual no trataba acerca del lavamiento de pies sino de la irreverencia hacia el pan y vino. El hecho de que Pablo toque exclusivamente el uso de vino embriagante sin mencionar el lavamiento de pies de ninguna manera significa anulación.
Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga. 1 Corintios 11:26
La iglesia liderada por los Apóstoles no tuvo ninguna dificultad respecto al pan, al vino, al lavamiento de pies ni en la fecha de la celebración. El único problema fue el de los corintios que, al parecer, fue solo en una ocasión que profanaron la Cena del Señor comiendo desordenadamente y emborrachándose. A partir de ese incidente no se registra otro más.
La pregunta hoy podría ser ¿Si los Apóstoles mantuvieron uniformidad doctrinal referente a los mandamientos de Cristo, por qué hoy en día existe tanta disparidad en el Cristianismo en la elección de la clase de pan, del vino y de la fecha para celebrar la Cena del Señor? Todo lleva a pensar que la diversidad obedece a factores como desconocimiento a fondo de las palabras del Señor creyéndose que la libertad en Cristo significa libertad para escoger el tipo de pan y vino y la fecha de celebración. Incluso ha habido casos en los cuales no es pan de trigo sin levadura el que se come sino galletas saladas o dulces; el vino es sustituido por bebidas carbonadas con sabor a esencia de uva.
Para otros la fecha para la celebración no depende de la fecha en que el Señor la tomó sino que, tergiversando las palabras de Pablo: todas las veces que comiereis este pan, se cree que hay libertad de celebrar la Cena las veces en el año que se crea conveniente. Incluso se cree que lo importante es tener conciencia del evento sin importar la fecha ni la hora, sucediendo que la Cena es tomada en horas de la mañana o del mediodía. ¿Curioso? Podría serlo, mas no por eso deja de ser cierto. Así, lo que para los Apóstoles fue un memorial de altísimo respeto hoy ha sido corrompido.
Sin lugar a dudas todas las veces que comiereis este pan, de ninguna manera significa tener libertad para decidir la fecha de mejor conveniencia. Leer otras versiones de la Biblia evangélicas o católicas ayuda a entender mejor estas palabras.
Aparte de la hora en que es celebrada, se piensa que la Biblia apoya un tipo de celebración dominical consecutiva, en este error los comentarios de la Biblia desempeñan un papel importante, que por serlo, este Estudio dedica el capítulo 6.
¿Desde cuándo surgió la corrupción de la fecha para la celebración de la Cena del Señor? Conocer esto es interesante y muy necesario para quienes buscan la verdad.
La corrupción se inició en Roma en el siglo II EC., su precursor fue un obispo llamado Víctor (hoy elevado a la categoría de Papa). Siendo Víctor un hombre sin autoridad alguna entre los obispos, su determinación de sustituir el 14 de Nisán por otra fecha levantó gran controversia entre los líderes de su tiempo. Así, entretanto todas las iglesia habían venido celebrando la Cena del Señor el 14 de Nisán, Víctor ordenó que esa conmemoración dejara de celebrarse en fecha movible (el 14 de Nisán cae en diferentes días de marzo o abril) para hacerla exclusivamente en un día determinado (domingo), lo cual causó conmoción, sorpresa y confusión pues ni él era autoridad reconocida por otras iglesias ni tampoco estaba siguiendo el ejemplo de Cristo y sus apóstoles. Para conocer más acerca de esto, léase la siguiente transcripción relacionada a la nueva ley impuesta.
Se transcribe el reporte proporcionado por Eusebio de Cesarea quien explica con bastante detalle por quién, y dónde es que la corrupción se llevó a cabo.
La parte transcrita es extensa pero conduce al lector a entender lo que en realidad pasó, los problemas que se suscitaron y cómo, finalmente, la apostasía de Víctor triunfó.
Capítulo 22.-De los Obispos que eran célebres en aquellos tiempos.
En el año décimo del reinado de Cómodo, Víctor sucede a Eleuterio, que había ejercido el episcopado durante trece años. Y por el mismo tiempo, habiendo cumplido Julián su décimo año, se hace cargo del ministerio de las comunidades de Alejandría Demetrio. Y también por estas fechas era todavía conocido como obispo de la iglesia de Antioquía, octavo a partir de los apóstoles, Serapión, del que ya hicimos anteriormente mención. A Cesarea de Palestina la gobernaba Teófilo. Y asimismo Narciso, al que ya esta obra mencionó más arriba, todavía por entonces ejercía el ministerio de la iglesia de Jerusalén, en cambio, de Corinto, en Grecia, en estas mismas fechas, era obispo Baquilo; y de la comunidad de Éfeso, Polícrates. Y además de estos—al menos así se supone—, en esta época brillaron también muchísimos otros. Sin embargo, como es natural, hemos enumerado en lista por sus nombres solamente aquellos cuya ortodoxia en la fe ha llegado por escrito hasta nosotros.
Capítulo 23.- De la cuestión movida por entonces en torno a la Pascua.
1 Por este tiempo suscitóse una cuestión bastante grave, por cierto, porque las iglesias de toda Asia, apoyándose en una tradición muy antigua, pensaban que era preciso guardar el decimocuarto día de la luna para la fiesta de la Pascua del Salvador, día en que se mandaba a los judíos sacrificar el cordero y en que era necesario a toda costa, cayera el día en que cayese de la semana, poner fin a los ayunos, siendo así que las iglesias de todo el resto del orbe no tenían por costumbre realizarlo de este modo, sino que, por una tradición apostólica, guardaban la costumbre que ha prevalecido incluso hasta hoy: que no está bien terminar los ayunos en otro día que en el de la resurrección de nuestro Salvador.
2 Para tratar este asunto hubo sínodos y reuniones de obispos y todos unánimes, por medio de cartas, formularon para los fieles de todas partes un decreto eclesiástico: que nunca se celebre el misterio de la resurrección del Señor de entre los muertos en otro día que en domingo, y que solamente en ese día guardemos la terminación de los ayunos pascuales.
3 Todavía se conserva hasta hoy un escrito de los que se reunieron por aquellas fechas en Palestina; los que presidieron: Teófilo, obispo de la iglesia de Cesarea, y Narciso, de la de Jerusalén. También sobre el mismo punto se conserva asimismo otro escrito de los reunidos en Roma, que muestra a Víctor como obispo; y también a otro de los obispos del Ponto a los que presidía Palmas, que era el más antiguo, y otro de las iglesias de Galia, de las que era obispo Ireneo.
4 Así como también de las de Osroene y demás ciudades de la región, y en particular de Baquilo, obispo de la iglesia de Corinto, y muchos otros, todos los cuales, emitiendo un único e idéntico parecer y juicio, establecen la misma decisión.
Estos, pues, tenían como regla única de conducta la ya expuesta.
Capítulo 24.-Sobre la disensión de Asia.
1 Los obispos de Asia, en cambio, con Polícrates a la cabeza, seguían persistiendo con fuerza en que era necesario guardar la costumbre primitiva que se les había transmitido desde antiguo. Polícrates mismo, en una carta que dirige a Víctor y a la iglesia de Roma, expone la tradición llegada hasta él con estas palabras:
2 “Nosotros, pues, celebramos intacto este día, sin añadir ni quitar nada. Porque también en Asia reposan grandes luminarias, que resucitarán en el día de la venida del Señor, cuando venga de los cielos con gloria y en busca de todos los santos: Felipe, uno de los doce apóstoles, que reposa en Hierápolis con dos hijas suyas, que llegaron vírgenes a la vejez, y otra hija que, después de vivir en el Espíritu Santo, descansa en Éfeso.
3 “Y además está Juan, el que se recostó sobre el pecho del Señor y que fue sacerdote portador del pétalo, mártir y maestro; éste reposa en Éfeso.
4 “Y en Esmirna, Policarpo, obispo y mártir. Y Traseas, obispo asimismo y mártir, que procede de Eumenia y reposa en Esmirna.
5 “¿Y qué falta hace hablar de Sagaris, obispo y mártir, que descansa en Laodice, así como el bienaventurado Papirio y de Melitón, el eunuco, que en todo vivió en el Espíritu Santo y reposa en Sardes esperando la visita que viene de los cielos el día en que resucitará de entre los muertos?
6 “Todos éstos celebraron como día de la Pascua el de la luna decimocuarta, conforme al Evangelio, y no transgredían, sino que seguían la regla de la fe. Y yo mismo Polícrates, el menor de todos vosotros (sigo), la tradición de mis parientes, a algunos de los cuales he seguido de cerca. Siete parientes míos fueron obispos, y yo soy el octavo, y siempre mis parientes celebraron el día cuando el pueblo desterraba el fermento.
7 “Por lo tanto, hermanos, yo, con mis sesenta y cinco años en el Señor, que he conversado con hermanos procedentes de todo el mundo y que he recorrido toda la Sagrada Escritura, no me asusto de los que tratan de impresionarme, pues los que son mayores que yo han dicho: ‘hay que obedecer a Dios más que a los hombres‘.
8 “Luego añade esto que dice sobre los obispos que estaban con él cuando escribía y eran de su misma opinión:
“Podría mencionar a los obispos que están conmigo, que vosotros me pedisteis que invitara y que yo invité. Si escribiera sus nombres, sería demasiado grande su número. Ellos, aun conociendo mi pequeñez, dieron su común sentimiento a mi carta, sabedores de que no en vano llevo mis canas, sino que siempre he vivido en Cristo Jesús».
9 Ante esto, Víctor, que presidía la iglesia de Roma, intentó separar en masa de la unión común a todas las comunidades de Asia y a las iglesias limítrofes, alegando que eran heterodoxas, y publicó la condena mediante cartas proclamando que todos los hermanos de aquella región, sin excepción, quedaban excomulgados.
10 Pero esta medida no agradó a todos los obispos, quienes, por su parte, le exhortaban a tener en cuenta la paz y la unión y la caridad para con el prójimo. Se conservan incluso las palabras de éstos, que reconvienen a Víctor con bastante energía.
11 Entre ellos está Ireneo, en la carta escrita en nombre de los hermanos de la Galia, cuyo jefe era. Ireneo está por que era necesario celebrar únicamente en domingo el misterio de la resurrección del Señor; sin embargo, con muy buen sentido exhorta a Víctor a no amputar iglesias de Dios enteras que habían observado la tradición de una antigua costumbre, y a muchas otras cosas. Y añade textualmente lo que sigue:
12 «Efectivamente, la controversia no es solamente acerca del día, sino también acerca de la forma misma del ayuno, porque unos piensan que deben ayunar todo el día, otros que dos y otros que más; y otros dan a su día una medida de cuarenta horas del día y de la noche.
13 »Y una tal diversidad de observantes no se ha producido ahora, en nuestros tiempos, sino ya mucho antes, bajo nuestros predecesores, cuyo fuerte, según parece, no era la exactitud, y que forjaron para la posteridad la costumbre en su sencillez y particularismo. Y todos no por eso vivieron menos en paz unos con otros, lo mismo que nosotros; el desacuerdo en el ayuno confirma el acuerdo de la fe».
14 A esto añade también un relato que será conveniente citar y que dice así:
«Entre ellos, también los presbíteros antecesores de Sotero, que presidieron la iglesia que tú riges ahora, quiero decir Aniceto, Pío y Higinio, así como por Telesforo y Sixto: ni ellos mismos observaron el día ni a los que estaban con ellos les permitían elegir, y no por eso ellos mismos, que no observaban el día, vivían menos en paz con los que venían procedentes de las iglesias en que se observaba el día, y, sin embargo, el observar el día resultaba más en oposición para los que no lo observaban.
15 »Y nunca se rechazó a nadie por causa de esta forma, antes bien, los mismos presbíteros, tus antecesores, que no observaban el día, enviaban la eucaristía a los de las otras iglesias que sí lo observaban.
16 »Y hallándose en Roma el bienaventurado Policarpo en tiempos de Aniceto, surgieron entre los dos pequeñas divergencias, pero en seguida estuvieron en paz, sin que acerca de este capítulo se querellaran mutuamente, porque ni Aniceto podía convencer a Policarpo de no observar el día—como que siempre lo había observado, con Juan, discípulo de nuestro Señor, y con los demás apóstoles con quienes convivió—, ni tampoco Policarpo convenció a Aniceto de observarlo, pues éste decía que debía mantener la costumbre de los presbíteros antecesores suyos.
17 »Y a pesar de estar así las cosas, mutuamente comunicaban entre sí, y en la iglesia Aniceto cedió a Policarpo la celebración de la eucaristía, evidentemente por deferencia, y en paz se separaron el uno del otro; y paz tenía la iglesia toda, así que los que observaban el día como los que no lo observaban».
18 E Ireneo, haciendo honor a su nombre, pacificador por el nombre y por su mismo carácter, hacía estas y parecidas exhortaciones y servía de embajador en favor de la paz de las iglesias, pues trataba por correspondencia epistolar al mismo tiempo, no solamente con Víctor, sino también con muchos otros jefes de diferentes iglesias, acerca del problema debatido.
Capítulo 25.- De cómo hubo acuerdo unánime entre todos acerca de la Pascua.
Los obispos de Palestina antes mencionados, Narciso y Teófilo, y con ellos Casio, obispo de la iglesia en Tiro, y Claro de la de Tolemaida, así como los que se habían reunido con éstos, dieron por menudo abundantes explicaciones acerca de la tradición sobre la Pascua, llegada hasta ellos por sucesión de los apóstoles, al final de la carta añaden textualmente:
»Procurad que se envíe copia de nuestra carta a cada iglesia, para que no seamos responsables de los que, con gran facilidad, descarrían sus propias almas. Os manifestamos que en Alejandría celebran precisamente el mismo día que nosotros, Pues entre ellos y nosotros se viene intercambiando correspondencia epistolar, de modo que nos es posible celebrar el día santo en consonancia y simultáneamente». (Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica. Caps.22-24).
Sinopsis. Desde los días en que el Maestro instituyó la Cena, hasta los días cuando Víctor, el obispo romano (aprox 190 d. de C.) cambió la fecha, el memorial había venido siendo celebrado ininterrumpidamente el 14 de Nisán siguiendo el ejemplo del Maestro, pero a partir de la decisión de aquél hombre no sólo se cambió el 14 de Nisán sino que Roma empezaría a ser la cabeza de la Religión Cristiana.
Como se puede constatar por la lectura de las palabras de Eusebio, el cambio revolucionario ordenado por el liberal Víctor (hoy ascendido a Papa), rechazó el ejemplo de nuestro Señor y estableció su propio mandamiento con el cual apartó a las iglesias que le obedecieron del resto de iglesias genuinas. La reacción y rechazo de las iglesias de Asia fue fuerte, Alejandría y alrededores que hasta ese entonces habían venido celebrando la Cena del Señor el 14 de Nisán también se unieron al rechazo.
Aquél hombre era astuto y determinó excomulgar a quienes se opusiera a su mandato. Aunque la orden de excomunión decretada por aquél hombre heterodoxo al principio no surtió efecto su decreto eventualmente se impuso, y el 14 de Nisán, como fecha para la celebración de la Cena del Señor fue abandonada por el catolicismo naciente. Hoy en día, el Cristianismo casi en general, desconoce el ejemplo de los apóstoles y cada quien toma cualquier fecha que desee, estableciéndose de esa manera una obediencia determinada a las palabras de Víctor.
Mucha gente, incluyendo Comentarios de la Biblia, Diccionarios de la Biblia, universidades, seminarios, teólogos, predicadores, etc., que debieran obedecer a Dios antes que a los hombres, desestiman el ejemplo de Señor Jesús cuyo ejemplo la iglesia de Dios de los siglos I y II obedecieron, y en su lugar obedecen la orden de Víctor, para lo cual, pretendiendo interpretar correctamente las palabras de los apóstoles las tergiversan a favor de su obediencia a aquel obispo del siglo II. Para comprobarlo véanse los siguientes comentarios bajo el siguiente subtítulo:
Tal como ha quedado demostrado en el capítulo anterior, todas las iglesias de Dios de los primeros dos siglos, estando plenamente familiarizadas con las enseñanzas apostólicas, y teniendo la lengua griega como su lengua materna, nunca vacilaron ni dudaron de que el 14 de Nisán es el día en que la Cena del Señor debe celebrarse. Tampoco entendieron que las palabras «partir el pan», mencionada por los apóstoles, fueran referencia a la Cena del Señor. No, la iglesia original nunca cuestionó las palabras de los apóstoles. Más bien la interpretación de esos textos que se hace hoy en día sólo tiene el propósito de fortalecer la orden de Víctor de separarse completamente de la enseñanza original, a esa separación el Cristianismo evangélico obedece y, para disimular su sumisión, acuden a tomar algunos versículos de la Biblia y a malinterpretarlos, entre ellos Hechos 20:7 que dice:
«El primer día de la semana los discípulos se reunieron para partir el pan, y Pablo estuvo enseñándoles. Pero como tenía que salir al día siguiente, alargó su discurso hasta la medianoche». Hechos 20:7
Obsérvese a continuación el modo cómo este versículo es interpretado:
El Comentario de la Biblia por Albert Barnes dice:
"para partir el pan - Evidentemente, para celebrar la Cena del Señor. Comparar Hechos 2:46. Así lo interpreta el siríaco* al traducirla, "para partir la eucaristía"; es decir, el pan eucarístico. Es probable que los apóstoles y los primeros cristianos celebraban la Cena del Señor en cada día del Señor".
El Comentario de Benson dice: «Hechos 20:7-10
Y el primer día de la semana — como era su costumbre en el primer día de la semana; se juntaron— Desde diferentes lugares, para partir el pan— O sea, para celebrar la Cena del Señor. Es bien sabido que los cristianos primitivos administraban la eucaristía en cada día del Señor.
El comentario de John Gill dice:
«Cuando los discípulos se juntaron para partir el pan; no para comer cualquier comida, o para hacer fiesta, o un gran entretenimiento para el apóstol y acompañantes antes de partir; sino como la versión siriaca registra “para partir la eucaristía”, como la Cena del Señor era conocida en tiempos primitivos.
Los comentaristas sin dilación y seguramente sin tener seguridad de lo que dicen, afirman que la iglesia de los Apóstoles celebraba la Cena del Señor cada domingo, tremendo error por cierto. Recuérdese que el mandamiento de Víctor no se basó en versículo alguno sino en su propia iniciativa. Él sabía muy bien que «partir el pan» no significaba celebrar la Cena del Señor por lo cual no tomó Hechos 20:7 como base, en cambio los argumentos actuales tergiversan el texto bíblico suponiendo que con eso explican lo que la Biblia dice.
Como estos tres comentarios, así otros; sin ningún deseo de usar una verdadera exégesis sino eiségesis prefieren caminar por el camino contrario a la razón, confirmando con sus palabras el apoyo al invento de Víctor. Incluso el Comentario de Gill va más allá al afirmar que «partir la eucaristía era como los cristianos identificaban la Cena del Señor lo cual no es verdad, nada más inexacto que tal cosa. Estos Comentarios de la Biblia disimuladamente siguen la orden de Víctor, y como excusa tergiversan la Escritura afirmando como verdad lo que ella no dice.
Recuérdese que el registro de Eusebio de Cesarea transcrito en el capítulo anterior ha demostrado que las iglesias de Dios de los siglos I y II se habían venido sujetando a la costumbre inamovible de celebrar la Cena del Señor únicamente en el 14 de Aviv o Nisán, sin imaginar que «partir el pan» fuera una señal clave en referencia a la Cena del Señor.
«Partir el pan» como dice Hechos 20:7 es un modo sencillo y sin otro sentido que el de informar que aquella fue una comida de despedida porque el apóstol Pablo y sus acompañantes debían partir al amanecer. Lamentablemente, como se viene diciendo, Comentarios de la Biblia, Diccionarios de la Biblia, teólogos, predicadores y otros, al explicar este texto, usan eiségesis (eiségesis es el proceso de interpretar un texto o porción de él a modo de introducirle ideas personales y declarar que esas ideas es lo que la Biblia dice). Lucas, quien escribió el libro de Hechos, claramente dice que aquella fue una cena de despedida, pero como a los comentarios de la Biblia no les conviene predicar en contra de la enseñanza tradicional, han preferido tergiversar el verdadero significado de sus palabras.
¿De verdad las palabras de Hechos 20:7 son base para celebrar la Cena del Señor en domingo? La respuesta es no. La aseveración popular se debe a mala exégesis cuyo único propósito es apoyar la posición de Víctor arriba mencionada.
El libro de los hechos proporciona clara evidencia de que aquella cena tenida en el primer día de la semana no era lo que los comentarios dicen, es decir la Cena del Señor, sino una cena de despedida pues Pablo debía partir al amanecer, eso dice el texto y no debiera agregársele lo que no dice.
Ahora comprobemos que no era la Cena del Señor. Hechos 20:6 dice:
Nosotros salimos de Filipos en barco, después de la fiesta de los panes sin levadura, y cinco días después nos reunimos con ellos en Troas. Allí nos quedamos siete días
Obsérvese lo siguiente: Ellos partieron de Filipos después de la fiesta de Panes sin Levadura. Esta fiesta duraba siete días (Lev. 23:6-7) y comenzaba al día siguiente de la Pascua. Recuérdese que la Pascua se celebraba en el 14 de Nisán. Ahora bien, el viaje desde Filipos hasta Troas les tomó cinco días, luego en Troas permanecieron siete días; así, 7+5+7=19. Esto quiere decir que cuando Pablo y sus acompañantes zarparon de Troas, como dice Hechos 20:7, ya hacía 19 días que la Cena del Señor (14 de Nisán) había pasado.
Recuérdese que Eusebio de Cesarea corrobora el registro bíblico, es decir, que durante los primeros dos siglos de la era cristiana la iglesia de Dios celebraba esta solemnidad en el mismo día de la Pascua. Por lo cual, carece de sentido que tanto los comentarios bíblicos como el pensamiento popular afirme que la Cena del Señor era celebrada los primeros días de la semana.
Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga. 1 Corintios 11:26.
Como se ha venido exponiendo, las iglesias de Dios de los dos primeros siglos celebraban la Cena del Señor el 14 de Nisán, incluyendo a Pablo y las iglesias en Corinto.
Según reporta Eusebio de Cesarea, hasta el siglo II el 14 de Nisán permaneció inamovible, lo cual quiere decir que las palabras de 1 Corintios 11:26 no fueron entendidas por las iglesias como sugiriendo que cada una podía hacer la Cena cuando se lo propusiera. Aquellas iglesias conocían la lengua griega pues era la lengua extendida por todas aquellas regiones y no se equivocaron.
Por lo tanto, pretender que el modo cómo hoy se entiende el Griego es el mismo como se entendía hace casi dos mil años es un enorme error. El Doctor Eugenio Nida, que fue Secretario General de las Sociedad Bíblica Americana hasta su retiro, de sólida reputación en el campo de la lingüística ha dicho:
«... y si agregamos a estos problemas ciertas diferencias en el tiempo, como entre el inglés moderno y el hebreo antiguo, las complicaciones pueden ser enormes» (Meaning Across Cultures. Significado a través de las Culturas).
En base a las palabras de este erudito en lingüística es fácil mirar el grave error que cometen los comentaristas modernos al interpretar las palabras de Pablo en el sentido en que el griego actual se entiende. Saber griego hoy de ninguna manera significa conocer cabalmente cuanto los apóstoles escribieron hace casi dos mil años.
Si las iglesias de Dios de los primeros dos siglos se reunían cada 14 de Nisán para celebrar la Cena del Señor ¿por qué no ahora? ¿Acaso no es mejor obedecer a Dios antes que a los hombres?